Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 2 de marzo de 2012

SOBRE LOS ABORTOS POSPARTO.

Si aborto es -según la RAE, y en segunda acepción, ya que la primera se entiende por la acción de abortar- la interrupción del embarazo por causas naturales o deliberadamente provocadas, resulta más que evidente que después del parto no puede existir aborto, salvo en el sentido -cuarta acepción- de engendro, monstruo.

Vale como engendro o monstruo la opinión de dos fulanos -o, no se me enfaden las hembristas bibianas- un fulano y una fulana -Alberto Giubilini y Francesca Minerva, de las facultades de Filosofía de Milán (Italia) y Melbourne (Australia)- que han hecho pública la tesis de que un feto y un recién nacido son dos seres "moralmente equivalentes", puesto que ambos tienen el potencial de convertirse en personas.

La noticia la daba ayer mismo Infocatólica, y también -para que los anticatólicos se empapen- El Mundo, que comentaba que desde esa premisa, defienden que las mismas razones que justifican el aborto de un feto sirven también para el infanticidio.

Los firmantes sostienen que matar a un recién nacido después del parto no es una alternativa al aborto ("realizarlo en las primeras fases [del embarazo] es la mejor opción"). Sin embargo, añaden, "si después del nacimiento se detectase alguna enfermedad no identificada durante la gestación; si algo va mal durante el parto o si alguna circunstancia económica, social o psicológica cambiase y supusiese una carga inaguantable", las personas deberían tener la opción de no verse forzadas a hacerse cargo del niño. Y aunque admiten que la adopción puede ser una alternativa al infanticidio... "podría causar un estrés psicológico insoportable".

Como quiera que a estos dos fulanos o -vaya por las hembristas- fulano y fulana, que a su regurgitación le llaman filosofía, les han llamado de todo, el editor de la revista, Julian Savulescu, afirma: "más que nunca, la discusión académica y la libertad están bajo amenaza de aquellos que se oponen a los valores de una sociedad liberal".

En mi modesta opinión -la de alguien que no ha ido, en Filosofía, más allá del COU de los años 70, y lecturas por libre de Ortega y Gasset, de Kant, de Spengler y algunos otros-, el señor -es un decir, ya me entienden- Savulesco mea fuera del tiesto. Porque precisamente es la libertad la que me permite proponer que se estudie académicamente la posibilidad de someter a un aborto posparto a los fulanos -y fulanas- que han presentado esa teoría. Y al propio editor Savulescu. ¿No es esto una libre discusión académica? ¿No suponen estos fulanos y fulanas una carga social inaguantable? ¿No producen un estrés psicológico insoportable estos hijos de la gran puta? Es más: ¿no es clara la existencia de una malformación o deformación mental la exposición de esta tesis? ¿No anda chunga la circunstancia económica y parece razonable prescindir de macacos de tal calibre?

Pero, en el fondo, estos fulanos -fulano y fulana, por las bibianeces, ya saben-, han puesto el dedo en la llaga y el mejor argumento sobre la mesa. Ellos mismos lo dicen: 'Un feto y un recién nacido son moralmente equivalentes'.

Lo cual implica, necesariamente, que el aborto debe estar sujeto a las mismas leyes que el infanticidio, y debe suponer un delito de homicidio o asesinato. ¿Quien necesita más argumento, cuando los mismos prehomínidos abortistas lo admiten así de claro?

3 comentarios:

ansiadalibertad dijo...

Me lo estaba pasando pipa leyendo, ere el ma mejó, pero a la vez preocupado; "lo ha visto seguro, tiene que decirlo". Y, claro,'Un feto y un recién nacido son moralmente equivalentes', ellos - los abortos de la cuarta acepción - lo han dicho aunque seguro que no pretendían.

Me pone malo la osadía de distinguir entre antes o después de 'salir', me pone enfermo la cinta métrica, yo también mataría cuando ponen fecha de caducidad.

En fin Rafael, que no se acaban los bocazas busca portadas.

Cuídate

Julio Cesar dijo...

Cuando leo esto, pienso, ¿Que clase de bestia inhumana pudo regurgitar tales animaladas? apuesto y a que no pierdo que nisiquiera los gente que esta a favor del aborto puede concebir tales barbaridades.

Se nota que los que los autores de tales ideas carecen de todo rastro de etica y moralidad, justificando como algo moralmente correcto el "asesinato", por que eso es lo es, de un recien nacido.

Tambien no pude evitar preguntarme ¿Que clase de madre preferiria matar a su propio hijo antes de darlo en adopcion? ya que segun estos "Filosofos y pensadores de a humanidad" es mas facil de llevar en la conciencia el asesinato de un hijo a su deje en adopcion ¿Compleatamente ilogico no creen?

Y por ultimo y para cerrar con broche de oro estos genios han decido hecharse tierra a ellos mismos y a sus ideas comparando como iguales a un feto y a un recien nacido. Y no se ustedes pero en todo pais medianamente civilizado sofre la faz de la tierra eso es ni mas ni menos que infanticidio, asesinato, homicidio o como quieran llamarlo. Osea que siguiendo esta logica toda persona que participe en un aborto esta en si cometiendo infanticidio.

Como ultimas palabras solo puedo decir que las unicas personas peores que estos macacacos son los demas macacacos que esten de acuerdo con ellos, ya que siempre digo "El malo no es el loco, si no quienes lo siguen"

Rafael C. Estremera dijo...

Gracias, Carlos, Julio Cesar.

Efectivamente, ellos lo dicen. Es lo primero que me saltó a la vista: es una argumentación antiabortista perfecta, y los cretinos ni se dan cuenta de lo que dicen.

El caso es que el debate "filosófico" o ideológico está de más. No hacen falta ni argumentos morales o religiosos. La ciencia -el nuevo tótem de la progresía- demuestra palmariamente que desde el momento de la fecundación existe un ser humano.

Pero estos percebes -y los que, como indica Julio Cesar- los seguirán, son demasiado bestias para entenderlo.

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