No se me encampanen los tolerantes, los demócratas, los
respetuosos, los orgullosos y -menos aún- los fiscales, porque no
pretendo decir que la fiesta del homosexualismo sea una mierda, sino que la
referida cuchipanda arrojó -literalmente- 469 toneladas de porquería -115
sólo en la manifa- sobre las calles de Madrid.
La referencia la pueden ver en 20 minutos, pág. 10 de la
edición en papel de Madrid. En ese periódico pueden ver la foto de un sufrido
operario de limpieza barriendo los productos del orgullo ayer por la
noche.
Espero que hoy sigan con el resto de las calles de esta
emporcada ciudad, porque si las autoridades municipales se encargan de limpiar
inmediatamente la basura de los orgullosos, quizá sea también hora de que
limpien la mierda que nos persigue, durante semanas, a todos los demás en cuanto
ponemos un pie en la calle.
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