Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 29 de enero de 2015

SOBRE EL ESCÁNDALO OBAMA.

En este caso, el protagonizado por doña Michelle al presentarse al funeral del rey Abdalá, en Arabia Saudí, sin velo ni cosa similar.

El asunto ha sido, por lo visto, bastante criticado por los saudíes, y de ello se han hecho eco los tolerantes de la prensa española y quizá universal.

Aquí, claro, estamos acostumbrados a ver a nuestros reyes con la kipá judía cada vez que visitan Israel, y hemos visto ministras ataviadas con velo en viaje oficial a Marruecos. Suponemos -suponen los tontainas de guardia- por tanto, que cuando se va a países musulmanes la mujer debe cubrirse en señal de respeto a sus costumbres.

Pero, entonces ¿por que las mujeres musulmanas no se despojan de velos y burkas, y los hombres de sus túnicas y turbantes, por respeto a nuestras costumbres?

Porque, si se respetan las costumbres del país que recibe la visita, todos estos aditamentos sobran en nuestras calles; y si se respetan las costumbres del viajero, nada hay que decir de la mujer occidental que vista en países musulmanes con arreglo a sus costumbres habituales. O sea: que doña Michelle Obama ha hecho muy requetebién en lucir su cabeza descubierta.

¿O la costumbre que respeta los ultratolerantes de Occidente es que los musulmanes siempre pueden hacer lo que les salga de la chilaba?

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