Nunca he sabido bien por qué el odio furioso a la religión Católica que exhiben los progresistas desde antes de la Primera República. Ahora, ni te digo.
Lo que cualquiera sabe y ve es el tumulto que esas gentes han planeado para la visita del Papa, que no se explica más que en función del odio o, al menos, de la rabieta del impotente. Participan gentes que sí tienen color: el mismo. Los de la cosa del 15 de Mayo, los sindicatos de toda condición y eso indica huelga en los aeropuertos, en los metros y algaraditas en las calles. Otros lo llamarían "ataque". Casi a la bayoneta.
¿Es que quieren trasmitir a los 600 millones de espectadores que España está liquidada ya? ¿Es que saben que no van a correr ningún riesgo, porque nadie osará darles un porrazo merecido? ¿Es que esto será un ensayo de las movilizaciones previas y posteriores a la elecciones generales? ¿Ha predicado el Papa contra ellos en particular? ¿Cobran por la jarana?
Pero la furia contra el hecho religioso es una constante histórica. Quiero decir que los primeros que se levantaron contra una fe fueron los egipcios (egipcianos) cuando Tuthankatón. Y antes habría más, sin duda. Esto viene del fondo de la historia y no tiene que ver con la religión sino con el poder, con la preponderancia de unos sobre otros. En España, desde la Ilustración, o sea, la Enciclopedia y la "era de la razón", no descansamos. No nos reponemos.
Puede decirse que, con unos y otros nombres, los rojos siguen siendo rojos, obsesivos sin duda, y los religiosos, religiosos. En otras palabras: a unos les interesa quitar la cohesión a la sociedad , mayormente para facilitarles el mando y ordeno, y a otros la trascendencia del hombre, en el que, por cierto, no creen los rojillos.
Una lástima: España lleva ya dos siglos y medio víctima de una gentuza extrema, exaltada y excomulgada. Como son socialistas, liberales y masoncillos, quiero decir mamoncillos.
Arturo Robsy
No hay comentarios:
Publicar un comentario