Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 18 de agosto de 2010

SOBRE CORNUDOS BASKOS (QUE NO VASCOS).

O kornudos, como gusten.
Y no por ser antitaurinos, postura tan respetable como la contraria si va acompañada de una actitud general consecuente, sino porque -dice Libertad Digital- afirman que "alguien tendrá que explicar por qué se condena a ETA y no a Jesulín de Ubrique".
Esto es: lo mismo es un animal -llámese toro o llámese hiena- que un ser humano aunque, eso sí, preferiblemente maketo.
Decir que estos animales -puesto que lo mismo es un toro que un hombre- de una llamada Asociación para un Trato Ético con los Animales, representados por un tal Kepa Tamames -o sea, Pedro para los de fuera de su aldea-, son unos hijos de puta es no decir nada; definirlos de gorrinos tampoco, y además les daría un valor económico del que carecen, porque con ellos no se podría ni hacer comida para gatos. Decir que son imbéciles se queda corto, y necios sería como darles una capacidad -la de conocer, saber- de la que por su especie carecen.
Llamarles cabrones -en su primera, segunda y novena acepciones del avance de la vigésimo tercera edición- acaso cuadre mejor a su idiosincrasia de mansos. Nombrarles la carencia de ancestros conocidos va implícito en el hideputas primero, y les separaría mucho del toro, del que siempre se conocen progenitor A y B, y en eso se diferencia el noble astado -y aún el cabestro- del animalista gilipollas.
En fin, disculpen que no tenga tiempo para seguir calificando -definiendo- a los malnacidos que comparan la muerte de un toro bravo en la plaza, frente a frente con su matador -que se arriesga a ser matado-, y el asesinato alevoso de un ser humano con un tiro por la espalda o bomba de temporizador o mando a distancia. Es que, realmente, pocos calificativos caben. Si acaso, cuatezón; es decir, el animal que, debiendo tener cuernos por su especie, carece de ellos.
Por cierto: aplíquese idénticas definiciones el señor fiscal al que, correspondiéndole por su cargo aplicar no se qué artículo de no se qué Ley, que tipifica como delito la vejación de las víctimas del terrorismo, no lo ha hecho aún.
Por otra parte, no me resisto a pergeñar el siguiente razonamiento siempre desde el punto de vista de los mamarrachos taurofoboetarras: si ETA mata personas y un torero mata toros; y si toros y personas son iguales, un torero puede matar etarras.
Les dejo; me voy a pedir sitio en la escuela de tauromaquia más próxima.

2 comentarios:

Old Nick dijo...

Comparar un astado con un muerto
por bomba, o por traidor balazo,
es prueba clara de pensar incierto,
que merece dosis de Prozac en cazo...

¿Qué asemeja el trabajo de un experto
en estoques, puntilla y capotazo,
con el de un asesino? ¡Id al desierto,
a ver si os curáis tío burrazo!

Quizás habéis echado vuestras cuentas
y visto lo que gana una ONG,
a beneficio de ideas retorcidas...

¿Sabes lo que te digo? Mil corridas
si puedo,desde hoy presenciaré,
sólo por ver tus cuernos en las Ventas...

La nobleza de un toro aplaudiré
mas no la de un borrego como "usté".
Y oirás este cantar: ¡"Viva España Y OLÉ!

miércoles, agosto 18, 2010 12:46:00 AM

Anónimo dijo...

He oído muchos argumentos anti-taurinos, pero ese se lleva la palma...lo que llegan a decir algunos...

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