Que -lo observarán ustedes- carecen de la mínima elegancia en el formato y aparecen un poco al buen tuntun, por así decir.
No es que me haya vuelto vago -más- de repente; es que mi compañía teóricamente surtidora de línea telefónica e internet me ha dado un descanso desde hace unos días; descanso que agradezco pero que me es ajeno en voluntad e intereses.
Así es que me apaño regularmente con los envíos a través de correo electrónico desde otro lugar, y allá veremos cuándo me hacen la merced de devolverme el mundo civilizado.
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