Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 10 de marzo de 2010

SOBRE LA LEY DE LA VERDAD.

Porque nada menos que 'Ley de Verdad, Justicia y Reparación para las víctimas de la dictadura franquista', se llama la propuesta de -dice Público- un grupo de juristas que prepara la presentación de tal patochada como iniciativa legislativa popular.
Como ya habrán detectado los lectores, esto tiene un tufillo al MiniVerdad orwelliano que apesta. La verdad establecida por Ley, modificada por ley, olvidada por ley, grabada a fuego en las ancas por ley.
Nada extraño, si atendemos a los principales cabecillas que señala el periódico esquinero: Cristina Almeida, Enrique Santiago (dirigente de IU), Joan Garcés (abogado de la nieta de Juan Negrín y asesor de Salvador Allende).
Todos ellos se retratan sin más comentario, aunque uno se pregunta donde está el genocidio franquista que quieren que el parlamento reconozca, si ellos están vivitos, coleando y suficientemente acomodados para permitirse viajes a Valencia, Granada, Sevilla, Badajoz, Toulouse y Buenos Aires donde, según dicen, van a presentar su iniciativa. O -por decirlo con la misma palabra de Público- van a ir de gira, lo cual -a mi modesto modo de ver- define el tono de espectáculo de estos (en primera acepción) payasos.
¿O es que acaso el espectáculo es subvencionado, y los viajecitos son necesarios para justificar la pasta gansa que les haya adjudicado Rodríguez? A mi, habida cuenta de las enormes listas de agraciados en los sorteos de millones que publica el BOE regularmente, me resulta imposible comprobarlo; pero tal vez algún espeleólogo nos lo cuente un día.
Con respecto a la "restitución de grados y honores militares a los guerrilleros", no voy arecomendar de nuevo la lectura de La sierra en llamas, de Ángel Ruiz Ayúcar, porque la tildarían de partidista, cuando no facciosa. Pero sí la de ¿Por quien doblan las campanas?, de Hemingway, que además fue de los suyos, que describe muy bien a esos guerrilleros durante la guerra, de forma totalmente extrapolable a los bandidos de después. Y si alguien tiene dudas, también puede recurrir a mi comentario de octubre pasado, sobre una información de El País a propósito de los maquis.
Y a la entrada que sigue directamente a la citada sobre los bandidos, que habla de la manipulación de la memoria de forma científica.

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