Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 11 de octubre de 2013

SOBRE EL DESAFÍO DEL ROJOSEPARATISTA.

El rojoseparatista Joan Tardà, diputado de ERC, que -dice La Gaceta- ha desafiado al Gobierno con respecto a la Ley de Educación del ministro Wert: "En Cataluña no aplicaremos la ley", ha afirmado este jueves el republicano e independentista, quien ha tildado al ministro de Educación, José Ignacio Wert, de "sectarismo", "clasismo", "nacionalismo", "irresponsabilidad" y "fanatismo".
 
No conozco la nueva Ley tanto como para hablar sobre ella, sus bondades -si las tiene- y sus defectos -que los tendrá-; no voy a defender al señor Wert, ni al Gobierno, ni al PP. Si voy a decir, sin embargo, que el señor Tardà debe estar algo desquiciado para hablar de sectarismo, de clasismo, de nacionalismo, de irresponsabilidad y de fanatismo. ¿Hay algo más sectario que enseñar a los niños que el Ebro -el padre Ebro de Hispania- es un río catalán que nace en tierras extrañas, y una Historia absolutamente inventada? ¿Hay algo más clasista que motejar de charnego al que no es separatista -porque el mote ya ha dejado de aplicarse al nacido en otros lugares exclusivamente-? ¿Tiene cara dura el señor Tardà para quejarse -aunque fuera cierto- del nacionalismo de otros? ¿Hay alguien más irresponsable que un separatista que amenaza con no aplicar las leyes aprobadas según las normas establecidas? ¿Hay algo más fanático que un ignorante que cierra los ojos a la realidad y se emperra en que su Catalunlla secesionista seguiría formando parte de la UE?
 
Pero cuando riza el rizo de la estulticia el señor Tardà, es cuando afirma que Franco intentó matar nuestra lengua y no lo consiguió. Necedad supina, que demuestra la foto de cómo se escribían las pancartas de salutación a Franco cuando visitaba Cataluña. También lo demuestran -salvo que ya hayan aplicado en su región la táctica del Miniverdad orwelliano de 1984- las hemerotecas, donde se encontrarán las reseñas de los premios literarios en lengua catalana desde los primeros años 40.
No obstante lo que antecede, diré que me parece bien que la Generalidad se niegue a aplicar la LOMCE. Y que -con el mismo rasero- el Gobierno de España deje de aplicar el Estatuto de Cataluña que -entérense de una santa vez- no es más que una Ley Orgánica del ordenamiento jurídico español.
 
¿Te enteras, Juanito?

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