Espionaje que consagra la nueva Ley Orgánica de Protección de Datos que han pergeñado y aprobado en el Senado los partidos políticos que nos desgobiernan, y que les permitirá -según ABC- rastrear datos personales y opiniones políticas en redes sociales sin necesidad del consentimiento expreso, dando pie a realizar perfiles ideológicos y personalizar la propaganda electoral.
Los expertos que cita el mencionado periódico ven en esto un grave peligro, y se escandalizan por el hecho de tener una lista de personas y sus pensamientos ideológicos en manos de un partido.
Y a mi, lo que me escandaliza es que haya expertos y periódicos que protesten ahora, como si no supieran que esto es una práctica común desde hace años. Muchos. Tantos como cuarenta. El hecho de escandalizarse ahora los convierte, bien en tontos, bien en hipócritas. Y, en ambos casos, en cómplices.
Que aquí tienen fichado a todo el mundo que les interesa es cosa sabida, y que todos lo hacen cuando y como les da la gana, también. Y si alguien no lo está, es lisa y llanamente porque no les parece suficientemente importante.
En este sentido -y como no creo ser importante como para que me tengan fichado-, les ahorraré la molestia: soy nacionalsindicalista -esto es, falangista, sin adscripción en estos momentos en ningún partido o grupo político- en lo ideológico; soy franquista -esto es, respetuoso del hombre excepcional y su legado- en lo emocional.
No soy antidemócrata -porque en José Antonio aprendí que ser anti algo es estar siempre pendiente de los demás para colocarse enfrente, y eso conlleva no tener posición propia-, pero tengo muy claro que la participación no puede ser a través de los manipuladores conglomerados de intereses, fobias y complejos que constituyen los partidos políticos.
Ya puestos, les diré a los partidos interesados que he sido militante de Fuerza Nueva, de Falange Española de las JONS y de Juntas Españolas, grupo este último de cuya Junta Nacional formé parte, a mucha honra.
Que he firmado artículos en la revista Fuerza Nueva, en el periódico El Alcázar -si bien en el modesto rincón del escaño nacional, especie de cartas al director con algo más de espacio-, y en el semanario La Nación. Que he dirigido dos revistas; una -Cruz de los Caídos se llamó- para los Distritos de Ciudad Lineal y San Blas de Fuerza Nueva de Madrid; otra -EJE-, en Juntas Españolas.
Y que llevo unos 12 años escribiendo este diario.
Por lo cual se comunica a los partidos políticos del Congreso y el Senado que se pueden ahorrar sus envíos de propaganda electoral, si esa es la finalidad de su espionaje.
Si su finalidad es otra, vayan pasando de uno en uno.
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