Descubrimiento realizado, como no podía ser menos, por doña Leire Pajín, convertida en auténtico ámbar gris -ya que no cerebro, ni cerebra- de este Gobierno. O Gobierna.
El caso es que un probo ciudadano -o proba- denunció que los actores fumaban en la representación de un musical, y la Agencia de Salud Pública de Barcelona tomó cartas en el asunto. Mejor dicho, carta: la que envió al teatro advirtiendo que eran unos delincuentes.
La ciudadanía le ha cogido el gusto a eso de denunciar -preferentemente de forma anónima, que ya dijo doña Leire que se podía-, y está haciendo ejercicios con lo del tabaco. Pronto pasarán -si es que aún no es el momento llegado, que tampoco lo afirmaría- a denunciar al que tenga Crucifijos en su casa, al que lleve a los hijos a Misa, a quien tenga -¡horror!- una bandera española con el mismo Escudo que llevaba el ejemplar príncipe de la Constitución en su casa, un libro de Rafael García Serrano en sus estanterías o -evidente- a quien use el Himno Nacional como tono de llamada en su móvil, que es que son ganas de jorobar.
La ciudadanía responsable se entrega con fruición a la denuncia, y se pone en manos de la Agencia de Salud Pública, probablemente más parecida de lo que a la salud conviene con los Comités de Salud Pública de los hijos de la Bastilla. Que, por cierto, generalmente se traduce mal, porque no eran de salud, sino de Salvación. Aunque convengamos que a los clientes del doctor Guillotin les daba lo mismo de donde proviniese la liberté, egalité y fraternité que les ajustaba las cervicales.
En fin, que me voy de caña, porque estos ciudadanos probos y fanáticos me dan cierto repelús, y mejor es tomarlo con humor y fumando un cigarrillo, cosa que cada día me motiva más porque -amén de darme la real gana- me parece una suerte de rebelión que jode -segunda y tercera acepciones, jamás, por Dios, la primera, que mi sentido estético es muy sensible para esas cosas- a la señora Ministra de abortos y prohibiciones.
A lo que iba es al descubrimiento de doña Leire, que ha aconsejado a la compañías que "simulen que uno fuma sin necesidad de fumar como simulan asesinatos que no son reales".
En efecto. Ahora ya, por fin, comprendo cómo es posible simular que se gobierna, sin gobernar.
El caso es que un probo ciudadano -o proba- denunció que los actores fumaban en la representación de un musical, y la Agencia de Salud Pública de Barcelona tomó cartas en el asunto. Mejor dicho, carta: la que envió al teatro advirtiendo que eran unos delincuentes.
La ciudadanía le ha cogido el gusto a eso de denunciar -preferentemente de forma anónima, que ya dijo doña Leire que se podía-, y está haciendo ejercicios con lo del tabaco. Pronto pasarán -si es que aún no es el momento llegado, que tampoco lo afirmaría- a denunciar al que tenga Crucifijos en su casa, al que lleve a los hijos a Misa, a quien tenga -¡horror!- una bandera española con el mismo Escudo que llevaba el ejemplar príncipe de la Constitución en su casa, un libro de Rafael García Serrano en sus estanterías o -evidente- a quien use el Himno Nacional como tono de llamada en su móvil, que es que son ganas de jorobar.
La ciudadanía responsable se entrega con fruición a la denuncia, y se pone en manos de la Agencia de Salud Pública, probablemente más parecida de lo que a la salud conviene con los Comités de Salud Pública de los hijos de la Bastilla. Que, por cierto, generalmente se traduce mal, porque no eran de salud, sino de Salvación. Aunque convengamos que a los clientes del doctor Guillotin les daba lo mismo de donde proviniese la liberté, egalité y fraternité que les ajustaba las cervicales.
En fin, que me voy de caña, porque estos ciudadanos probos y fanáticos me dan cierto repelús, y mejor es tomarlo con humor y fumando un cigarrillo, cosa que cada día me motiva más porque -amén de darme la real gana- me parece una suerte de rebelión que jode -segunda y tercera acepciones, jamás, por Dios, la primera, que mi sentido estético es muy sensible para esas cosas- a la señora Ministra de abortos y prohibiciones.
A lo que iba es al descubrimiento de doña Leire, que ha aconsejado a la compañías que "simulen que uno fuma sin necesidad de fumar como simulan asesinatos que no son reales".
En efecto. Ahora ya, por fin, comprendo cómo es posible simular que se gobierna, sin gobernar.
1 comentario:
Homenaje desapasionado a un gran deportista
Ayer, después de ver el partido que dieron por televisión, Valencia-Salke o4, que terminó con empate a un tanto, llegué a la siguiente conclusión: Dios es raulista.
Sin apasionamiento; haciendo en pequeño y rápido estudio sobre la trayectoria de Raúl Gonzáles Blanco como profesional del Futbol, he llegado a ver en él, todas las virtudes que, para triunfar en la vida, son imprescindibles. Sencillez; humildad; seriedad; honestidad; sacrificio; generosidad; respeto; ilusión; valor; interés; amor a la profesión. Todo eso es Raúl. Algún día alguien, tendría que hacer un reportaje sobre su periplo profesional, y hacerlo pasar, como materia imprescindible, por colegios, institutos y universidades, fábricas, pequeños talleres y toda clase de comercios con la inexcusable obligación de interiorizarlo. Nadie que en el estudio o en el trabajo o en su desarrollo humano ponga las virtudes “Raúl”, tendría posibilidad de fracasar. Tampoco les vendría mal que lo repasaran los políticos.
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Una más… otra… otra… y otra más. Este sistema, que según dicen nos hemos dado los españoles, es generosísimo en chorizadas. No es menester investigar en profundidad ¡qué va! Solamente con sacar un ojo por la ventana, se te posan en la chepa como la caspa, a miles. Da la sensación de que un ejército de cipayos, trabaja durante toda la noche para que a la mañana siguiente salgan fresquitas; recién paridas. ¿De qué clase? ¡Extra! ¿Cómo podría ser de otra manera? Extra y de todos los colores: comisiones de cuatrocientos mil euros, por sacarnos un subvención de diez millones de euros para la empresa donde trabaja la hija de un vicepresidente; los dineros para pagar a los parados desaparece en los bolsillos socialistas; los directivos de Mercasevilla se pagan un seguro con dinero público –el que no es de nadie- para anticiparse a las responsabilidades en las que es seguro que han incurrido, derivadas de las cinco tramas, que conforma el “asunto” del mercadillo sevillano. Y mañana… más
Ni los egipcios ni los tunecinos han aguantado tanto, como lo que estamos aguantando los españoles. ¿Vosotros estáis seguros de que esto, no nos lo merecemos? Yo empiezo a tener serias dudas. Voy a repasar de nuevo la trayectoria deportiva de Raúl, a ver si se me pega algo. El valor, por ejemplo.
por
Por Eloy R. Mirayo
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