Es decir, la que los sociatas del ajuntamiento madrileño han pedido para su
compinche difunto, Pedro Zerolo.
Nada extraño, si tenemos en cuenta que
nada más fallecer el duque de Suárez le plantaron su nombre al aeropuerto de
Barajas, sin que nadie me haya explicado todavía qué relación tuvo el difunto
con el aeropuerto, y por qué un aeropuerto con décadas de historia a la espalda,
y no un -pongamos por caso- puente, parque, centro cultural o similar. ¿Quizá
porque el aeropuerto de Barajas ya estaba hecho, y hace tantos años que no se
construye nada nuevo y útil que no queda ningún vestigio del pasado sin
rebautizar, siguiendo la técnica de los faraones que ponían su nombre en las
tumbas que habían construido otros? ¿O porque, de seguir la lógica, al señor
duque de Suárez le hubiera correspondido un mingitorio público?
En fin, a
lo que iba, que es el deseo de los sociatas de ponerle el nombre de su compinche
a alguna zona pública que lo recuerde en las calles. Y parece que -ayer lo
comentaba mi camarada Eloy en su Trinchera, y hoy lo pueden ver en la página 4
de 20 Minutos- el lugar que proponen es la Plaza de Vázquez de
Mella.
Cada día me cuesta más creer en las casualidades, sobre todo
tratándose de gente resabiada, henchida de complejos que lucen como medallas,
hinchada de estereotipos. Por ello -y aunque la natural necedad que ostentan sin
recato pudiera llevar a pensar otra cosa- debo creer que piden esta plaza
concreta porque alguien les ha dicho quien fue Vázquez de Mella. ¿Qué mejor -se
habrán dicho- que desalojar del callejero a un tradicionalista, para homenajear
a un homosexual?
Porque el señor Zerolo fue, durante toda su vida
pública, un homosexual. Fue de los que ostentan su condición sexual como trofeo
y mérito, no de los que la dejamos -como la inmensa mayoría de la gente- en
nuestra intimidad. Pedro Zerolo fue políticamente homosexual; esto es: hizo de
su condición título de mérito para ocupar cargos.
Y fue, además, un
homosexual exhibicionista; de los que presumen y se refocilan en lucir
públicamente lo íntimo, de manera que hasta para alabar a su jefe de manada
sacaba a relucir sus inclinaciones. Recuerden cuando dijo aquello de que
Zapatero le daba unos magníficos orgasmos... orgasmos -se vió obligado a
precisar- democráticos. O sea: que don Pedro Zerolo -fuese bujarrón, bardaje, o
ambivalente, y las reclamaciones al diccionario- usaba la democracia para
metérsela en el culo.
Por supuesto, tiene mucho más derecho que Vázquez
de Mella a tener una plaza en este Madrid.
2 comentarios:
¿Quién Era Vázquez De Mella?
En Su Casa Le Conozcan,
O Historiadores, Tan Solo.
Mas, Seguro Que Al ZEROLO,
-Que Fue BUENA MARICLUECA-
Reinando En La Alegre CHUECA,
Sus Méritos Reconozcan,
Dándole Una PLAZA BELLA,
Para Demostrar La Pena,
De ZAPO-J-ETA, A Carmena
Y El "ORGULLO QUE RESUELLA",
De YANKYLANDIA Hasta ESTELLA.
Ahí Queda Esta DÉCIMA.
Saludos.
Brindis Por La "NORMALIDAD" DESTERRADA.
Y ¡¡RIAU RIAU!!
Espléndida Décima, amigo Old Nick. Me sumo a ese brindis, faltaría más.
Un saludo.
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