Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 5 de enero de 2011

SOBRE LA CULPA DEL PARO.

Cuenta La Gaceta que ayer le pusieron las peras a cuarto al señor Rodríguez en un mitin de Tenerife.

No sólo le recordaron el giro radical del PSOE en torno al tema del Sahara, sino que unos malajes le hicieron ver, en sus camisetas, la cifra de parados que su Gobierno había confesado horas antes, y ahí lo tienen en la foto para que nadie diga que me lo invento.

Sin embargo, don José Luis Rodríguez, tan hábil como siempre, halló la respuesta que encandiló a su auditorio: la culpa la tiene Aznar.

¡Menos mal! Por un momento, al ver la noticia, había pensado que iba a echarle las culpas a Franco.

Y lo mejor es que hubiera tenido razón, porque la culpa de todo esto que pasa la tiene Franco. Por haberse muerto.








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