Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 20 de junio de 2011

SOBRE EL MIR DE "ALFREDO".

Que ya saben ustedes que a uno le gusta ser educado, y para ello debería decir que la idea es del Excelentísimo señor D. Alfredo Pérez Rubalcaba, pero todo sea por darle gusto al señor Ministro y llamarle como él prefiere.

El caso es que se le ha ocurrido proponer -porque ya estamos en campaña electoral, evidentemente-, una especie de MIR para los futuros profesores, con la correspondiente oposición, un año de prácticas y otro exámen final.

Ignoro cómo andan los planes de estudio actuales para profesores, pero cuando hice esa carrera lo cierto es que no se salía de ella con mucha preparación. Hablo, claro, de épocas antediluvianas -últimos años 70, ahí es nada-, cuando la asignatura fundamental en todas las universidades era la solidaridad con los compañeros del metal. Solidaridad -justo es decirlo, creo- que nunca fue recíproca, porque los compañeros del metal jamás se solidarizaron conmigo cuando me pusieron, por ejemplo, exámenes finales de matemáticas en un sábado de junio a las cuatro de la tarde, hora inhumana para examinarse en esa época del año.

Se salía de la Escuela Universitaria sin mucha preparación, y no por carencia de prácticas, que aunque fueran pocas -un mes en 2º y otro en 3º- para algo llegaban. La falta de preparación era debida, fundamentalmente, a los temarios de estudio. Porque en esa carrera de lo que se trataba -pienso- era de aprender a enseñar. Los conocimientos que debía transmitir un -en aquél tiempo- profesor de EGB, entiendo que se le debían dar por supuestos, porque si alguien que había llegado a la Universidad no sabía matemáticas, física, filosofía, literatura, geografía, ciencias naturales, historia... suficientes para el nivel de un niño de primaria, apañados estábamos.

Y en la Universidad se enseñaba todo eso -según qué especialidad-, generalmente a un nivel inferior al de COU, salvo cuando algún profesor o catedrático iluminado consideraba su asignatura como el centro del mundo y, por ejemplo, se empeñaba en enseñarnos matemáticas -a los de Ciencias Humanas- como si fuéramos a aspirar a una cátedra en la materia. Muy lejos, obviamente, de lo que tendríamos que enseñar a los críos, que era el objetivo de la carrera.

Ni que hablar de la historiografía marxista, la filosofía marxista, la literatura marxista y la lingüística -no se si marxista, pero si infumable-, dirigidas a adoctrinar a los universitarios, y no a enseñarnos a enseñar todo aquello a nuestros futuros educandos.

De forma, Alfredo, -y ya vuelvo al redil del comentario-, que si lo que quieres es una enseñanza de mejor calidad, lo primero que tienes que hacer en enseñar adecuadamente a los futuros profesores. Y eso sólo lo vas a conseguir si cambias los temarios, si cambias la orientación de los estudios universitarios y si sacas de los programas de los niños las gilipolleces adoctrinadoras de la educación para la ciudadanía socialista, la manipulación para la sodomía, la perversión para las criaturitas, el gamberrismo avanzado, el horizonte circunscrito a la aldea, y la tolerancia hacia la delincuencia.

Y si estableces que una -sólo una- falta de ortografía impida terminar la carrera. Porque si ya es malo que un Licenciado en Matemáticas, o en Medicina; en Biológicas o en cualquier Ingeniería, no sepa escribir adecuadamente, que un maestro escriba con faltas de ortografía es un crimen.

Y, claro está, si devuelves a los profesores la autoridad imprescindible para que impongan, no sólo orden, sino ejemplo.

¿Entiendes, Alfredo, por dónde pasa la solución al fracaso escolar y a la ignorancia institucionalizada?
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P.S. Por supuesto, aunque estudié la carrera que entonces se llamaba Profesorado de EGB, nunca la he ejercido. La lucha contra apas, amas, gamberros consentidos y gilipollas graduados era superior a mis fuerzas, lo cual se comunica a los efectos oportunos por si algún posible lector se siente alarmado porque un fascista -facha, ultra, racista, xenófobo... en fin, sumen ustedes cuantos epítetos gusten- pudiera estar dando clase a sus hijos.

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