Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 8 de octubre de 2010

SOBRE LA IMAGEN DE LA JUSTICIA.

Cuenta El Mundo que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) va a destinar 236.000 euros a una campaña institucional que busca acercar el trabajo de los jueces a la sociedad y fomentar entre la ciudadanía la confianza en la Administración de Justicia.
"Que aquello que más queremos esté protegido, es de Justicia", "Que todos podamos vivir en libertad, es de Justicia", "Que todos seamos iguales ante la Ley, es de Justicia" y "Que nuestros hijos vivan en un lugar seguro, es de Justicia",
son los lemas de esta campaña, prosigue El Mundo.
Ciertamente, sería de justicia que nuestros mayores tuvieran una pensión digna; que las hijas de quien las tenga no sean manipuladas para abortar los nietos que nunca les darán; que los hijos de quien los tenga no sean incitados al consumo de drogas y alcohol.
Sería de justicia que pudiéramos salir a la calle sin ir mirando continuamente atras por si nos van a robar o apuñalar; que pudiéramos vivir en paz en nuestros domicilios, sin soportar energúmenos a todas horas; que nuestro voto valiera lo mismo que cualquier otro, en vez de ser recortado y ninguneado por el sistema electoral en cuanto nos salgamos de los dos partidos feudales.
Sería de justicia que todos fuéramos iguales ante la Ley, aunque seamos católicos, españoles, blancos y nacionalsindicalistas.
Total, que sería ciertamente hermoso que los lemas de la campaña judicial se hicieran realidad.
En una cosa, no obstante, yerra la información de la prensa; y es en que dice que "es la primera vez que el órgano de gobierno de la carrera judicial lleva a cabo una campaña de propaganda que estará centrada no en el CGPJ sino en la actividad de los jueces".
Cosa que, lamentándolo mucho, no se corresponde con la verdad, porque ya en tiempo lejano escribí sobre ello en La Nación (N.° 360 - 13 a 26 de febrero de 2002). Quería entonces el CGPJ definir una política de imagen de la Justicia y, recurriendo una vez más a Quevedo, hube de decir a los señores jueces que arrojar la cara importa, que el espejo no hay de qué.
Y añadía entonces: La imagen de la Justicia es el espejo de su realidad, y para mejorarla, no cabría más solución que romper la cara, no el espejo; esto es: desmontar todo el chiringuito y empezar de nuevo.
Parece que aquella Comisión no dio los frutos esperados, y ahora el CGPJ se va a gastar 236.000 euros en una nueva intentona de mejorar su imágen. Y uno piensa si lo que habrá que hacer no es cambiar de cara en vez de maquillarse.

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