Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 17 de septiembre de 2024

SOBRE LA POLÍTICA DE LA IGLESIA.


La Iglesia, en este caso de la Diócesis de Cartagena, cuyo departamento de migraciones dirigido por el sacerdote Ignacio Gamboa Gil de Sola, juez auditor del Tribunal Eclesiástico de la Diócesis de Cartagena, ha incendiado la política murciana tras emitir un comunicado en donde acusaban al ex vicepresidente de la Región de Murcia, José Ángel Antelo de carecer «de humanidad, empatía y compasión y veracidad» por vincular inmigración con inseguridad ciudadana. Todo por compartir un vídeo en redes sociales denunciando una paliza de dos marroquís a un joven en pleno centro de Murcia para robarle.

Y vuelve el cura a los tópicos de costumbre, como que  «están normalizando, con mucha osadía y total impunidad los discursos de odio que atentan contra uno de los grupos de personas más vulnerables: los de origen inmigrante»; y que en España hay «redadas racistas» que hacen «muy difícil la vida de las personas migrantes y refugiadas».

Para el cura xenófilo inútilmente llamado Ignacio, los migrantes  tienen en España una vida muy difícil, probablemente porque los malvados autóctonos no se dejan robar aunque les den una paliza. Que es que hay que ser mala persona, y racista, y xenófobo, para no dejarse robar por un inmigrante. Y para pensar que, si tan mal lo pasan, por qué coño vienen. 

Tan molestos han debido sentirse los fieles de la región, que el obispado de Cartagena se ha visto obligado a retirar esa nota de su página web y a emitir una aclaración.

Aclaración que, por supuesto, no ha conllevado la destitución del cura xenófilo e injuriador, porque tomar partido en la política a favor de los rojos y de los delincuentes -disculpen la redundancia- es cosa normal en los curas de estas tierras hispanas.

Mientras tanto, la Conferencia Episcopal guarda un silencio -más que discreto, culpable- sobre el asunto. Que sus curas mientan, patrocinen criminales y ultrajen a quienes no se pliegan a la moda, sigue sin ser asunto suyo, como no lo fue en su día la venganza exhumatoria contra el Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde.

Pero, eso si, seguirán esperándonos con la mano pedigüeña y sucia, para que sus curas canallescos sigan insultándonos y faltando a la verdad.


sábado, 14 de septiembre de 2024

SOBRE LA VERGÜENZA DEL CURA PACO.

Muchos no lo habrán conocido, y otros muchos acaso lo hayan olvidado. Allá por los años de la llamada Transición -traición, para cualquier persona decente- hubo un famoso cura más cercano a Stalin que a Jesucristo, al que sus amiguetes comunistas, la prensa procomunista de la época –o sea, toda menos El Alcázar- y los canallas de la política –o sea, casi todos- llamaban el cura Paco. La wikipedia lo idealiza -como todo lo relacionado con la rojez-, pero lo cierto es que el tipo fue un singular canalla y un tonto útil mientras duró.

Sirva lo que antecede como explicación de por qué motivo llamo cura Paco al llamado Papa Francisco, tan lamentable jesuita como aquél de la Tra(ns)ición española, cada día más relativista y cada hora más montonero. 

Cuenta hoy la prensa -también la radio pero el enlace de periódico es más fácil de encontrar- que el cura Paco ha declarado: «Estoy pensando en ir a Canarias, porque allí hay situaciones de inmigrantes que vienen del mar y me gustaría estar cerca de los gobernantes y del pueblo»

Lo cual, así dicho, no tiene nada de malo. Las islas Canarias constituyen una región española bien hermosa y bien merecedora de ser visitada y conocida. Los gobernantes de Canarias me son desconocidos, luego no puedo comentar al respecto, pero supongo que una visita de Su Santidad no les hará daño. Dudo de si la presencia de un Papa digno de su puesto le causará alguna erupción a los socialistas-comunistas-separatistas-ladrones-terroristas del Gobierno Central, pero eso me la trae al pairo.

Lo que ya me parece fuera de lugar es que una las condiciones de inmigrantes y del pueblo con el que quiere estar, porque creo que en las hermosas islas Canarias, e incluso en el resto de España, hay mucho más pueblo español que inmigrante, y con esas palabras parece que el Papa sólo se interesa por los venidos de fuera. Porque no discutiré que la Iglesia cuide de los necesitados y ayude al que lo necesita. Pero si empezamos por hacer de menos a los demás, luego que no se extrañen de que los católicos -los que, con todos nuestros errores, al menos no somos hipócritas- prescindamos de una Iglesia que nos considera de categoría inferior a los musulmanes que vienen a delinquir. 

Y no me salgan con gilipolleces: si no tienen papeles no pueden trabajar, y si no pueden trabajar tienen que mendigar o delinquir. Y si trabajan ilegalmente, también delinquen. Y quien promueva o defienda esto, es otro delincuente.

Pero es que, además, el cura Paco añade: 
Uno de los periodistas preguntó que, como católico, a quién se debería votar en los comicios presidenciales de Estados Unidos: ¿A Donald Trump o a Kamala Harris?
«Ambos están contra la vida», sentenciaba el Pontífice. El republicano, por querer expulsar a 11 millones de inmigrantes. «Seamos claros: expulsar a los inmigrantes, no darles la posibilidad de trabajar, no darles la posibilidad de trabajar, no darles hospitalidad es un pecado grave», explicaba. Por su parte, la demócrata «mata niños».

Bien: pues si para el señor Bergoglio es lo mismo echar delincuentes -véanse los párrafos anteriores- que asesinar nonatos, a mi que no me cuente entre los suyos. 

A la hora de marcar la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta, tampoco.


Publicidad: