Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 17 de enero de 2018

SOBRE LA BENDICIÓN.

La que corresponde hoy, día de San Antón, a nuestros amigos los animales. 

Como carezco de la dosis de crueldad que supondría, en mis circunstancias, tener un animal en casa -alguien diría que otro, pero en fin, eso es cuestión de opiniones- creo que me sumaré a la festividad del día con unas propuestas razonablemente aproximadas.

Por ejemplo, pediría la protección de San Antón para don Mariano Rajoy, bajo la efigie de ese animal tan simpático que responde al nombre de perezoso, especie cuyo lentísimo metabolismo parece hacerle vivir a cámara lenta.

No podría faltar el señor Puigdemon, tan fácil de asimilar al asno que los más cerriles aldeanos separatistas tienen como tótem.

Tampoco debería faltar el señor Mas, que dado su repetido propósito -proclamado hace años- de derrotar al Goliat del Estado español con la astucia del independentismo, sería fácilmente equiparable con el zorro.

Entre paréntesis: por evidentes razones del democrático derecho a la libertad de expresión, omitiré referencias al femenino del referido animal. Fin del paréntesis.

Sería necesario presentar a don Pablo Iglesias, tan puesto en su papel de orangután macho alfa de su manada. 

Y, por supuesto, a don Pedro Sánchez, tan simpático en su papel de perrito faldero que brinca de un lado a otro en busca de quien le acaricie los lomos.

Y, evidentemente, deberíamos pedir la bendición la bendición de San Antón, en este su día, para el pueblo español en general, que nadie en su sano juicio dejará de asimilar con un obediente rebaño ovino.




No hay comentarios:

Publicidad: