Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 15 de noviembre de 2010

SOBRE LOS CAPRICHITOS.

Los de las señoras Ministras socialistas que desvela La Gaceta: mandar a los conductores del Paque móvil a por bombones, a recoger a las amigas para llevarlas de copas, a llevarles modelitos para cambiarse en sesiones fotográficas, a llevar a su cocinera a la compra, u ordenarles correr al límite del vehículo pero sin hacerse cargo de las multas posteriores... En fin, léanse la información completa, si gustan, porque no tiene desperdicio.
Todo ello lo han contado los conductores recientemente despedidos del Parque Móvil, y parece ser que La Gaceta -en su obligación de contrastar las fuentes- se puso en contacto con los diversos Ministerios para preguntar sobre el tema.
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Sólo responde Economía: “La vicepresidenta tiene la obligación de ir siempre en coche oficial y con escolta. Por seguridad”. A los pocos minutos, uno de sus conductores habituales contacta con LA GACETA: “Mi nombre es Óscar Moreno y niego rotundamente que la señora Salgado me haya mandado nunca a por bombones”. Desde Embassy, no obstante, confirman que es cliente habitual de la pastelería. “Cuando no viene ella, envía a alguien a comprar”
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Esto desvela el asunto. Parece claro que los conductores despedidos era contratados temporales, a los que su circunstancia laboral obliga a tragar lo que les echen con tal de conservar el puesto de trabajo. O incluso son engañados con promesas de mantener el puesto aunque se termine el contrato, para que transijan con lo que sea. Esto es: chantaje y extorsión.
Además de engaños y -al menos rozándola- prevaricación. Conozco el caso de cuatro personas que fueron "convencidas" de hacer horas extras hasta en sábados y domingos -sin cobrarlas- con la promesa de prorrogarles el contrato de seis meses que era, por definición legal, improrrogable. Agarrándose a la desesperación de la gente, se la puede obligar a hacer muchas cosas; esto es, esclavizarla.
Y esa es la idea de los socialistas, a lo que se ve. Porque en la administración hay mucho mindundi con un sentido absolutamente patrimonial de los servicios públicos, y abundan quienes, por ejemplo, mandan conductores oficiales a pagar recibos en el banco, o a llevarle documentos a una notaría, o a facilitarle gestiones a los amigos. Puedo dar nombres a quien no me crea. Pero habría que suponerle a los socialistas, los parias de la tierra, famélica legión, un poco más de honradez y decoro.
Y el ejemplo definitorio es el del señor ex-Mnistro Caldera, el que era tan demócrata y tan tolerante, y tan generoso y tan amigo de los pobres, que dotó de papeles a todo inmigrante ilegal que tuviera un bonobús caducado en su poder. Los referidos conductores que le sufrieron lo describen: “nos ha tratado siempre con la punta del pie. Si tenía que decirnos algo, utilizaba a un escolta como intermediario para no dirigirse a nosotros”.
En estos detalles se retrata la gente. Y el retrato de estos sociatas de pan pringao parece uno de los bodrios de Picasso, porque no se puede tener más deforme el alma.

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