Las que pide para asistir a su investidura que son, básicamente, las de salirse
con la suya.
Evidentemente, para los señores -señoras, señoros- del
separatismo catalán los jueces deben permitir que los políticos hagan mangas y
capirotes. Esta afirmación creo que no hace falta demostrarla, pero ahí tienen,
por si acaso, los tres por ciento -y los cuatros, y los cincos- y las bolsas
llenas de billetes que andorrean, y los palaus que pagan las bodas de hijas,
y... En fin, ya saben ustedes si no son separatistas. Si lo son, todo esto lo
considerarán normal porque, aunque se haya descubierto que España no les roba,
pero sus caciques si, al menos, son de los suyos. Y para el buen separatista,
ser robado por un Pujol, un Mas, un Puigdemont, entra en los
cálculos.
Pero, yendo a las garantías, ti diré las qué puedes esperar,
Carlitos. Puedes tener garantía de que, en cuanto pises territorio español
-incluida tu región, evidentemente- cualquier policía, guardia civil o mosu que
te eche la vista encima te arrestará. Porque tu, Carlitos, eres un presunto
delincuente -si es que para dejar de ser presunto no basta con que tu delito
haya sido público, notorio y televisado-; eres un individuo acusado de delitos
que en un país civilizado -eso que aún no somos, pero quizá lleguemos a ser
algún día- supondría una pena de muerte o, como poco, cadena perpetua. Sin
revisiones ni gaitas, que la Justicia no es la ITV, leñe.
Puedes tener
garantía de que la policía o la guardia civil te meterá en los calabozos de la
comisaría o cuartelillo, y que antes de las 72 horas que marca la Ley te llevará
al Tribunal Supremo, donde te pondrá a disposición judicial.
Puedes
tener garantía de que el juez te interrogará, te pedirá explicaciones y cuentas,
y tomará la decisión que considere adecuada y ajustada a Derecho. Puedes tener
una garantía razonable de que la decisión del juez probablemente será la de
mandarte a la cárcel, puesto que dejarte en libertad te permitiría seguir
delinquiendo, y a la vista está que ese es tu propósito, y el de enmienda brilla
por su ausencia.
Puedes tener, Carlitos, garantía de que en la cárcel te
tratarán igual que a los demás presos -aunque los otros tengan sobre su
conciencia delitos infinitamente menos graves-, y puedes contar con la garantía
de que serás tratado mucho mejor de lo que tu has tratado a pensionistas,
farmacéuticos, hispanoparlantes, y, por resumir, todas las víctimas de tu
política de desviar a la delincuencia -sedición- los fondos públicos que todos
los españoles llevamos años dándote.
Puedes, por último, tener garantía,
de que serás tratado mucho mejor de lo que tu has tratado a los que no han
querido comulgar con tus delirios, con tus intenciones de sojuzgar a la mitad de
los habitantes de Cataluña -más de la mitad, si los resultados de las últimas
elecciones se consideran significativos-, con tus gastos suntuarios,
desorbitados e irracionales para beneficiar a tus cómplices.
Y puedes
-desgraciadamente- tener la garantía de que, como antes anticipaba, España no es
un país civilizado y respetuoso de la Ley; porque si lo fuera, Carlitos, no
andarías tan pichi de vacaciones por el mundo, y estarías metido donde
corresponde -que no tiene por qué ser una cárcel- desde hace tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario