Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 2 de mayo de 2011

SOBRE EL DISCURSO.

Porque eso -un nuevo discurso- es lo que piden los sindicatos manifestados ayer de la manita en Valencia, y que pese a estar cerca del destino habitual de los puenteros madrileños -¿ese fue el motivo de hacerla allí?- no logró reunir a más de 20.000 personas según los propios interesados, 3.000 según la Policía Municipal, y 10.000 según la empresa Lynce, informa Público.

Pues nada, señores Méndez y Tocho: el discurso ya se lo ofreció el señor Rodríguez, y se resume en que la culpa la tiene Aznar, miren La Gaceta de ayer. Y si no, mi propio comentario al respecto -justo aquí debajo-, donde declaro que la culpa la tiene Franco.

Pero me temo, señores sindicalistas de clase -mala clase-, que los casi cinco millones de parados, el millón trescientos mil hogares con todos sus miembros en paro, el 90% de menores de 35 años entre los nuevos parados, no estén para más discursos. O si, porque -como le dijo creo que El Guerra a don José Ortega y Gasset cuando se lo presentaron como filósofo- hay gente pa to; y buena muestra es un vecino mío, que dice que él es socialista y que aunque se muera de hambre seguirá votando al PSOE, en lo cual le alabo el gusto, porque me preocuparía mucho que un cenutrio así coincidiera en algo distinto del número de la calle conmigo.

El caso es que, en un país normal, estos sindicatos de clase -mala- serían corridos a gorrazos por los parados, los indefensos, los famélicos y los desesperados. Pero aquí, evidentemente, no somos normales, y los sindicatos chaperos se pasean -a manifestación no llega- con banderas preconstitucionales -o anticonstitucionales, o ilegales, como prefieran-, y no hay un periódico que los saque luciendo sus vergüenzas aunque la televisión -ahí tienen una captura- no pueda evitarlo, en vez de clamar por la infamia de los sueldazos oficiales, de los empleados públicos digitales, de las empresas públicas políticamente colonizadas, de los regalos a la banca y del chorreo de millones en subvenciones.

Claro, que entonces tendrían que protestar contra los 204 millones de euros que han percibido ellos del Gobierno.

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