Censura que el Gobierno socialista quiere imponer, siquiera sea por no perder la costumbre ya establecida en su añorada IIª República.
Según dice La Gaceta, el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, anunció que es necesario abrir una “reflexión sobre los contenidos que emiten los medios porque hay espacios en los que se vulnera la dignidad y eso hay que regularlo”; y que le parece que existen contenidos televisivos que incorporan “valores devaluados de convivencia” y “climas de crispación y enfrentamiento”, así como apariciónes en televisión de “determinados personajes de escaso mérito”.
Así dicho, deberíamos ponernos muy contentos, ¿verdad? El señor Jáuregui va a perseguir a los programuchos que hacen escarnio de valores de convivencia como el catolicismo del pueblo español, incardinado secularmente en nuestra cultura e idiosincrasia. Va a perseguir a las emisoras que hacen burla de la Iglesia católica, de quienes consideramos el aborto un crímen abominable, de los que expresamos nuestras ideas claramente, de quienes tenemos el suficiente respeto por nosotros mismos como para no decir "jóvenas" ni "miembras". Va a perseguir a las televisiones que crispan y enfrentan, denostando a quien piensa distinto a lo que manda su amo, denigrando a los partidos y a los políticos que no les caen simpáticos. A las que mienten y tergiversan llamando, por ejemplo, fascista a ETA, cuando todos -incluso ellos, en su cortedad- sabemos que son marxistas. A las que crispan denominando "ultraderechista" a quien defiende sus ideas nacionales, en tanto que los rojiguarros sólo son jóvenes radicales. Como don Esteban Ibarra, tolerante graposo y ya más que maduro.
En cuanto a los personajes de escaso mérito, imagino que sacarán de las pantallas y de los estudios a gentes como Belén Esteban, ilustre iletrada; a ese mafioso, Rodríguez Menéndez o cosa así; a los encausados por corrupción; a los presentadores homosexuales que hacen de su condición privada su único mérito público; a los políticos sin más mérito intelectual que el bachiller; a los políticos declarada y descaradamente mentirosos, manipuladores, crispadores y enfrentadores. Que recusarán para siempre de sus ondas a los políticos que crispan y enfrentan llamando "accidente terrorista" al asesinato de unas personas, y a los periodistas que aconsejan "tensionar". ¿Imaginamos eso?
¿O mejor imaginamos que los "valores devaluados de convivencia", serán los de llamarle al pan, pan; al vino, vino; al maricón, maricón; al tonto, tonto; al traidor, traidor; al ladrón, ladrón; al felón, felón; y a Rodríguez, imbécil? ¿No será que para ellos, la "crispación y el enfrentamiento" lo producen quienes están hasta el gorro de tergiversaciones, y a Carrillo le siguen llamando lo que es, asesino; a la IIª República, lo que fué, una mierda; al nieto del Capitán Rodríguez, lo que demuestra, un revanchista paranoico, y a las autonomías, lo que ellos mismos piensan y a veces se les escapa: una ruína, económica y nacional?
¿Alguien apuesta?
Según dice La Gaceta, el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, anunció que es necesario abrir una “reflexión sobre los contenidos que emiten los medios porque hay espacios en los que se vulnera la dignidad y eso hay que regularlo”; y que le parece que existen contenidos televisivos que incorporan “valores devaluados de convivencia” y “climas de crispación y enfrentamiento”, así como apariciónes en televisión de “determinados personajes de escaso mérito”.
Así dicho, deberíamos ponernos muy contentos, ¿verdad? El señor Jáuregui va a perseguir a los programuchos que hacen escarnio de valores de convivencia como el catolicismo del pueblo español, incardinado secularmente en nuestra cultura e idiosincrasia. Va a perseguir a las emisoras que hacen burla de la Iglesia católica, de quienes consideramos el aborto un crímen abominable, de los que expresamos nuestras ideas claramente, de quienes tenemos el suficiente respeto por nosotros mismos como para no decir "jóvenas" ni "miembras". Va a perseguir a las televisiones que crispan y enfrentan, denostando a quien piensa distinto a lo que manda su amo, denigrando a los partidos y a los políticos que no les caen simpáticos. A las que mienten y tergiversan llamando, por ejemplo, fascista a ETA, cuando todos -incluso ellos, en su cortedad- sabemos que son marxistas. A las que crispan denominando "ultraderechista" a quien defiende sus ideas nacionales, en tanto que los rojiguarros sólo son jóvenes radicales. Como don Esteban Ibarra, tolerante graposo y ya más que maduro.
En cuanto a los personajes de escaso mérito, imagino que sacarán de las pantallas y de los estudios a gentes como Belén Esteban, ilustre iletrada; a ese mafioso, Rodríguez Menéndez o cosa así; a los encausados por corrupción; a los presentadores homosexuales que hacen de su condición privada su único mérito público; a los políticos sin más mérito intelectual que el bachiller; a los políticos declarada y descaradamente mentirosos, manipuladores, crispadores y enfrentadores. Que recusarán para siempre de sus ondas a los políticos que crispan y enfrentan llamando "accidente terrorista" al asesinato de unas personas, y a los periodistas que aconsejan "tensionar". ¿Imaginamos eso?
¿O mejor imaginamos que los "valores devaluados de convivencia", serán los de llamarle al pan, pan; al vino, vino; al maricón, maricón; al tonto, tonto; al traidor, traidor; al ladrón, ladrón; al felón, felón; y a Rodríguez, imbécil? ¿No será que para ellos, la "crispación y el enfrentamiento" lo producen quienes están hasta el gorro de tergiversaciones, y a Carrillo le siguen llamando lo que es, asesino; a la IIª República, lo que fué, una mierda; al nieto del Capitán Rodríguez, lo que demuestra, un revanchista paranoico, y a las autonomías, lo que ellos mismos piensan y a veces se les escapa: una ruína, económica y nacional?
¿Alguien apuesta?
No hay comentarios:
Publicar un comentario