Sabido es que los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo, pero temo que este aserto sea demasiado difícil de comprender para los lectores de El Plural, los plumillas que lo engorrinan, los necios, los tontos y los sinvergüenzas. Para cretinos, idiotas y gilipollas, será mejor decirles que la vuelta al pasado que protagonizan no es sino el camino del burro en torno a la noria. Todo ello -avisado sea para almas sensibles, bienhablados y papelfumaderos-, en neto sentido académico.
Ese citado Plural, afirma que -a cuenta del sacrilegio cometido en la capilla de la Universidad Complutense hace unos días- se han efectuado cuatro detenciones para aplacar a los católicos.
Y se altera el periodiquillo -dentro de lo que pueda alterarse un marmolillo, mojón o, dicho técnicamente, bolardo- porque se han elevado voces recordando la Segunda República, la persecución religiosa y la quema de iglesias, entre las que cita al radical Pío Moa y a la cadena COPE.
Así pues, El Plural define las cuatro detenciones -con inmediata puesta en libertad- de dos cabrones y dos tiorras, que en porcentaje sobre el total de unos 70 significa bien poco. También me parece bien poco eso de que los detengan y los suelten tal cual, por un delito contra los Derechos Fundamentales que reconoce la Constitución, sobre todo teniendo en cuenta que a mí mismo -entre otros muchos camaradas que no es necesario nombrar- me detuvieron por pegar unos carteles en los que no había más delito que carecer de pie de imprenta, y que una veintena estuvimos en Comisaría cinco o seis horas.
Como suele ocurrir con los rojos, que parecen tener los cables cambiados de sitio porque para ellos no rigen las reglas de la lógica -o no tienen las sinapsis debidamente ajustadas- los guarros de Público se suman a la irracionalidad, y afirman que la Iglesia acorrala al laicismo en la universidad.
Esto -perdónese la frivolidad si la hay- es como lo que aquél pobre desgraciado al que asestaron setenta puñalas, y cuyo asesino se defendía en el juicio diciendo que el tenía un cuchillo en la mano, y de pronto el otro tropezó y se lo clavó. Y -añadía- así setenta veces.
Leyendo estas afirmaciones del peripatético, no parece sino que una procesión de católicos tridentinos sin graduación, monaguillos, curas y obispos, hayan asaltado las aulas, interrumpiendo las sesudas explicaciones de esos 150 profesores a que aluden, que han firmado -tal vez puesto la huella de la pezuña- contra la presencia de lugares de culto en la Universidad.
Sin embargo, la propia confesión exhibicionista de una de las tiorras a Público, explica muy bien su aventura, sus motivaciones y sus actos de los que no se arrepiente -declara- aunque si de haberlo colgado en Internet, que es que -esto lo digo yo- hay que ser gilipollas.
Sin embargo, lo que tanto el singular Plural como el peripatético Público ocultan, es que -informa Religión en Libertad- en los dos últimos meses se han producido profanaciones en tres iglesias: Santa Catalina, en Majadahonda, la capilla de la Complutense, y la iglesia Ascensión del Señor, situada en el número 105 de la Vía Carpetana.
Acaso para monolíticos y buscones callejeros esto no sea suficiente para temer que estemos volviendo a un pasado que nadie -salvo ellos-, desea. Tal vez dirán que son casualidades, que no es para tanto, y que no pasa nada, que somos muy tolerantes, y muy ciudadanamente educados. ¿Verdad que si?
Lástima que los mismos idiotas presuntamente universitarios, se hayan dedicado a explicarse muy bien como lo que son, y aquí tienen ustedes las pruebas gráficas -procedentes de Minuto Digital- que lo demuestran, y ahí está la firma UHP, segundorrepublicana y paleolítica.
Ese citado Plural, afirma que -a cuenta del sacrilegio cometido en la capilla de la Universidad Complutense hace unos días- se han efectuado cuatro detenciones para aplacar a los católicos.
Y se altera el periodiquillo -dentro de lo que pueda alterarse un marmolillo, mojón o, dicho técnicamente, bolardo- porque se han elevado voces recordando la Segunda República, la persecución religiosa y la quema de iglesias, entre las que cita al radical Pío Moa y a la cadena COPE.
Así pues, El Plural define las cuatro detenciones -con inmediata puesta en libertad- de dos cabrones y dos tiorras, que en porcentaje sobre el total de unos 70 significa bien poco. También me parece bien poco eso de que los detengan y los suelten tal cual, por un delito contra los Derechos Fundamentales que reconoce la Constitución, sobre todo teniendo en cuenta que a mí mismo -entre otros muchos camaradas que no es necesario nombrar- me detuvieron por pegar unos carteles en los que no había más delito que carecer de pie de imprenta, y que una veintena estuvimos en Comisaría cinco o seis horas.
Como suele ocurrir con los rojos, que parecen tener los cables cambiados de sitio porque para ellos no rigen las reglas de la lógica -o no tienen las sinapsis debidamente ajustadas- los guarros de Público se suman a la irracionalidad, y afirman que la Iglesia acorrala al laicismo en la universidad.
Esto -perdónese la frivolidad si la hay- es como lo que aquél pobre desgraciado al que asestaron setenta puñalas, y cuyo asesino se defendía en el juicio diciendo que el tenía un cuchillo en la mano, y de pronto el otro tropezó y se lo clavó. Y -añadía- así setenta veces.
Leyendo estas afirmaciones del peripatético, no parece sino que una procesión de católicos tridentinos sin graduación, monaguillos, curas y obispos, hayan asaltado las aulas, interrumpiendo las sesudas explicaciones de esos 150 profesores a que aluden, que han firmado -tal vez puesto la huella de la pezuña- contra la presencia de lugares de culto en la Universidad.
Sin embargo, la propia confesión exhibicionista de una de las tiorras a Público, explica muy bien su aventura, sus motivaciones y sus actos de los que no se arrepiente -declara- aunque si de haberlo colgado en Internet, que es que -esto lo digo yo- hay que ser gilipollas.
Sin embargo, lo que tanto el singular Plural como el peripatético Público ocultan, es que -informa Religión en Libertad- en los dos últimos meses se han producido profanaciones en tres iglesias: Santa Catalina, en Majadahonda, la capilla de la Complutense, y la iglesia Ascensión del Señor, situada en el número 105 de la Vía Carpetana.
Acaso para monolíticos y buscones callejeros esto no sea suficiente para temer que estemos volviendo a un pasado que nadie -salvo ellos-, desea. Tal vez dirán que son casualidades, que no es para tanto, y que no pasa nada, que somos muy tolerantes, y muy ciudadanamente educados. ¿Verdad que si?
Lástima que los mismos idiotas presuntamente universitarios, se hayan dedicado a explicarse muy bien como lo que son, y aquí tienen ustedes las pruebas gráficas -procedentes de Minuto Digital- que lo demuestran, y ahí está la firma UHP, segundorrepublicana y paleolítica.
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