El señor alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva -ese que cada vez que ve la cara y los morritos de doña Leire Pajín piensa en lo mismo, pobre hombre, qué mal gusto-, ha comparado las recomendaciones delatoras de la ministra de Sanidad -la susodicha doña Leire- con respecto a los fumadores, con el nazismo.
Si no fuera porque no es, ni mucho menos, el único que lo ha dicho, no merecería más comentario. Tampoco el señor León de la Riva -dada su evidente cortedad estética, amén de intelectual- sería merecedor por sí mismo de ser traído a este diario.
Pero como la misma idea, muy probablemente sugerida por cualquier meapilas pepero, se ha extendido considerablemente, me veo en la obligación de decir alguna cosilla.
No soy nazi -o sea, Nacionalsocialista- por la simple razón de que no soy de raza aria. Ni soy alto, ni soy rubio, ni tengo ojos azules, ni creo que la diferencia en el tono de la piel o del cabello deba significar más diferencia que la meramente estética. Creo que no hay más raza que la humana, y que todos somos hijos de Dios. Creo -porque es evidente- que no todos somos iguales, porque cada persona es diferente al resto, única e irrepetible. Y también creo que las diferencias entre grupos humanos no vienen determinadas por sus características físicas, sino por su educación, la cultura en la que han crecido, y las oportunidades que han tenido y aprovechado o dejado pasar y perdido.
Pero no ser nazi no significa que desconozca la verdad de la Historia, ni la verdad de lo que cada ideología es y ha sido. Y sin negar el llamado Holocausto -no sea que me vea en la cárcel simplemente por tener una duda intelectual y atreverme a expresarla-, lo que si afirmo con toda la rotundidad posible, es que el tema de las delaciones -sobre todo de las delaciones anónimas que preconizó inicialmente la señora Pajín, aunque posteriormente haya recogido velas- es mucho más típico del bolchevismo -soviético, cubano o español- que del nazismo.
Si no fuera porque no es, ni mucho menos, el único que lo ha dicho, no merecería más comentario. Tampoco el señor León de la Riva -dada su evidente cortedad estética, amén de intelectual- sería merecedor por sí mismo de ser traído a este diario.
Pero como la misma idea, muy probablemente sugerida por cualquier meapilas pepero, se ha extendido considerablemente, me veo en la obligación de decir alguna cosilla.
No soy nazi -o sea, Nacionalsocialista- por la simple razón de que no soy de raza aria. Ni soy alto, ni soy rubio, ni tengo ojos azules, ni creo que la diferencia en el tono de la piel o del cabello deba significar más diferencia que la meramente estética. Creo que no hay más raza que la humana, y que todos somos hijos de Dios. Creo -porque es evidente- que no todos somos iguales, porque cada persona es diferente al resto, única e irrepetible. Y también creo que las diferencias entre grupos humanos no vienen determinadas por sus características físicas, sino por su educación, la cultura en la que han crecido, y las oportunidades que han tenido y aprovechado o dejado pasar y perdido.
Pero no ser nazi no significa que desconozca la verdad de la Historia, ni la verdad de lo que cada ideología es y ha sido. Y sin negar el llamado Holocausto -no sea que me vea en la cárcel simplemente por tener una duda intelectual y atreverme a expresarla-, lo que si afirmo con toda la rotundidad posible, es que el tema de las delaciones -sobre todo de las delaciones anónimas que preconizó inicialmente la señora Pajín, aunque posteriormente haya recogido velas- es mucho más típico del bolchevismo -soviético, cubano o español- que del nazismo.
1 comentario:
Se habrá quedado "agusto" el pepero ese...
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