Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 19 de febrero de 2009

SOBRE EL TONTO ANONIMO.

El que se ha debido esforzar al máximo para escribir, como comentario a mi entrada sobre el rojo Bermejo, lo siguiente:
* * *
Anónimo dijo...
¡ Qué fuerte !
Pensé que la gente que opinaba como tú estaba ya en la prehistoria.
por supuesto que mi comentario es anónimo. Os tengo más miedo que al diablo.
Amuéblate la cabeza, chaval.
* * *

Algo habrás hecho para temer al diablo y a la gente que piensa; porque la gilipollez y la cobardía -más que evidentes en tu anónimo caso- no son motivo para tener miedo. Sólo lástima.
Mi cabeza, anonimín, animalico, tiene los suficientes muebles para que no me pareca bien un Gobierno que roba, que prevarica, que miente y que fracasa cotidianamente.
A ti, pequeño idiota desconocido, te parece muy bien que los ministros incumplan la ley, ¿no es eso? Y tu te llamarás demócrata ¿no?
¿O lo que te parece mal es que le llame rojo al rojo Bermejo? Porque entonces, el que tiene pocos muebles en la cabeza eres tu, dado que fue él mismo el que se definió así a poco de ser nombrado Ministro.
Por otra parte, cagurrín innombrado, la gente que opina como yo está en la prehistoria. Y en la Historia. Y, lo principal, en el futuro. Los que no están en ningún sitio son los tontolabas como tú, que no tenéis ideas, sino antipatías.
Anda, pequeño gilipollas, métete otra raya, encalómate otra litrona, fúmate otro canuto y vete a tomar por culo.

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