Dice 20 Minutos que cuatro de cada diez españoles están a favor de expulsar del país a los inmigrantes en paro. También hay un 80% que piensa que hay demasiados extranjeros. Todo ello, según estudios del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia, del Ministerio de Trabajo e Inmigración.
Como español -ya lo llevo dicho algunas veces- ni puedo ser racista ni puedo ser xenófobo. Como católico, menos aún. Otra cosa es que me manifieste contrario a la inmigración ilegal, que condena a los inmigrantes a la delincuencua o a la explotación, y que defienda la inmediata expulsión de todos ellos.
Pero la postura de este 40% de españoles que pretende echar a los inmigrantes en paro, me parece una aberración. Porque si un ionmigrante está en paro, es porque antes ha trabajado; esto es, porque tiene sus papeles en regla, porque ha tenido su trabajo en regla, y porque ha cotizado a la Seguridad Social. Es decir: el inmigrante en paro -legalmente en paro-, reúne los mismos requisitos que el español en paro. Se le ha permitido la estancia en España, ha trabajado, ha cotizado, ha pagado impuestos. Pedir, después de eso, que se le expulse, es -además de un evidente racismo y una estúpida xenofobia- una injusticia y una inmoralidad: la de utilizar a las personas para nuestro beneficio, y abandonarlas tras exprimirlas.
Injusticia e inmoralidad a las que ha llevado a tantos españoles la estupidez del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia, y el Ministerio de Trabajo e Inmigración, todo sea dicho.
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