Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 19 de noviembre de 2008

SOBRE LO QUE DICEN Y LO QUE SIGNIFICA.

Porque según leemos la noticia lo mismo sentimos la tentación de ofrecer un óbolo, más o menos modesto, a los pobres desvalidos.
El caso es que la prensa recoge, en titulares gordos, de los que se quedan grabados, que las Cajas de ahorro han visto reducirse un 10% sus beneficios.
¿A que dan ganas de ofrecerles limosna, hermanos? ¿A que incluso alguien ha pensado en invitar a un director general a su mesa en Nochebuena, pobriño? ¿No hay nadie que haya cogido el teléfono para pedir que le suban las comisiones de mantenimiento, de apuntes, de respiración o de micción que habitualmente cobran?
Pero vayamos a la -ya que hablamos de bancos- letra pequeña: de lo que se trata, es de que las Cajas han ganado un 10% menos que el año pasado. Pero sus beneficios han supuesto 6.821,9 millones de euros en los nueve primeros meses del año.
Para que nos entendamos, porque -a mí al menos- estas cifras me marean. Las Cajas han obtenido en nueve meses -buen parto el suyo- más de seis mil ochocientos millones de euros de beneficio. Esto supone 757,8 millones al mes; 24,4 millones al día; 1 millón de euros a la hora.
¿Soy el único al que esto le parece una desvergüenza, cuando hay tantos españoles que no llegan a fin de mes, que no pueden pagar sus casas, que no pueden comer siquiera?

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