Don Rafael Simancas es -para quien no lo conozca siquiera en Madrid, donde pretende sustituir a la señora Aguirre- socialista. Socialista zapaterino, pese a que Rodríguez le quiso puentear con la designación digital de doña Trinidad Jiménez para aspirante a gobernar la Comunidad de Madrid.
Don Rafael Simancas es un conocido perdedor, pues lleva ocho años -acaso doce- siendo derrotado, y es posible que goce dentro de unos meses de un nuevo bofetón del electorado. Don Rafael Simancas es un socialista típico y tópico, rojazo de guardarropía, stalinista ocultón al que basta con rascar levemente la capa oleosa de democracia con que se recubre, para que salga a la luz el bolchevique cavernario.
En uno de estos arranques de dictadorzuelo, se pregunta en artículo publicado por El Plural -que lo copia de la Fundación Sistemas, en enlace que lleva al blog del susodicho- cuántas tertulias de extrema derecha hay en televisión.
Tetulias que, evidentemente, le causan la normal molestia que a todo ceporro le supone que le canten las verdades con argumentos, hasta el extremo de pretender un debate sobre los límites en el ejercicio de la libertad de expresión. O sea, que sólo puedan hablar los suyos.
Pero mire, señor Simancas, la respuesta en muy sencilla: hay tantas tertulias de lo que usted llama extrema derecha, como quieren los televidentes que las siguen, que a fin de cuentas son los que las mantienen en antena.
Los mismos -los televidentes- que han mandado a freír espárragos a las tertulias plúmbeas y marxistoides de sus amigos de Prisa.
Don Rafael Simancas es un conocido perdedor, pues lleva ocho años -acaso doce- siendo derrotado, y es posible que goce dentro de unos meses de un nuevo bofetón del electorado. Don Rafael Simancas es un socialista típico y tópico, rojazo de guardarropía, stalinista ocultón al que basta con rascar levemente la capa oleosa de democracia con que se recubre, para que salga a la luz el bolchevique cavernario.
En uno de estos arranques de dictadorzuelo, se pregunta en artículo publicado por El Plural -que lo copia de la Fundación Sistemas, en enlace que lleva al blog del susodicho- cuántas tertulias de extrema derecha hay en televisión.
Tetulias que, evidentemente, le causan la normal molestia que a todo ceporro le supone que le canten las verdades con argumentos, hasta el extremo de pretender un debate sobre los límites en el ejercicio de la libertad de expresión. O sea, que sólo puedan hablar los suyos.
Pero mire, señor Simancas, la respuesta en muy sencilla: hay tantas tertulias de lo que usted llama extrema derecha, como quieren los televidentes que las siguen, que a fin de cuentas son los que las mantienen en antena.
Los mismos -los televidentes- que han mandado a freír espárragos a las tertulias plúmbeas y marxistoides de sus amigos de Prisa.
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