Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 25 de febrero de 2010

SOBRE EL PISO DE SU SANTIDAD.

El que, dejado en herencia a Juan Pablo II, fue luego vendido a un par de homosexuales, de lo cual se hace eco la prensa como si esto fuera motivo de escándalo. Incluso uno de los afeminados, inutilmente llamado Alberto- dice que la Iglesia no nos quiere, pero para hacer negocios si.
De entrada, es de suponer que -salvo que, además de homosexuales, sean tontos- también sería un negocio para ustedes comprar el piso.
Además, es que una cosa es abominar de una perversión contra natura -si, contra natura, porque si lo suyo fuese natural la especie humana se habría extinguido hace mucho- y otra repudiar a las personas, una a una.
Pero para ustedes, los invertidos que hacen de su perversión gala y mérito, cosas como la caridad, la misericordia y hasta el respeto -el de verdad- carecen de sentido.

No hay comentarios:

Publicidad: