Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 11 de noviembre de 2016

SOBRE LA VERGÜENZA AJENA.

O el -dispensen la desfachatez- descojonamiento propio.

Porque es para descojonarse de risa el espectáculo de los progres; los que presumen de liberales, de tolerantes y de -ni que decir tiene- demócratas. Más demócratas que la madre que las parió -a las democracias, digo- y que, casualmente, es precisamente los Estados Unidos de América, cuando menos por lo que a la democracia liberal y partitocrática se refiere.

Para descojonarse, ver u oír con qué aspavientos, con qué jeremíaco desasosiego, con qué atosigante relajamiento de esfínteres, se lamentan televisiones, periódicos, radios, partidillos, partidetes y partiduchos, por la victoria electoral de Donald Trump en USA.

A mí el señor Trump no me gusta. En lo que se ha revelado sobre él durante la campaña electoral, me da la impresión de ser un perfecto patán en su vida privada; uno de esos nuevos ricos engreídos y maleducados que -por desgracia- tanto conocemos por aquí. En su vida pública, el señor Trump ha hecho lo que tenía que hacer para ganar, y -a las pruebas me remito- lo ha hecho bien.

El señor Trump ha sabido entender qué es lo que le preocupa al ciudadano estadounidense. Un ciudadano que no es el habitante de Nueva York o de Los Ángeles solamente, porque entre ambas ciudades -y ambas costas- hay muchos millones de personas que también tienen derecho a hacerse oír, y que -los votos, tótem supremo del demócrata liberal, lo cantan- no parecen coincidir con los progres prepotentes de las grandes ciudades.

El señor Trump ha dicho -hablando claro y sin subterfugios- lo que cuando lo dicen los tontiprogres de la prensa -a la española me refiero- es lógico y razonable, y cuando lo dice otro, es anatema. Sobre todo, cuando quien lo dice no les cae bien. O no les unta bien, que ya nos vamos conociendo. Pero es que la incongruencia roza extremos verdaderamente patológicos en muchos casos, como los de esa cadena de radio de la Conferencia Episcopal, que se lamenta de que no haya ganado las elecciones de Estados Unidos la señora Clinton, reconocida abortista que, durante el mandato de su marido, se dedicó a exportar el aborto a los países desfavorecidos de África, Asia y América del Sur y del Centro. Y lo hizo supeditando la concesión de ayudas al establecimiento en esos países del aborto libre.

Entiendo perfectamente que el programa del señor Trump no sea considerado conveniente para Europa. Ya ha advertido, por ejemplo, que si Europa quiere Defensa que se la empiece a pagar, porque los EE.UU. ya están hartos de poner la cara por nosotros; sobre todo, porque esta Europa vieja, cobarde y marrullera reclama ayuda para, sacadas las castañas de fuego, entonar el go home.

También ha dicho que los americanos primero -cosa que, evidentemente aplicada a nosotros, ya decíamos en Juntas Españolas hace más de veinte años-; que no admitirá emigrantes que no acepten los valores del país; que deportará a los emigrantes delincuentes y meterá en la cárcel a los que vuelvan ilegalmente.

Ha dicho -ahí abajo tienen ustedes la copia de su contrato con el votante americano- otras muchas cosas que a mi me parecen bastante razonables.

Porque si esto no lo hubiera dicho Trump, cualquiera lo daría por bueno, por lógico, por razonable y por ejemplo a seguir. Cualquiera que no sea un delincuente extranjero, que no sea un progre apátrida, que no sea un demagogo o que no sea -directamente- gilipollas.

En otro orden de cosas, demuestran no vivir en el mundo los que temen que Donald Trump aplique su esnobismo y zafiedad personal al gobierno. En Estados Unidos -el único país, que recuerde, donde se ha destituido a un Jefe del Estado de forma legal y pacífica- el sistema es perfectamente capaz de atemperar excentricidades.


CONTRATO CON EL 
VOTANTE AMERICANO.


"Lo que sigue es mi plan de acción de 100 días para hacer a América Grande otra vez". El equipo de Donald Trump ha colgado en su web los temas prioritarios que abordará el nuevo presidente de EEUU durante los primeros meses de su mandato. Su "contrato con el votante americano" incluye numerosas medidas económicas, además de algunas de sus polémicas propuestas en materia de inmigración, como la famosa construcción de un muro con México. A continuación, los principales ejes de dicho plan:

- Congelará la contratación de nuevos empleos federales para reducir el personal público, pero exceptuando al ejército, las fuerzas de seguridad y la sanidad pública.
- Establecerá un nuevo requisito por el cual, en caso de aprobar una nueva normativa o regulación, la Administración deberá eliminar dos regulaciones ya existentes.
- Renegociará el tratado de libre comercio con Canadá y México (TLCAN) e incluso amenaza con retirarse del mismo.
- Anunciará la retirada del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), el mayor acuerdo comercial de la historia firmado hasta la fecha, aunque no incluía a China.
- Ordenará que China sea etiquetada como un "manipulador monetario", denunciando así que devalúa su moneda para abaratar artificialmente sus productos.
- Ordenará identificar "todos los abusos de comercio exterior que injustamente afectan a los trabajadores estadounidenses" y adoptar las medidas precisas para "poner fin a esos abusos de inmediato".
- Levantará las restricciones a la producción nacional que en su día impuso la Administración Obama al sector energético, incluyendo petróleo, gas y carbón, y eliminará las trabas al desarrollo de este tipo de proyectos, incluida la construcción del gran oleoducto Keystone Pipeline.
- Suspenderá los miles de millones de dólares que, en principio, debería aportar EEUU a la lucha contra el cambio climático y destinará ese dinero a la mejora y reconstrucción de infraestructuras medioambientales y acuíferas en EEUU.
- Propondrá al Congreso un "plan económico" para que el PIB crezca a un ritmo del 4% anual y genere, al menos, 25 millones de nuevos puestos de trabajo mediante una rebaja generalizada de impuestos y una amplia simplificación regulatoria. La rebaja fiscal será del 35% para las familias de clase media con dos hijos.
- Sancionará fiscalmente a las empresas que decidan deslocalizar su producción a otros países mediante la aplicación de aranceles a sus productos.
- Apostará por la cooperación público-privada, aplicando incentivos fiscales, para impulsar un gran plan de infraestructuras por valor de 1 billón de dólares durante diez años, que, según dicho "contrato", resultará "neutral" en materia presupuestaria.

- Redireccionará el dinero público que reciben los colegios para que los padres puedan decidir libremente a dónde enviar a sus hijos, ya sean centros públicos, privados o religiosos, a su elección. Además, devolverá la supervisión educativa a las comunidades locales.
- Derogará y sustituirá el polémico Obamacare por Health Savings Accounts(cuentas de ahorro para gastos sanitarios con ventajas fiscales y condiciones flexibles que, además, pueden dejarse en herencia, con la posibilidad añadida de poder deducirse las primas del seguro médico). Además, cada estado manejará los fondos destinados a Medicaid (seguros de salud públicos para gente sin recursos o con bajos ingresos).
- Reformará la Agencia Federal de Medicamentos (FDA) para agilizar la aprobación y venta de nuevos fármacos mediante la eliminación de burocracia.
- Impulsará un Ley de Cuidado Infantil y de Tercera Edad para que los estadounidenses puedan deducirse fiscalmente los gastos y servicios asociados al cuidado y la atención de niños y ancianos. Promete incentivar a las empresas para que incorporen guarderías en los centros de trabajo y ofrezcan fondos libres de impuestos para personas dependientes. Ofrecerá subvenciones públicas para las familias con ingresos más bajos.

Las políticas de inmigración.
Por otro lado, en el citado "contrato" incluye también algunas de sus propuestas más polémicas en materia de inmigración
Empezará a deportar a los más de dos millones de inmigrantes ilegales con historial delictivo y cancelar las visas a los países extranjeros que se nieguen a admitirlos.
Rechazará a los inmigrantes que procedan de regiones "propensas al terrorismo".
Todas las personas que quieran entrar en EEUU serán investigadas en profundidad.
Trabajará en la construcción de un muro en la frontera sur, cuyo coste será reembolsado por México.
Impondrá una pena obligatoria mínima de dos años para quienes intentan entrar en EEUU de forma ilegal tras una deportación y de cinco años de prisión para quienes, además, tengan antecedentes criminales o dos o más deportaciones previas. Asimismo, reformará las normas de visado para elevar las penas por expiración de permisos.
Pretende que los puestos de trabajo disponibles se ofrezcan primero a los estadounidenses.
Se asegurará de que quienes sean admitidos en Estados Unidos acepten los valores del país.
Cancelará toda la financiación federal a las denominadas "ciudades santuario", las más laxas e indulgentes con los inmigrantes ilegales.

Seguridad, ejército y corrupción.
Por último, aumentará los fondos y recursos destinados a combatir la delincuencia, el tráfico de drogas y las bandas criminales; aumentará la inversión militar; permitirá que los veteranos asistan a los médicos privados de su elección; mejorará la infraestructura contra los ataques cibernéticos; y combatirá la corrupción política.


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