Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 19 de noviembre de 2010

SOBRE LAS CONVERSACIONES PRIVADAS DE UN SINVERGUENZA PUBLICO.

Que hay muchos, ya lo se, pero el más reciente parece ser ese fulano al que llaman Salvador Sostres, vaya usted a saber por qué error del registro civil.
El caso es que este tío -tomo la noticia de 20 Minutos, porque ni tengo tiempo ni ganas de ver el video que anda por ahí- es un gorrino, y lo cuenta públicamente. Y no porque tenga preferencias sexuales por las jovencitas, puesto que habla de 18 ó 19 años; esto es, mayores de edad civil y casi ancianas con respecto a la edad legal para acceder libremente a la cópula. Este tío es un gorrino por esas fijaciones que demuestra, más cerca de la hediondez y la coprofagia que del ayuntamiento carnal.
Dicho esto, reitero lo afirmado con respecto al caso Sánchez-Dragó: es inmoral que se lleven las manos a la cabeza y las denuncias a la boca, o a la prensa, los mismos que fomentan el emputecimiento de las niñas y el abujarronamiento de los niños desde la escuela.
Otra cosa es que este fulano -masculino de fulana, quinta acepción, en este caso- sea el mismo hideputa que escribía esto (tomado también de 20 Minutos, que se refiere a Periodista Digital): El independentismo en Cataluña está absolutamente justificado aunque solo sea para huir de la caspa y el polvo, de la tristeza de ser español.
Pobre imbécil, que no se da cuenta de que la caspa y la tristeza es suya, personal, instranferible, íntima, unívoca y consustancial consigo mismo. Eres tu, cabrón, el casposo y el triste; el gorrino y el pervertido. Y tu casposidad y tu tristeza de existencialista fracasado y algo ñoño; tu hediondez y peversión, van siempre contigo, como iría contigo tu alma, si la tuvieras.
Caspa y tristeza, polvo de abandono y mugre, que se han debido multiplicar al verte obligado a aceptar las migajas -no de la caridad, sino de la venta fraudulenta de aquella presunta integridad que nunca tuviste- de televisiones centralistas en las que tienes que hablar una lengua de la que decías que es de pobres y de horteras, de analfabetos y de gente de poco nivel hablar un idioma que hace un ruido tan espantoso para pronunciar la jota.
¿Que pasa, que no te gusta ser un hijo de puta? Pues leete a ese hortera analfabeto que fue Cervantes, y quédate en su inmortal hideputa, que te sonará más suave.

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