Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 19 de noviembre de 2008

SOBRE EL VALLE DE LOS CAÍDOS.

Que ha caído, definitivamente, en manos del enemigo, armado de BOE y desvergüenza a partes iguales.
El domingo pasado, los socialistas de mierda que tenemos la infinita paciencia de soportar, mandaron a la Guardia Civil para que impidiese la entrada a quienes pretendían oír Misa en la Basílica; una Misa en ofrenda por el alma de José Antonio Primo de Rivera, asesinado por los socialistas en 1936, tras un proceso falseado, sin la menor garantía y con la sentencia preestablecida.
El domingo pasado, los socialistas necios que tenemos la desgracia de soportar, mandaron a la Guardia Civil a registrar las vestimentas de españoles en pleno uso de sus derechos, lo que equivale a una vulneración patente de los Derechos Humanos de las narices que no se les caen de la boca, acaso porque aún no han terminado de roerlos.
El domingo pasado, en fin, tuvimos la palmaria demostración de que los canallas socialistas se han terminado de envalentonar, -como se engallan los cobardes, es decir, cuando creen que el contrario es débil y lo tienen sometido- tal vez porque no hemos hecho de verdad lo que dicen que hemos hecho.
Así es que va siendo hora de pensar que, si los hideputas socialistas no nos dejan rezar por nuestros muertos, tal vez sea tiempo de vengarlos.


Caídos por Dios y por España ¡Presentes!
Jose Antonio ¡Presente!
Francisco Franco ¡Presente!
¡Arriba España!

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