Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 7 de enero de 2013

SOBRE EL TOCAMIENTO OTORRINOLARINGOLÓGICO.

Debo a mi camarada Martín un dicho que -en las contadas ocasiones en que no prefiero la artillería dialéctica- me permite decir lo mismo con cierta elegancia semántica. Consiste en declarar que tal o cual cosa no la voy a hacer -o pensar, o decir- por motivos otorrinolaringológicos y sexuales; o sea: que no me sale de las narices ni de... bueno ya se imaginan. Vaya esto como explicación del título.

El tocamiento de narices corresponde -como casi siempre últimamente- a los separatistas catalanes, con un leve añadido de los baskos. Y consiste -lo dice El Mundo- en la declaración acerca de considerar una cierta provocación -caso de la señora presidenta del Parlamento regional catalán, Nuria de Gispert-, o "fuera de lugar" y que "más que apaciguar" parecen "estimular" lo que "pretende soslayar" -en el caso del portavoz del Gobierno basko, Josu Erkoreka- las declaraciones del Ministro de Defensa durante la Pascua Militar.

El señor Morenés -no vayan a creerse los que desconozcan sus declaraciones- dijo que los militares “mantienen el ánimo firme y sereno, sin atender a absurdas provocaciones, y cumplen calladamente con su deber”. En El País lo tienen.

O sea: que el señor Ministro de lo que queda de Defensa, que no es mucho, no hizo en su alocución sino emular a aquél desgraciado general Batet, cuando recomendó a sus subordinados ser ciegos, sordos y mudos ante las ofensas a la Patria y al Ejército.

Y uno se pregunta qué hubiera pasado si el señor Morenés no se muestra tan comedido, críptico, plano y acongojado, sino que dice claro, alto y por derecho que los militares no están al servicio de los partidos políticos que gobiernen en cada instante, sino al de España, y que su deber -ese al que hizo referencia- viene determinado, si no se atreve a ir más allá, por la Constitución, que les encomienda claramente la defensa de la integridad territorial.

También se pregunta uno si esto -tan democrático, tan evidente, tan obediente al poder civil constitucional- lo hubieran dicho los anteriores ministros de Defensa no hubiera cambiado la circunstancia actual. Porque al final va a resultar que, precisamente los que desde 1978 estamos en contra de esta mierda de Constitución, somos los únicos que la queremos cumplir mientras no sea posible cambiarla.

1 comentario:

oinota dijo...

Acabo de dejar un comentario pero no se si ha quedado registrado. Quería dar a conocer este enlance. Creo que hay que buscar sumar, encontrar el minímo común denominador:

http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1211081048-lo-peor-no-es-la-constitucion

¡Por Dios, por España!.

Un saludo.

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