Que es, por esta fecha, la conmemoración del nacimiento
del Hijo de Dios, se pongan como se pongan los papanatas y los
mamarrachos.
Se que no es demasiado cristiano lo que suelo decir en estos
días, pero comprendan que -a efectos de este diario- me invade el espíritu
navideño de los tres meses de compras compulsivas, de los papás noeles y -a poco
que la señora CaCarmena y sus alegres chicas del bolchevismo feminista metan
baza- mamás noelas.
O sea, que poco cristiano y tan poco católico como el
mismísimo cura Paco, salvo hacia quienes no tragan con el ectoplasma de unas
Navidades hechas a la imagen y semejanza de los palurdos eternamente
deslumbrados por el más cursi esnobismo.
Por supuesto, sin la menor
compasión, ni caridad, ni amor fraterno, ni leches, hacia los que celebran
-solsticio de invierno- un acontecimiento astronómico, y que por presumir de
laicos caen en el más puro panteísmo. Como la referida tribu de la señora CaCarmena.
Así es que, como de costumbre,
deseo una Feliz Navidad a quienes saben que esta noche nos nace Dios, que se
hace hombre en Su Hijo.
Y al resto, como de costumbre también, que les
vayan dando.
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