Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 28 de enero de 2015

SOBRE UNA PETICIÓN.

La que se ha formulado en la plataforma Change.org, pidiendo al alcalde de Valladolid que se paralice la proyectada destrucción del monumento erigido en memoria de Onésimo Redondo, situado en cerro de San Cristóbal.

Este es el texto, y al final puede, quien lo desee, encontrar el enlace que le llevará a la página correspondiente para firmar la referida petición. Por supuesto, el que suscribe ya la ha firmado, y encarece a quien lea que haga lo mismo.

* * * * *

Dirigida a Excelentísimo señor don Francisco Javier León de la Riva Alcalde de Valladolid
Esta petición será entregada a:

Excelentísimo señor don Francisco Javier León de la Riva Alcalde de Valladolid

Por el bien de España no 
ayude a los que quieren destruirla.
José Antonio Hinojosa
España

Me dirijo a usted, en primer lugar, para expresarle nuestra repulsa más rotunda a la decisión adoptada por la corporación que usted preside con mayoría absoluta de proceder a la destrucción del monumento dedicado a Onésimo Redondo situado en cerro de San Cristóbal, escudándose en la partidista consideración, fruto de la presión de la izquierda ante la que su corporación ha cedido, de dicha obra como contraria a la sectaria ley conocida popularmente como de "la memoria histórica".

En segundo lugar, para pedirle que proceda a la revisión de tan lamentable decisión y no solo mantenga el monumento en recuerdo de un vallisoletano ilustre, sino que proceda a su restauración y vigilancia, instando a actuar contra aquellos que, asumiendo el papel de juez y verdugo, actuando con total impunidad, han procedido en diversas ocasiones a causar daños al mismo.

La historia no se borra a base de piqueta, ni memoria alguna es posible cuando se procede a cercenarla para complacer a aquellos que son adversarios políticos y se defrauda a quienes, con mayor o menor convencimiento, le han apoyado.

No es necesario referirle aquí la historia de la vida de Onésimo Redondo, ni su defensa encomiable de los remolacheros en los años treinta, ni la gigantesca obra de asistencia realizada al comienzo de la guerra por su esposa Mercedes Sanz Bachiller, ni recordarle que perdió la vida a manos de quienes profesaban la misma ideología -la izquierda- que quienes le han forzado ha adoptar la decisión de destruir el monumento que sus vecinos, por suscripción popular, no pagado por ninguna instancia oficial del régimen de Francisco Franco, erigieron en 1961, veintidós años después del final de la guerra civil.

Estimo que sus asesores le han informado mal, pues este monumento, por su propia razón de ser, no solo no contraviene la mal llamada "ley de la memoria histórica", que el Partido Popular por miedo a la izquierda no se ha atrevido a reformar, sino que se encuentra protegido por la misma. No es necesario que le recuerde que la Ley 52/2007 se rotula con una declaración de intenciones que no deja muchos espacios a la duda, pues establece "medidas en favor de quienes padecieron persecución y violencia durante la guerra civil" sin concluir en el enunciado que se refiera a los de una sola parte, y Onésimo Redondo está incluido en tal consideración ya que fue asesinado el 24 de julio de 1936, a los pocos días de iniciarse la guerra. ¿Cabe mayor padecimiento de violencia?

No es posible justificar la destrucción de un monumento dedicado a una persona con lo dispuesto en la citada ley. Por su propia naturaleza este grupo escultórico que debiera ser considerado patrimonio histórico-artístico, no es conmemorativo de la guerra civil, pues está erigido para recordar a una persona que murió en la guerra; tampoco es un monumento conmemorativo de la Dictadura, pues Onésimo Redondo fue asesinado en julio de 1936 y el régimen del general Franco se inicia en paridad el uno de octubre del mismo año; tampoco constituye una exaltación de la sublevación militar, pues su única finalidad es el recuerdo y homenaje a un líder político muerto al iniciarse el conflicto. Es más, ni siquiera la inserción en el mismo del ya medio derruido emblema del yugo y las flechas puede ser considerada contraria a la ley cuando existen diversos partidos legales que lo mantienen como símbolo y con el que han concurrido a todas las elecciones desde 1977, no siendo preciso apuntar que esa utilización no ha supuesto la menor controversia por parte de las Juntas Electorales, ahondando en el hecho de que una reciente sentencia no establece una titularidad en exclusiva de este símbolo a un partido concreto.

Por todo ello me veo en la obligación de requerirle para que, amparándose en el razonamiento sucintamente expuesto pero que estoy seguro sus asesores podrán desarrollar, proceda a la detención de la demolición y a la revisión de la decisión adoptada por la corporación que usted preside.


Atentamente.

http://www.change.org/p/excelent%C3%ADsimo-se%C3%B1or-don-francisco-javier-le%C3%B3n-de-la-riva-alcalde-de-valladolid-por-el-bien-de-espa%C3%B1a-no-ayude-a-los-que-quieren-destruirla

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