Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 27 de agosto de 2011

LA GRAN SOLUCION (O NO). (Por Arturo Robsy)

No es posible decir que nuestros gobernantes y nuestros aspirantes sean ineptos o faltos de principios o de inteligencia, porque actúan bien desde esas ideas de doscientos años: los mismos objetivos desde el Siglo XVIII, lo que merece la medalla a la constancia, con floripondio triangular. Sólo son salvajes: algunos de nacimiento y otros fabricados. Lo que conviene tener en cuenta es que estos españoles cimarrones, entrenados en ideas extranjeras, pretenden dominar el mundo entero, y bien dicho lo tienen. Y bien actuado. Dominar por guerra, por dinero, por letras de cambio (que ya se quedaron atrás). O sea, el propio Zapatero declaró a revistas del cuché, que era un rojo, o rojazo. Y si hay alguien del "dejar hacer, dejar pasar" es el señor Rajoy: de libro francés del siglo XVIII. De manual.

Entre unos y otros nos han llevado, con mucho consenso, a la mundialización que le dicen con diferentes ingenierías sociales y con un mimetismo llamado "ideología", que sólamente es excusa, blocao, refugio y trampa para elefantones algo inocentes. Hubo un creador de La Ideología (no una u otra, sino de la ciencia que, traducida, vale por Discurso de las Ideas), o, al menos, quien primero usó la palabra fue Destutt de Tracy. Desde Francia ¿Cómo no? Y en 1789: verde y con asas. La Ideología no se preocupa ni de la moral ni de la metafísica ni de la lógica. Anda como continuadora de Locke y, claro, considera al hombre como lobo del hombre y le parece natural. Como los ideólogos pensaban que la idea era una cuestión de palabras, ya se encargó Gramsci, buen rogelio, de demostrar, a su aire, que las palabras pueden y deben cambiar de su sentido al contrario. Como método. Un ejemplo, la llamada Ley de Muerte Digna.

En otras palabras: los llamados "principios", ya socialistas, ya liberales, son todos "antiprincipios". Nada que ver con la realidad.Casi como el derecho actual. Vivimos, entre unas cosas y otras, en un mundo superpuesto, imaginario, en el que muchos dicen creer y muchos se extravían. Y hasta aquí se llega precisamente porque ya se ha citado el cuento de la Muerte Digna, cosa gramsciana.

Hay -en el momento de escribirse esto,- una señora de noventa años a la que, por palabra de su hijo, la consejera de salud de Andalucía, ha desconectado de comida y de agua en en hospital de la Blanca Paloma, Huelva. Está muriéndose de sed y de hambre, y dicen que eso se hace por justicia. Si se dice en la cabecera que aquí se contiene la gran solución, hay que irse primero a tres asuntos normales: Que, por pacto entre liberales y rojillos, van a cambiar al constitución en su artículo 135. Que la ley que están aplicando a la desventurada nonagenaria, es sólo válida en Andalucía. Debe quedar claro: ley sólo para habitantes de Andalucía. Y que tres artículos después, en nuestra constitución, el 139, afirma que todos los españoles estarán sujetos a las mismas leyes, vivan donde vivan, que no es el caso de una ley mortal sólo válida en Andalucía. ¿En nombre del Estado de Derecho?

Y ahí está la solución definitiva: Puesto que de hecho, o sea de facto, andamos todos sometidos a leyes y haciendas distintas y caminamos por la extraña vía constitucional de la ruina absoluta, ¿por qué no seguir igual, sin menealla, y crear, con la misma cara que las Caimán, que Jersey, que Suiza o Gibraltar (que es territorio nuestro), o sea, con la misma cara mundial y plutocrática, una serie de paraísos fiscales? Se puede empezar con un paraíso que coja a La Línea, a Algeciras y a Tarifa. O, si se prefiere, la Isla de Perejil, cabras incluidas.

Y luego, ya embalados, un paraíso por provincia. Madrid, por supuesto; Barcelona tendrá que discutirse, porque es demasiado voraz y mentirosa. ¿Se comprende bien que en esta recesión que nadie sabe como parar, o no lo dice, sería una entrada de dinero fresco que nos permitiría, para variar, invertir en nosotros? Y esa es la solución, además de cargarse el origen de nuestra penuria: las Autonomías. Como decía Fernando Vizcaíno Casas, "las Autonosuyas".

Y no se trata de pensar en ello sino de hacerlo.

Arturo Robsy, contra-ideólogo.

11 comentarios:

De Melk dijo...

Es muy fácil: quitas las autonomías que en su día nadie pidió, y que fueron inventadas para "disimular" que Cataluña, Vascongadas y Galicia tuviesen, estas tres con todo el derecho. El famoso "café para todos",funesta idea parida, por cierto, por las sempiternas cabezas centralistas, mesetarias, anticuadas y casposas de siempre. Todo un clásico de esta Celtiberia de risa por la que algunos aún matarían.
A ver si de una buena vez nos administran desde Alemania, que son gente seria y capacitada, y nosotros a lo nuestro: la pandereta, el vinito, y la siestecica. Esque ya se ha demostrado: tres siglos de administración Mesetario-Castellana y balance final de pena, ruina, y esperpento.

Saludos, señor mío.

Anónimo dijo...

Anónimo dijo...¡Hombre, De melk! ¿tú por aquí? :)

Suscribo la idea de que sea Alemania la que administre y salvaguarde el futuro de Europa, ergo también de Occidente. Ya perdimos una oportunidad histórica en Endaya y, a estas alturas, no es cuestión de andarnos con remilgos. :)

PD: Rafael, tu blog no reconoce mi cuenta como válida ¿¿??

Saludos, Apañó.

Anónimo dijo...

F de E: Hendaya.
Apañó

Rafael C. Estremera dijo...

No se qué pasará, apañó. Será cosa de Gmail y Blogger, que tienen a veces estas gracias.

Estoy en parte de acuerdo con usted, señor De Melk. Lo estoy en que es absurdo darle autonomías a cualquier gato, incluso -como en el caso de Andalucía- aunque no la quiera, como ocurrió en su día.

No estoy de acuerdo en que Cataluña, Vascongadas y Galicia tuviesen ningún derecho a considerarse mejores que el resto, y menos aún que lo tuvieran a hacer valer como buenos los cuentos de algunos abuelitos que nunca supieron de qué hablaban.

Cataluña jamás ha sido un "país" independiente de nadie. Ha sido, desde que es Cataluña, bien parte de la Marca Hispánica que los franceses crearon para detener el Islám, bien parte del Reino de Aragón. La famosa Diada, conmemora la derrota de los partidarios del Archiduque Carlos frente a los de Felipe V: Austrias contra Borbones. En guerra que perdieron los catalanes y todos los españoles, visto lo visto después. Y a mi me hubiera gustado que el resultado fuera el contrario, pero la Historia está ahí, y no hay separatista que la pueda mover.

Vascongadas no ha existido jamás como unidad política de ningún tipo. Desde que los Señores de Vascongadas, de cada valle perdido y aldea minúscula, pidieron la protección del rey de Castilla, nunca han tenido, no ya independencia, sino ni siquiera la menor conciencia de ser otra cosa que castellanos primero, y españoles después. Hasta que llegó el majadero de Sabino Arana y se inventó lo que nunca había existido, incluída bandera de su partido, copiada de la británica, que luego instituyeron como del llamado Euzkadi.

Si Cataluña tuvo su Estatuto en la IIª República, y Vascongadas ya empezada la guerra, fue por granjearse la ayuda de la burguesía en el primer caso, y de ganárselos para el bando rojo en el segundo.

Considerar que Galicia ha tenido nunca el menor deseo de independencia o autonomía, fuera de cuatro mentes calenturientas, es un ejercicio de ucronía imposible de sostener en la realidad.

Con respecto a los tres siglos de administración Mesetario-Castellana, como usted dice, le indicaré que en ese tiempo ha habido muchos políticos catalanes en los gobiernos "centralistas". Y puestos a hablar de penas, ruinas y esperpentos, me permitirá que le señale que todo ello ha alcanzado eximia cotas en los últimos 30 años. Precisamente los años en que -salvo las contadas legislaturas de mayorías absolutas- CiU y PNV han influído considerablemente en los sucesivos Gobiernos.

De Melk dijo...

Vamos a ver:

Tener autonomía política no significa ser mejor que nade. Tener autonomía política es resultado de la necesidad y sobretodo de la voluntad y el legítimo deseo de ciertas comunidades, pueblos, sociedades, naciones... como quera usted llamarle, para lo cual no hace falta, tan siquiera, tener "razones históricas". Repito: con voluntad política mayoritaria es más que suficiente. Y ese derecho debe ser respetado si, llegado el caso, se quiere ejercer. Así de sencillo. Como si usted quiere abandonar su comunidad de vecinos simplemente porque le parece que en otra parte va a estar mejor, por más que desde tiempos inmemoriales su familia haya morado en esa comunidad. Pues usted se larga y punto. Y a prosperar, o a fracasar, eso ya es su problema.
Mire usted, yo no soy independentista; incluso sabiendo que vinculada a España Cataluña pierde dinero. Pero cuando oigo hablar a los eternos guardianes de la unidad de la patria me entran muchísimas ganas de probar suerte sin nuestros hermanos peninsulares.
Ah, y no me haga usted trampas: las riendas del estado siempre, desde hace tres siglos han estado en manos no muy "periféricas", que digamos, por más que algún Prim, Pi Margall o algún ministrillo del Psoe o Pepero haya tenido su "cuota no castellana" de poder.

Espero haber dejado clara mi postura, sin voluntad de polemizar con usted, ya que en estos casos sé por experiencia que los sentimientos -ustedes los españolistas de extema-derecha son, básicamente unos sentimentales- nublan la mente y se acaba en una pugna del tipo "lo mío es mejor que lo tuyo" y sinceramente, ya somos mayorcitos.

Un placer, reciba un saludo.

Adso de Melk

Rafael C. Estremera dijo...

Veamos pues, señor De Melk:

Pedir autonomía política para una región y decir que dársela a las demás es "una funesta idea centralista," no me parece que sea un mismo rasero.

Si la autonomía viene determinada por el deseo y la voluntad, habrá de admitir que habrán de tenerse en cuenta los deseos y las voluntades de todos. Es decir, tanto -pongamos por ejemplo- la suya como la mía.

Si se detiene a pensar, sus propias palabras me dan la razón: usted puede irse de su comunidad de vecinos cuando quiera, por su libre deseo y voluntad. Lo que no puede hacer, es llevarse un piso del edificio, porque el edificio es de todos los vecinos.

Sobre si Cataluña pierde dinero, todo depende de la forma de hacer las cuentas. Hay quien dice -con datos- lo contrario. Pero como la economía me aburre profundamente, dada mi incapacidad, no voy a discutirselo.

Y no le hago ninguna trampa: en los últimos 30 años, salvo dos o tres legislaturas de mayorías absolutas, en todas las demás los partidos nacionalistas han negociado sus apoyos al Gobierno a cambio de la aceptación de sus propuestas o peticiones.

Tampoco tengo especial interés en polemizar, y de mí usted jamás leerá que una región española es mejor que otra. No se en qué se basa para decir que los españolistas de extrema derecha somos unos sentimentales. Para empezar, no soy de extrema derecha, ni de ningun derecha; pero en todo caso, no creo que en cuestión de sentimentalismos se queden cortos los catalanistas, de cualquier tendencia política.

Reciba también un cordial saludo.

De Melk dijo...

Don Rafael:

Es funesta en tanto en cuanto dar autonomía a quien no la pide no es para nada racional ni sensato ni económicamente sostenible a la larga, como se viene demostrando. Usted sabe que Extremadura, Murcia, Cantabria, Asturias, Castilla-La Mancha y algunas más nunca pidieron, desde la base popular, tener autonomía política precisamente porque no existio nunca ese deseo autonomista. Los primeros sorpendidos fueron muchos de esos ciudadanos. Y se cuenta que en su momento se tuvo incluso que diseñar banderas y componer himnos un poco a prisa y corriendo, y todo "por no ser menos" que Cataluña. A eso me refería. No dar autonomía política no es dar peor trato ni ser menos. Al contrario, esas tierras estarían mejor y más tranquilas con sus competencias actuales administradas por el estado central.

Respecto a voluntades: si usted se quiere ir, ¿bajo qué imperativo moral yo le puedo obligar a usted a que se quede? Creo que me puede entender. Por cierto, el piso en el que resido es de mi propiedad, no es propiedad de la comunidad.

Bueno, respecto a la sentimentalidad, lo digo porque el patriotismo es un sentimiento, y una de las características más marcadas de los ultraderechistas es el patriotismo. No hay nada malo en los sentimientos, solo que a veces enturbian la mente e impiden entender posturas diferentes a las nuestras.

Por cierto, puede que usted no sea derechista, pero admita que su blog está repleto de simbología que por lo común induce a pensarlo. De siempre he asociado el Valle de los Caídos al franquismo, lo mismo que el escudo con el águila, y comprenderá que entendamos, algunos, que el franquismo fue un totalitarismo de derechas.
Coincido con usted en que también el catalanismo y su vertiente política, el nacionalismo,un componente sentimental acusadísimo, y por parejos motivos, dado el caso, también lo someto a crítica.

De nuevo, un saludo.

Apañó dijo...

Creo, leído lo leído, que el quid de la cuestión está en la "voluntad popular".
¿Estaría legitimada la voluntad popular de cualquiera de las autonomías actuales para, llegado el caso, forzar su secesión del resto de España?
Si Marx nos enseñó que no existe verdad jurídica, moral o ética, que no sea arbitraria, si insistió, digo, en que no existe la verdad universal o absoluta... ¿por que habríamos de ceder al dictamen de las voluntades populares? ¿En base a que justa verdad? ¿¿??

Rafael C. Estremera dijo...

Completamente de acuerdo, señor De Melk, en que no es racional darle autonomía a quien no la pide. Creo que diferiremos, no obstante, en si es racional dársela a quien sí la pide. Autonomía, entendida como descentralización administrativa; incluso, si se quiere, como la posibilidad de que cada comunidad gestione los asuntos que le afectan exclusivamente desde el más escrupuloso acatamiento a las leyes, es razonable. Autonomía política para ir abriendo miniembajadas, o para exigir tratos de favor bajo la coacción del separatismo, no es, en mi opinión, razonable.

Lo de que en su momento se diseñaron banderas y se compusieron himnos de prisa, corriendo y casi a la fuerza es totalmente cierto. Véase el ejemplo de Madrid, cuyo himno, gracias a Dios, nadie recuerda.

Estoy de acuerdo con usted en que si se quiere ir de su piso puede hacerlo, ya se lo decía anteriormente. Lo que usted no puede hacer, por muy de su propiedad que sea el piso, es sacarlo del edificio en que está construído. Porque el edificio no es sólo suyo, sino de todos los propietarios en conjunto.

El patriotismo, en efecto, es un sentimiento. Pero también es un razonamiento. El patriotismo que sólo se nutre de las emociones es similar al que puede sentir una vaca con respecto a su comedero. Hace falta más que la pura emoción para que el patriotismo supere lo puramente instintivo.

Muchos entieden lo que les han dicho, y acaso no han profundizado más allá de lo que les han querido decir. En mi blog aparece la Bandera con escudo de águila, que muchos llaman anticonstitucional o preconstitucional, a pesar de que la Constitución firmada por el Rey lo llevaba, pues no se cambió -por Ley ordinaria- hasta dos o tres años después.

La foto del Valle de los Caídos, a la que no concedo particular significación política, se muestra en mi cabecera desde el momento en que un Gobierno revanchista y guerracivilista inició el acoso y -por ahora sólo intento- derribo. Tanto del monumento físico, como del significado de reconciliación que tuvo en su día. Conozco hijos de trabajadores que lo construyeron, así es que las pseudonoticias de la prensa amarilla no me convencen ni un poco.

Con respecto a mi forma de pensar, soy Nacionalsindicalista, cosa tan lejana de la derecha como de la izquierda.

En todo caso, señor De Melk, es una satisfacción poder debatir con personas razonables, y le agradezco sus comentarios. Un saludo.

Rafael C. Estremera dijo...

Apañó: en todo caso, la voluntad popular a la que habría que consultar ante una propuesta de secesión, no sería solamente la de la región que lo pretendiera, sino la de todos los españoles.

Lo contrario sería ser a la vez juez y parte, cosa no muy bien vista entre los que se autodenominan Estados de Derecho.

De Melk dijo...

Don Rafael,
Gracias, lo mismo digo.

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