Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

SOBRE LA ENCUESTA DE AYER.

Aquella de la que daba noticia ayer, y que en el mismo enlace aún tienen disponible, así es que para luego es tarde.

Me llega un comentario agradeciendo esa publicación -que no supone mérito alguno, sino el cumplimiento de una simple obligación-, en el que me informa que va ganando el NO (ahora mismo va la cosa por el 56% a favor del aldeanismo, y el correspondiente 44% en apoyo de la apertura mental y los derechos fundamentales), y me indica que no se puede entender el aldeanismo que se va apoderando de Cataluña.

Ante ello, me he permitido hacer un breve análisis del separatismo catalán, que quiero compartir públicamente.

A mi, los separatistas -todos, pero especialmente los catalanes- me parecen niñatos malcriados y llorones. Si no pueden presumir de víctimas no están contentos. Sufren un complejo de inferioridad evidente, que como seña más espectacular tiene la celebración de la derrota ante Felipe V.

Ya desde su inicio, el separatismo catalán, que viene de la pérdida de Filipinas y Cuba, y la consiguiente repatriación de capitales, se constituyó en torno a la burguesía -los mismos separatistas actuales siguen siendo tremendamente burgueses, pese a las etiquetas de izquierda que se pongan- que lloriqueaba en Madrid por la obtención de aranceles que les beneficiara, aunque fueran causa del desastre en el resto de España. Así, por ejemplo, la política proteccionista hacia la industria catalana, supuso un grave descalabro para Castilla, cosa de la que los castellanos -salvo algunos gilipollas, generalmente bastante señoriales- no protestan ni piden compensaciones ahora, cuando cualquier tontolaba saca cuartos de todo agravio secular, real o inventado.

Por otra parte, las encuestas de periódicos no reflejan en absoluto la realidad, y no sólo porque puedan estar manipuladas. Cada periódico lo lee -salvo casos patológicos como el mío, que miro cuatro o cinco a diario- el que se siente identificado con lo que dice. En el caso de los periódicos de ámbito regional, y aunque estén en Internet, sólo los mirarán los residentes en la región o localidad que coincidan con sus planteamientos. Si la encuesta la hubiera hecho La Gaceta, o El Mundo, el resultado sería totalmente distinto.

En todo caso, no seré quien le quite importancia al tema ni peque de suicida optimismo. La situación es grave, sobre todo por la inacción de quien tiene medios y derecho a intervenir; esto es, el Gobierno. Entiéndase que hablo de éste Gobierno, de los precedentes y de los -si Dios no lo remedia- próximos. Sin ir más lejos, mientras Rodríguez -titula El Mundo- frena a los catalanes: 'España plural sí, pero España', el Congreso -con la anuencia del PSOE, según nos cuenta El País- avala el modelo lingüístico y educativo catalán.

La situación es -repito- grave. Sin embargo, los separatistas catalanes -una vez más- miden según sus deseos y no según las realidades, como suele ocurrir a quien no mira más allá de su ombligo y ha perdido el norte porque en su soberbia catetez no se digna mirar las estrellas. Y así, el cerrilismo separatista; el aldeanismo cateto, pero imperialista, ya no sólo desagrada a los mesetarios centralistas -porque para esos memos, un riojano, un andaluz, un canario, un extremeño o un melillense son msetarios y centralistas, tócate las narices-, sino que en en las propias regiones que pretenden conquistar y someter se levantan voces -y más que voces- de repulsa; y -véase La Gaceta- valencianos, baleares y aragoneses quemaron banderitas separatistas en la Diada.

Y a mi -ya lo saben los habituales- no me gusta que se quemen banderas. Ninguna bandera, ni siquiera las separatistas; pero a veces piensa uno que no está mal que cada cual pruebe a veces el mismo jarabe que suministra, porque con mentes cerradas no cabe en ocasiones otro lenguaje, y ya tengo dicho, por ejemplo, que a ETA habría que hablarle en su propio idioma, o sea, el 9mm parabellum; y a los que incumplen la Constitución en Cataluña -o en cualquier sitio, evidentemente- habría que aplicarles la ley vigente, y disolver sus organismos administrativos autónomos, y expedientar y apartar del servicio a los funcionarios del Estado que ostentan dichos cargos administrativos como, verbigracia, la presidencia del Gobierno autónomo.

En fin: que la cosa está que arde, pero que ya no arde en una sóla dirección. Y -Dios no lo quiera, pero tampoco lo evite si es imprescindible-, el cerrilismo separatista nos va acercando a la solución que ellos mismos parecen desear.

1 comentario:

De Melk dijo...

Don Rafael, discrepo.
La cosa no está que arde. Simplemente hay un ruido mediático que tergiversa el fenómeno independentista y subraya su faceta más impresentable. Tiene Ud. que saber que existe un independentismo transversal, tranquilo y democrático que no quema nada y que entiende que las cosas se consiguen por vía dialogada y a partir de amplios consensos, pero este no sale en ciertos medios puesto que no ofrece ningún rédito electoral a los partidos que sacan una tajada nada despreciable de votos a base de asustar a la ciudadanía española con el fantasma del independentismo. Fíjese que ese "fantasma" cobra protagonismo cuando se acercan elecciones.
De todas formas no se preocupe: la mejor encuesta son las urnas, y las urnas siempre han dado un resultado más bien pobre al independentimo.
Y añado para terminar que el independentismo no es un mal en si mismo y que obedece a sentimientos identitarios legítimos y que muchas veces son incentivados por la sensación que tienen algunos que España no siempre es una madre acogedora para sus hijos no castellanos.
En fin, es el eterno debate.
Reciba un saludo,

De Melk

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