"X" que, ya se lo habrán ustedes imaginado, es la que la Conferencia Episcopal Española quiere que marquemos en la declaración de la renta, a efectos de que el Estado les suelte una pasta.
Desde el año en que los señores Obispos, sus voceros, amigos y paniaguados y otros elementos sin graduación admitieron -y casi aplaudieron, según los casos- la profanación de la tumba del Excelentísimo señor D. Francisco Franco Bahamonde, Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España por la Gracia de Dios, les comuniqué mi decisión de no volver a marcar esa casilla.
Este año, en que además la referida Conferencia Episcopal Española se ha permitido insultarme y amenazarme, comprenderán que no he modificado mi decisión.
Comprenderán que sigo negándome -por principio- a que mi dinero vaya a una Conferencia Episcopal que lo va a dedicar a favorecer el esclavismo, llamando a más inmigrantes ilegales que hagan los trabajos que los españoles no queremos -según don Cesar García Magán, Secretario General de la Conferencia Episcopal en declaraciones a la COPE el 6 de abril del presente año- y pidiendo que se normalice la situación de los inmigrantes ilegales porque ya es normal en la calle, con lo cual emplea el mismo argumento que el señor duque de Suárez usó para legalizar al Partido Comunista del asesino Santiago Carrillo.
Pero además, sería ridículo pensar que iba a cambiar mi postura, a la vista de las mentiras con que la que la Conferencia Episcopal ha intentado ocultar sus maniobras para congraciarse con un Gobierno beligerante contra el catolicismo y contra España. Entre ellas, fundamentalmente, la traición a lo que es y significa y protege el Valle de los Caídos.
Por parte de quien sabe -mucho mas que yo, al menos: Luis Felipe Utrera Molina- se ha explicado que es mentira que el Valle de los Caídos sea propiedad del Estado y que la CE no podía hacer nada más.
Pero lo que más me jode -disculpen los curas sin graduación si la palabra les resulta altisonante- es que los correveidiles de los Obispos -la cadena COPE- nos insulten, nos falten al respeto y nos excomulguen laicamente desde su lengua aduladora.
Y que el mencionado Cesar García Magán, vocero de la Conferencia Episcopal, se permita decir que "los extremos se tocan" porque no le parecen admisibles las protestas "de gentes que se dicen católicos", -si afirma que "se dicen católicos" es porque él no los considera así-, lo hacen con "violencia verbal" -qué poca correa, don César, para los que les afean su traición, y cuánta para los que berrean que la única iglesia que ilumina es la que arde-; gentes a las que, sobre "decirse católicos" y usar "violencia verbal", les aqueja una falta de "reconocimiento de la jerarquía de la Iglesia."
Pues mire usted, don César, señores Obispos, señores periodistas, señores correveidiles y señores necios: yo soy católico porque me sale de las narices, y ninguno de ustedes me lo va a impedir. Precisamente porque quiero seguir siendo católico y llevar la cabeza alta, hace muchos años que no he pisado una iglesia mas que para rezar por mi cuenta, sin acudir a los curas que defienden el esclavismo y la ilegalidad; que admiten toda aberración pero rechazan la fidelidad a los principios.
Y precisamente por ser católico, pero antes por ser español, no verán ustedes nunca más mi "X" en la dichosa casilla de la declaración de la renta.
Se que aún así ustedes recibirán parte de mis impuestos. Se que al no marcar en esa casilla, mi dinero irá a donde el Gobierno lo quiera mandar.
Pero se que, como eso no lo puedo evitar, mi conciencia no me hará sentir responsable de sufragar ni los abortos del Gobierno, ni los de la ley que la CEE pedía que se tolerase. No puedo evitar que me quiten mi dinero y lo dediquen a lo que les venga en gana. Pero puedo evitar ser cómplice.
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