Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 14 de octubre de 2010

SOBRE LA SOLIDARIDAD DE LOS HOMÍNIDOS.

Hace un par de días contaba la prensa -entre otros, El Imparcial-, que los homínidos de Atapuerca cuidaban de sus ancianos y de sus niños enfermos. Lo demuestra -dicen los investigadores- el hecho de haber encontrado el esqueleto de un Homo Heidelbergensis que tenía tales lesiones que "seguramente limitaban su movilidad y hacían imposible que cazara".
También en Atapuerca ha aparecido un cráneo infantil con evidencias de una lesión severa, que implicaba una discapacidad, pese a lo cual vivió varios años.
Triste sino el de aquellos antepasados nuestros, tan incultos, que no habían alcanzado el grado de civilización necesario para asesinar a los viejecitos, a los enfermos y a los niños discapacitados.

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