Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 22 de octubre de 2009

SOBRE QUE "UN AÑO NO ES NADA."

Porque hace casi exactamente un año, día por día, escribía a propósito de la tasa de basuras y las multas oceánicas del Ayuntamiento de Madrid. Como la cosa ya no está en lontananza, sino a la vuelta de la cuenta corriente, voy a copiarlo:
 

* * * * *
 

SOBRE LA BOTELLA DE LA BASURA.
 
La botella es doña Ana; y la basura, la que nos quiere cobrar multiplicada a los habitantes de este desgraciado Madrid.
 
No contenta doña Ana Botella y don Alberto Ruíz-Gallardón con imponer una nueva tasa, de entre 50 y 60 euros anuales, por recogida de basuras, al atraco añaden la amenaza: quien no separe a su gusto los distintos tipos de residuos, lo pagará caro. Concretamente, tan caro como 750 euros.
 
Uno, que ya lleva años a la espalda -aunque no tantos como doña Ana y don Alberto- recuerda los tiempos en que las familias -fundamentalmente los críos, para sacarnos unas pesetas- almacenaban los periódicos para irlos a vender, al peso, de vez en cuando. En ocasiones, corrían igual suerte algunos libros de texto ya superados; cuadernos de cursos que -a ojo de los catorce o quince años- quedaban tan atrás como la prehistoria. Casi como el juez Garzón.
 
Por aquellos quilos de papel -periódicos, libros, revistas-, los críos sacábamos unos duros para cromos o -todo sea dicho- para tabaco.
 
Algunos, con marcado espíritu comercial, se procuraban botellas vacías o rotas, que también vendían a buen precio. Y cachivaches de todo tipo, ropa vieja, que recogían los traperos.
 
Bien, dejemos el cuadro costumbrista y vamos a lo que quería decir: de todo aquella reutilización de materiales diversos -que ahora los cursis han dado en llamar reciclaje- los afectados obtenían un beneficio. Si entonces -años 60 finales, primeros 70- el papel usado, y el vidrio, y los trapos, y los cachivaches, tenían un valor, es de suponer que también ahora lo tienen. ¿Dónde va el papel y cartón de los contenedores? ¿Dónde el vidrio? ¿Dónde el plástico?
 
Porque nos dicen que se recicla; esto es, que se le otorga nueva vida de alguna forma. ¿Y los beneficios de las empresas dedicadas a esa labor? ¿Dónde están esos beneficios que las empresas obtienen con el trabajo de cada familia que separa restos y los entrega en las mejores condiciones?
 
¿Dónde están los céntimos que me corresponden por cada periódico que pongo en el chirimbolo azul? ¿Dónde los que me tocan de la cosecha del verde? ¿Dónde los que mi trabajo con el contenedor amarillo generan? ¿Quien se los queda? ¿Gallardón? ¿O la empresa amiga de Gallardón?
 
¿Qué me va a dar el Ayuntamiento, o el alcalde, o la empresa del amigo del alcalde, a cambio, no sólo de mis residuos, sino de la separación de los mismos; esto es, de mi trabajo?
 
¿Acaso por tal motivo me va a rebajar los impuestos? Pues parece que no: me va a obligar a trabajar, bajo coacción, y encima me va a cobrar por ello.
 
Vamos, como lo de ser casquivana y poner el lecho.

2 comentarios:

JULIUS dijo...

Tengo entendido que el impuesto sobre las basuras le va a salir a cada vivienda una media de unos 150.- €/año. Eso me da a una media diaria de casi 50 céntimos diarios - unas 80 pesetas-. Importe suficiente como para que se organice una brigada de recogida de las basuras a domicilio.
Si a mí me viene un señor todos los días a recoger la basura a la puerta de mi casa, creo que una propina de 50 céntimos por cada servicio, ya esta bien, y a poco que trabajara un poco, es decir unas100 viviendas, a unos dos minutos de duración por servicio, en tres horas y media diarias, se saca 50.-€/día, es decir, un mínimo de 1.200.-€/mes.
Me baso en la figura extinta (asesinada) del sereno. Un gran servicio público con coste mínimo para la administración.
Pero este impuesto de la basura gay-ardoniana es un atraco.
Un saludo Rafael.

Anónimo dijo...

Esta gente no cambia de un año a otro.
Por fortuna, otros si.

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