Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 1 de marzo de 2009

SOBRE LA DEFECACION COMUNITARIA.

Dicho sea para finolis, que luego se quejan de que soy un malhablado. Tanto me daría llamarlo meada colectiva, o cagada multitudinaria. O refocile oceánico en cochiquera.
El caso es que hoy los derechovotantes empadronados en Vascongadas y Galicia están llamados a meterse en las urnas su trocito de voluntad soberana, para ver a quién le dan suculento sueldo y derecho de pernada estatutario.
La verdad es que no sé para qué escribo de este tema, porque me da exactamente lo mismo quien gane -que en estos casos siempre ganan todos, no hay más que oír sus declaraciones al final de la jornada-, quien pierda -que nunca pierde ninguno- o quien se quede igual.
Porque lo que se va a quedar igual -tirando siempre a peor- es España. Veamos: ¿qué partidos se presentan, con posibilidad de hacer negocio? Los separatistas de uno y otro lado y diverso pelaje en el caso vascongado; los partidos socialistas de Galicia y de Euzkadi; el partido popular de Galicia y el partido popular vasco. O sea: ningún partido español. Salvo que se considere que ser español es estar en posesión de un DNI expedido por el ministerio de RuGALcaba, como publicita doña Rosa Díez y su compadre Savater, a quien ya sabemos qué tipo de genital sudor le produce la idea de España, y al que compadezo profundamente porque, si esa es su estimulación, para poco debe tener ya el organillo.
Ese es el problema: que ya no hay organillos como Dios manda, y que todos los candidatos son iguales; que ninguno tiene los santos cojones del alma -que dijera don Miguél Hernández- para soltar las cuatro verdades que hacen falta, aunque se quedaran sin aposentadero oficial.
Por eso mismo, lo que suceda hoy me trae sin cuidado. Ni va a salir de ahí nuestra España -por decirlo con bien altas y nobles palabras- ni las Vascongadas, ni la Galicia que valgan algo en el futuro y en la Historia. De ahí -de las meadas en los vespasianos de la urna- sólo va a salir el nuevo proveedor cuatrienal de mugre.

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