Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 14 de diciembre de 2008

SOBRE LA DIVISION AZUL EN LA QUE NO ESTUVE.

El mismo comunicante que se firma berberber, y hace unos días me invitaba a hablar de la División Azul, me deja otro comentario que -aunque ustedes lo pueden ver aquí- transcribo para ahorrarles el esfuerzo:
He leido bastantes cosas. Mi abuelo estuvo allí, pero no creo que el que escribe este blog haya estado tendria que tener muchos años.
Como en mi comentario no hice referencia a ningún blog, entiendo que es a mí a quien se me pregunta si fui Divisionario, cosa que a este amigo le parece improbable porque debería ser bastante viejo.
Efectivamente, no tengo edad para haber estado en la División Azul y -lógicamente- no estuve. Ello no me impide saber lo que fue aquello por los testimonios de quienes estuvieron y lo han contado, y por la referencia directa de algún Divisionario a quien sí tuve el honor de conocer.
Tampoco tengo edad para haber estado en el paso de las Termópilas -pongo por caso, ya que el cine nos lo trajo recientemente- y se quien fue Leónidas y lo que hizo con sus trescientos espartanos; gesta que en alguna ocasión he citado incluso antes de la reciente película.
No tengo edad para haber estado en la más alta ocasión que vieron los siglos, si bien -pasando por alto el ligero detalle de los siglos- me puedo considerar con todo derecho camarada de aquellos infantes de marina que rodearon al glorioso manco.
No estuve con el bachiller Cortés en Méjico, ni con el Brigadier Liniers en Buenos Aires -aunque algo me toca por la parte del ius soli-; ni con el genial Gonzalo en Garellano, batalla que, a mi modesto entender, inventa la guerra moderna.
Bueno, que me voy de caña, y a lo que iba: que no estuve en la División Azul, y no voy ahora a presumir de que de haber vivido entonces lo hubiera hecho, porque lo cierto es que no se si lo hubiera hecho, y bravuconear a casi setenta años vista es un insulto a los que tuvieron el gesto y la gallardía.
En cuanto a la edad, es cierto que quien participase en la División Azul debería tener ahora unos 85 años. Al menos, oficialmente; porque para la División Azul -como antes para alistarse voluntario en la zona nacional durante la guerra- hubo muchos que intentaron falsificar la fecha de nacimiento, poniéndose un par de años de más. Y alguno lo consiguió.
Pero, amigo berberber, te puedo ofrecer la dirección del blog de alguien que si estuvo en la División Azul: El macuto de un guripa.
Y, quien lo desee, aquí puede escuchar el Himno de la División Azul.

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