Dicen que hoy hay elecciones generales. Lo se, pero no me importa. Gane quien gane -y salvo accidente, parece que ganará Marianico el corto-, quien va a perder será España.
Para mi, estas elecciones son una vulgar anécdota que no va a mejorar en nada la categoría. Ni siquiera voy a analizar, disertar, pontificar, sobre un futuro que no existe. Hablando claro: me importan tres leches las elecciones, los partidos que trinquen de los Presupuestos a partir de pasado mañana, los vagos y maleantes con acta de diputado, y la madre que los parió a todos ellos.
Hoy me importa rendir homenaje a mis muertos.
A todos los míos. A los que dieron su vida por una España en la que creo, a la que quiero y que acaso no volveré a ver. Pero ya la verá alguien. Cuando la mierda se deshaga en su propia putrefacción.
Habla mi camarada Eloy, en su trinchera, de la traición que hemos sufrido todos los que en su día dimos el primer paso al frente. En uno u otro grupo, tanto da. Nos traicionaron los jefes que no supieron -o no quisieron- conquistar la unidad; cuando menos, la unidad de acción. Los que, desde cualquier puesto, miraban por encima del hombro al que luchaba en un grupo distinto. Los purísimos, para quien nadie era merecedor de su mano ni de su hombro. Todos los que han levantado la mano y la palabra contra una camisa azul.
Nos han traicionado, también, todos los que se llenaban la boca de arribas a España, de Francos y de José Antonios, y luego votaban, ovinos al fin, al enemigo. No adversario, enemigo; porque enemigo es quien trocea, quien divide, quien vende a la Patria.
Nos han traicionado los que prometieron persistir y abandonaron; los que nos llamaron camaradas y se olvidaron de lo que eso significa. Por eso les traigo aquí unas frases de mi camarada Arturo Robsy:
Si seremos decentes que el Psoe, mientras arruinaba, no dejaba de insultarnos y falsificarnos y de hacernos películas fantásticas de los años 30. Si seremos decentes que aún tenemos vergüenza, no vamos a ver a Obama y ni siquiera tenemos un E.R.E. Si lo seremos que no hemos escapado hacia el PP a jurar fidelidad a Merkel.
Ni siquiera nos hemos refundado porque seguíamos siendo los modernos. O sea, los de Falange.
Y eso es lo que quiero decir hoy: que nosotros -nacionalsindicalistas, falangistas, tradicionalistas- somos el futuro, porque somos lo más moderno que el mundo conoce.
Pasará la mierda y volverán las rosas. Pasarán los rictus del cobarde, y volverán las sonrisas del que mira al mañana. Pasará el invierno y volverá la primavera.
Y cuando toda esta gentecilla, gentezuela, gentuza, que se debate entre encuestas, entre actas, entre cohechos y prevaricaciones, entre listas cerradas y partidos únicos, haya terminado en el muladar que les corresponde, los luceros seguirán mirando a España. Y desde ellos, nuestros mejores nos dirán !adelante!
José Antonio Primo de Rivera, ¡Presente!
Francisco Franco, ¡Presente!
¡Arriba España!
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