lunes, 29 de julio de 2024
SOBRE LO ESPERADO EN VENEZUELA.
sábado, 27 de julio de 2024
SOBRE LA AUSENTE GALLARDÍA OLÍMPICA.
No vi ayer la mascarada de apertura de los juegos olímpicos mas que a saltos. No vi, por tanto -en uno de esos saltos-, el paseíllo de la delegación española.
Hoy me encuentro la foto, en la que -bajo la bandera actual de España, que no lleva el escudo que a mi me gustaría, pero que sigue siendo la bandera de España- figura la palabra Spain.
Y miren, podría incluso entender que hubieran escrito Espagne, en el idioma del país donde se celebraba la ceremonia y se celebrarán las pruebas. Pero ¿Spain?
Y esto, evidentemente, sin que ninguno de los, las y les participantos se negara a subir a ese barco, se negara a desfilar -más bien hacer el canelo- bajo ese cartel anglófono. Sin que ninguna autoridad española dijera que ya podían ir haciendo otro cartel y metiéndose ese por el camino recto, y menos aún retirando la participación española en el acto. Y, si me apuran, en los juegos.
Es el primer español, desde Cortés, que no ha hecho el ridículo en Méjico -dijo en aquella ocasión un hombre enemigo, Prieto, que estaba allí.
Otros tiempos, otros hombres. Y -a mi modo de ver- mejores.
lunes, 15 de julio de 2024
SOBRE CELEBRACIONES Y RECUERDOS.
Estamos celebrando triunfos deportivos -impresionante Alcaraz en Winbledon, cumplidora selección de fútbol en Berlín- que, al menos por un rato, han hecho olvidar a la prensa de derechas sus consignas contra VOX.
Dicen que nos sentimos felices por estos triunfos deportivos. Dicen que esta actual Selección de fútbol nos ilusiona. Yo me quedo en opinar -desde mi confeso desconocimiento- que el juego de la Selección Española de fútbol se ha parecido, por momentos, al del Real Madrid. Lo cual está muy bien, qué duda cabe.
Pero hoy -que el fútbol o el tenis parecen no ser ya el opio del pueblo que eran cuando el franquismo atroz- a mi lo que me importa es el recuerdo de mi camarada Arturo.
No estoy ahora mismo en condiciones para escribir algo digno de ti, Arturo. Este año, amigo, camarada, sólo puedo ofrecerte mi recuerdo y mi ¡Presente!
Y, por si aún hay alguien que venga por este diario, lo que escribí hace unos años para ti.
Mi camarada Arturo.
15 de julio de 2020.
Mi camarada Arturo es, por si alguien no lo sabe, Arturo Robsy, que está en los luceros.
Recuerdo -creo que lo dije el año pasado- cómo nos conocimos -por desgracia, sólo epistolarmente-; cómo puso a disposición de Juntas Españolas y de EJE, nuestra publicación, los recursos que atesoraba en su BBS, cómo luego nos reencontramos al cabo de los años a través de otro camarada en esta Internet que nos acerca y separa de nuestros semejantes y cómo, en fin, fue maestro, amigo y, sobre todo, fundamentalmente, camarada.
Desde que se nos fue con los mejores quiero rendirle el mínimo homenaje del recuerdo escrito cada año. Y este, por si no lo conocieron ustedes, deseo decirles quien fue Arturo Robsy.
Arturo fue -eso se sobreentiende con lo que va dicho- falangista. Fue hombre de una cultura enorme y de una tremenda sabiduría -que son cosas que no siempre van de la mano-, sin envanecerse de ello, sembrando la semilla del conocimiento en cuantas mentes quisieron recibirla. A veces las mentes no eran tierra fértil, sino estéril roca de estereotipos y complejos, y entonces trataba de desasnar burros con el humor inteligente, la ironía fina como navaja de barbero o -si era menester- como navaja cabritera. Ciertamente, nunca le faltó trabajo, porque los cabritos abundan y él los venteaba a distancia.
Fue Arturo hombre de buen humor, como toda persona inteligente. Como aquellos paladines que retrata Rafael García Serrano, guardaba una seriedad absoluta para el rito propio, y una benevolente actitud, casi la ternura de quien ve un cachorrillo dar sus primeros pasos, por los tópicos ajenos: esos que llenan la boca -y generalmente la cartera- de quien los promulga, pero luego practica algo diametralmente opuesto. Me imagino, por ejemplo, lo que hubiera escrito sobre don Pablo Iglesias y su casita serrana, y me desjarreto de risa; lo que hubiera dicho de don Pedro Sánchez y su gorrilla tendida en busca de compañeros de viaje, y se me alegran las pajarillas.
No alcanzó a ver este esperpento, estas caricaturas de gobernantes, esta zahúrda de farsantes; pero si vio, y conoció, y definió, a sus antecesores, y sobre ellos escribió mucho y bien. Generoso como sólo puede serlo un señor, un hidalgo español, dejó su obra abierta a quien la quisiera leer, y quien quiera la puede encontrar en esta dirección:
https://www.textos.info/arturo-robsy
Me imagino, también, lo que hubiera comentado de esta España mortuoria y alegre sin consciencia; de esta España incapaz de contar los muertos, acaso más por incapacidad que por falseamiento; más por el desbarajuste como sistema de supervivencia política de los inútiles que por decisión voluntaria. Habría tronado con las mejores galas de una inteligencia superior, porque para Arturo -como para mi, como para todas las personas decentes- los muertos eran exigencia permanente y referencia fundamental, hayan caído por un virus ayudado por la ineptitud o por bala roja ayudada por los traidores.
Por eso, Arturo, somos muchos los que te tenemos como referencia de amistad y camaradería. Tu nos enseñaste con tu sabiduría y -lo que vale aún más- con tu ejemplo. Y te echamos mucho de menos, coño.
viernes, 12 de julio de 2024
SOBRE LO INCREÍBLE.
Y que lo califique de increíble, cuando en España la incredibilidad ha alcanzado cotas altísimas, creo que significa algo. Pero vayamos por partes.
Los que se tienen por periodistas -y algunos tertulianos (políticos echados a patadas de sus partidos) a los que la emisora de los obispos les hace el favor de darles una ayudita para que sigan comiendo, sin echar mucho de menos las mariscadas y, acaso, los lupanares- no dejan hoy de acusar a VOX de todo lo imaginable por haber roto sus acuerdos de Gobierno con el PP en varias comunidades autónomas.
Todo lo achacan a electoralismo, a extremismo, a cualquier cosa que se les ocurra a los amarillistas de derechas de toda su puta vida. Y se congratulan porque, con esta ruptura, el PP "se quita peso", se libera del mal en estado puro que -para los amarillos indecentes- representa VOX, esa malísima ultraderecha, ese populismo nefasto, ese lo que se le ocurra al cuatezón de turno en el micrófono desde el que la COPE defiende el aborto, por ejemplo.
Y eso es lo increíble que les comentaba al principio: que los amarillistas de derechas, que la emisora de los Obispos, haya mostrado la patita debajo de la piel de cordero; que deje ver, tan a las claras, que les escandaliza que un partido político cumpla los compromisos con los millones de votantes que les eligieron; que les sienta fatal que un partido político deje al PP de sus amores con el culo al aire, porque mientras los peperos nunca cumplen, hay quien si lo hace o, por lo menos, lo intenta; porque hay un partido que prefiere mantener sus compromisos a sentarse en una poltrona. Y eso es algo muy malo para ellos.
¡Hay que ver cómo se pone, cómo se altera la prensa del sistema cuando un partido cumple sus promesas electorales!
jueves, 11 de julio de 2024
SOBRE BARCOS, HONRA Y UN IMBÉCIL.
España prefiere honra sin barcos que barcos sin honra es una frase más que conocida del Almirante Don Casto Méndez Núñez, y sólo un iletrado puede ignorar lo que significa. Bueno, también puede ignorarlo quien no sepa lo que es un barco. O lo que es el honor.
Por otra parte, si que hay honra en salir de la Junta de Castilla y León si el PP vuelve a traicionar los acuerdos con VOX. Hay la honra de cumplir lo prometido a sus electores. Algo que a usted, y a su siempre defendido PP ni se les ocurre, porque están acostumbrados a mentir, a incumplir promesas, a despreciar la voluntad de los ciudadanos.
miércoles, 29 de mayo de 2024
SOBRE EL FANGOSO SÁNCHEZ.
miércoles, 8 de mayo de 2024
SOBRE EL COMUNISMO PROPALESTINO.
No quería meterme en este charco, porque conozco las querencias antijudías de muchos de mis posibles lectores.
Digo antijudías, no antisemitas, porque -como me ilustró mi camarada Arturo Robsy, conocedor de historias y hasta de idiomas para mí imposibles- tan semitas de origen son los judíos como los palestinos.
Aclarado esto, paso a lo que me importa hoy comentar: la acampada de gentes que -supongo- han pagado una matrícula -estudiar, a la vista está que no- en la Universidad Complutense de Madrid, y otros que cobran por pasearse -enseñar, también está a la vista que no- por las aulas. Gentes -presuntos estudiantes y presuntos profesores- que mantienen una acampada indefinida para mostrar su apoyo al pueblo de Palestina y exigir el fin del conflicto en Gaza, indica El Debate.
Cito a este periódico porque suyos son los periodistas que han sido expulsados de la acampada, al grito de «fuera fascistas de la Universidad,» y de que «la extrema derecha abandone el espacio».
No serán estudiantes de Física, me permito aventurar, porque en tal caso sabrían que el espacio no se puede abandonar. Tampoco el tiempo, porque ambas magnitudes definen nuestra existencia y, la verdad, me parece una forma muy rebuscada para indicar a los aludidos que se mueran. Hace falta algo más de inteligencia para un juego de ideas así, y estos son de piñón fijo, de los que -decía Longanessi- no tienen ideas, sino antipatías. Y además, aunque sigan dentro del tiempo, están anclados a los años fastuosos del estalinismo rampante, lo cual les inhabilita para cualquier humorismo.
En fin, a lo que voy: los propalestinos son antifascistas, ergo comunistas. Lo cual me justifica sobradamente para mantener mi postura de siempre sobre Israel, el Estado que nos está salvando el trasero de la invasión musulmana, por más que los imbéciles políticos -y los religiosos- procuren abrir las puertas a todos los que un día u otro nos acabarán acogotando. Merecidamente, además. Por tontos.
Pero de momento, ahí sigue Israel; el único Estado del mundo que se pasa por el arco del triunfo la opinión de los manifestantes comunistas, de los profesores de estalinismo dictatorial, de los mamarrachos al estilo de un tal señor esposo de doña Begoña, y hace lo que tiene que hacer para defender su territorio, su existencia y su esencia.
viernes, 3 de mayo de 2024
SOBRE EL CABESTRO.
Dice la prensa que el ministro -con minúsculas, no es errata- Urtasun, que lo es de cultura -minusculísima- va a eliminar el Premio Nacional de Tauromaquia, porque al minúsculo ministro la Tauromaquia le parece una «actividad injusta, sádica y despreciable, que nada tiene que ver con la cultura.»
Por supuesto, la Tauromaquia no tiene nada que ver con la minúscula cultura del señor Urtasun. La Tauromaquia no trata de llevarse a un toro a dar un paseo sujeto con una correíta, ni de comprarle abriguitos o chubasqueros para el invierno. La Tauromaquia consiste en tratar al toro como el toro bravo merece: con respeto.
A mí, que no soy ministro -¡Dios me libre!-, ni soy nada culto al estilo del minúsculo señor Urtasun, me parece que lo injusto, sádico y despreciable es extinguir una especie. Y el toro -el toro bravo; el buey es otra cosa- no tiene más razón de ser que la plaza, la lidia y la muerte. Nadie va a criar toros bravos por el gusto de verlos en la dehesa, así es que si no fuera por la lidia el toro bravo desaparecería. Como mucho, quedarán unas decenas de toros, metidos en zoológicos -más o menos extensos, pero zoológicos- languideciendo sin fin hasta la muerte.
Quizá es que al señor Urtasun, como a todos los suyos, le gusta meter incluso a los animales entre cuatro paredes, tenerlos contados, hacerles comer de su mano -o mejor, de su abrevadero, no vayamos a liarla- y disponer de sus vidas para protegerlos. Y para esclavizarlos.
Es una «actividad injusta, sádica y despreciable» condenar al toro bravo a la extinción o a una vida que no es la suya, la vida a que tiene derecho.
Pero esto es lo que suele ocurrir cuando se quiere poner en la piel de un toro el que no pasará jamás de ser un cabestro.
domingo, 28 de abril de 2024
SOBRE LOS HIDEPUTAS.
Que sí, que ya se que así dicho no hay forma de saber a quien me refiero, porque hay muchos.
Pero hoy me refiero a los hideputas de la puta derecha de mierda.
En una información de El Debate me entero de que el mamarracho de Nuñez Feijóo ha proclamado: «Estamos ante un tic autoritario que desde Franco nunca lo habíamos visto.»
A esa información me he permitido comentar en dicho periódico lo que sigue:"Por pura casualidad -en nada relacionada, probablemente, con la valiente lucha antifranquista del señor Feijoo- recuerdo unos versos de D. Pedro Muñoz Seca en "la venganza de don Mendo:"
de aquél que nace cabrito,
que o muere de chiquitito
o acaba siendo... un cabrón"
Comentario que, por supuesto, ha sido censurado, por lo que lo publico aquí, en mi diario, donde aún se cumple la Constitución aunque no se comparta ni se respete.
Luego me da por poner la radio, y me encuentro a la señora López Schlichting, que también lucha valientemente contra Franco y recuerda las manifestaciones de la Plaza de Oriente para compararlo con los cuatro cabrones rojos de mierda que llevaron en autobús a Ferraz los sociatas.
En fin, a esta gentuza ya la definió nuestro padre Cervantes con certero calificativo.
sábado, 27 de abril de 2024
SOBRE PERICO EL DESFALLECIDO.
miércoles, 24 de abril de 2024
SOBRE INVITACIONES.
Recibo con cierta frecuencia -en ese invento absurdo y ridículo que es Facebook; invento que nos separa de nuestros semejantes más que nos une- invitaciones a unirme a tal o cual grupo, generalmente vinculado a VOX.
Respetando a quienes me invitan -y agradeciéndoles el interés-, quiero dejar las cosas claras por si alguna vez hubo duda en mi pensamiento.
Es cierto que he votado a VOX en algunas ocasiones; tres o cuatro si mal no recuerdo. Es cierto que en todas esas ocasiones lo he dicho, lo he escrito y lo he publicado, mas que nada porque sé que jode. También es cierto que siempre he dicho -ateniéndome a la recomendación joseantoniana para las elecciones de 1933- que VOX me parecía lo menos malo, y en esa condición lo votaba. La satisfacción de fastidiar a los rojiprogres y a los tontiprogres -esto es: PSOE y PP- ya me valía el esfuerzo.
Pero, -lo repito- quiero dejar las cosas claras. No soy militante de VOX, ni siquiera simpatizante. No he asistido a ningún acto de VOX, ni tengo intención de hacerlo. Me parece que su programa para las citas electorales en las que lo he votado eran lo suficientemente compatibles con mis ideas, dentro de lo que su adhesión a este sistema permite, como para ir a votar. Y para nada más.
No puedo ser militante de VOX, ni simpatizante, ni unirme a ningún grupo de apoyo a VOX, por la sencilla razón de que soy Nacionalsindicalista.
Esto, para modernos, progres y peperos en general, que no sabrán qué es, quiere decir que soy falangista aunque -me apresuro a avisarlo- no pertenezco a ningún grupo falangista. Soy nacionalsindicalista -o joseantoniano, si así me entienden mejor- por libre. Y lo soy por la sencilla razón de que no reúno las condiciones que los grupos falangistas suelen exigir a la hora de combatir al Excelentísimo Señor D. Francisco Franco Bahamonde, así como por otras cuantas razones que me han ido dando a lo largo del tiempo.
Este es, también, el motivo de que no me defina simple y llanamente como falangista sin más. No tengo ganas de que ningún purista me venga diciendo que no puedo ser falangista si no coincido con su pensamiento particular sobre el Régimen de Franco, sobre su obra y sobre su recuerdo.
Quede, por tanto, claro: no apoyo a VOX más allá de un momento concreto. Soy Nacionalsindicalista porque creo en lo que dijo José Antonio; porque me da la gana, y porque puedo. Ser Nacionalsindicalista -adviértese- no es algo al alcance de cualquiera, como tampoco está al alcance de cualquiera ser católico, por ejemplo.
No me llamo falangista porque no milito en ninguna Falange, y así nadie me tiene que echar por no cumplir sus estándares de antifranquismo o de connivencia con el rojerío.
Así es que -sin sentirlo nada, pero agradeciendo el interés- comunico que no me voy a adherir a ningún grupo feisbuquero de apoyo a ningún partido político del sistema.
martes, 23 de abril de 2024
SOBRE LA CASILLA DE LA IGLESIA, OTRA VEZ.
Decía hace unos días, a cuento de que Facebook me avisaba de que tenía un recuerdo, el cual resultaba ser el de un artículo que escribí años antes sobre marcar la famosa casilla de la declaración de la renta que destina cuartos a la Iglesia Católica, que todo lo que escribí hace años seguía vigente y, por tanto, continuaba mi negativa a sufragar a la institución eclesiástica.
Hoy me encuentro con una noticia que recoge infovaticana.com, que se refiere a un comunicado de la archidiócesis de Tarragona justificando la presencia del vicario general Joan Águila en un acto republicano y comunista. El comunicado dice -copio el entrecomillado-:
«La Iglesia de Tarragona, a través del Vicario General del Arzobispado, ha pedido perdón por el papel de la Iglesia en el franquismo, mostrando especialmente la proximidad a las víctimas y recordando que, al hablar de Memoria Histórica, se las incluye a todas y supone la voluntad de curar heridas, reconociendo el sufrimiento de tantas personas afectadas».
Y sigue: «la historia del siglo pasado muestra que la Iglesia Católica sufrió persecuciones, juicios arbitrarios y asesinatos (...) por considerar que eran partidarios de los sollevados».
Y aún más: «con la quema de iglesias, monasterios y conventos, el patrimonio cultural e histórico de la Iglesia se vio gravemente afectado, con pérdidas irreparables» (...) «esta represión fue ejercida por grupos llamados comités, miembros de partidos y sindicatos radicales (sin especificar ninguna sigla), que aparentemente no dependían de las autoridades republicanas y actuaban al margen de toda ley».
Vamos, que según la archidiócesis de Tarragona, los que fueron asesinados lo fueron por provocar, porque qué es eso de ser católico y de derechas, y que bien asesinados estaban porque se podía deducir que eran partidarios de los sublevados. Y las iglesias, monasterios, conventos -y los colegios que desasnaron a tanto futuro rojo de mierda, y las bibliotecas y los museos-, fueron quemadas por particulares, nada que ver con el Gobierno, ni con los partidos de izquierdas, que ya sabemos que eran todos ellos beatíficos, unos auténticos hermanitos de la caridad y de los tiros a la barriga.Por lo tanto, archidiócesis de Tarragona considera que pedir perdón a los republicanos, comunistas y otros izquierdistas -o sea, a los hijos de puta rojos de toda la vida- es «una cuestión de justicia, que ayudará a la Iglesia católica a recuperar su dignidad y que, sin duda, le acercará más al Evangelio».
Perfecto. La culpa de todo la tuvieron los que no se dejaron matar y se sublevaron, y los que se dejaron matar sin resistencia y dejaron mal a los comités radicales.
Más claro el agua. El agua de borrajas. O el agua de fuego, que deben haberse pimplado a conciencia.
Más clara, la vergüenza ajena que siente cualquier persona decente ante estos pastores traidores, que confraternizan con el enemigo que asesinó a sus antecesores; más clara, la náusea ante estos curas que venden a los que murieron por no renegar de Cristo; ante estos obispos canallescos, que callan como putas y asienten a toda bellaquería.
Más clara, la ocasión de ese cura Paco, que seguirá perdiendo excelentes ocasiones de disciplinar a los bellacos que traicionan, no ya a su Patria, que se da por hecho, sino a su Dios.
Y yo sigo siendo católico, apostólico y español. Porque me da la gana, no porque la institución eclesial me merezca el menor respeto. Sigo siendo católico, apostólico y español, y no caigo en la estupidez de las iglesias nacionales, pero al Obispo de Roma, traidor a España -que es la pieza fundamental de la Cristiandad- y traidor a Cristo, que le vayan dando.
viernes, 12 de abril de 2024
SOBRE LA CASILLA DE LA IGLESIA.
Hoy me dice Facebook que tengo recuerdos. Y resulta que los recuerdos son de cierto artículo que escribí hace unos cinco años, a propósito del anual asalto que sufrimos a manos de esa Hacienda que somos todos, pero unos más que otros.
Leo lo escrito antaño, y compruebo que nada hay hogaño que me permita cambiar de opinión. Que la casilla de la Iglesia, por lo que a mi respecta, va a seguir vacía. También, aclaro, la de "otros fines sociales" o algo así.
Se que eso no me evita el expolio; que dejar de marcar las casillas no hace que me cueste menos el robo. Se que de esa forma, será el Gobierno el que dedique mis cuartos a lo que le salga de las narices a los sinvergüenzas que lo forman.
Pero a mi conciencia le vale con saber que si no marco ninguna casilla no me hago cómplice del destino de esos cuartos que me roban anualmente. Que lo gasten en lo que quieran, que se lo metan donde les quepa; pero no seré yo quien firme ni las subvenciones a los obispos traidores y a los curas que sufragan viajes a los familiares de etarras, ni el que indique que mi dinero se utilice para promover el aborto y beneficiar a Oenegés trinconas.
Ahí les dejo, por si gustan leerlo, lo que pensaba hace esos cinco años:
jueves, 4 de abril de 2019
SOBRE LA CASILLA DE LA IGLESIA.
Como todos ustedes saben, ya estamos metidos en época de confiscación de la renta. Llega el momento en que el Gobierno nos saca los cuartos para dilapilarlos en sueldos para los suyos, en dádivas compravotos para los suyos, en proyectos faraónicos e inútiles para que trinquen sus empresas protegidas o subvencionadoras que -llegado el caso- darán puestos en consejos de administración a los suyos. A los de cada partido, porque esto no es cosa de unos, sino de todos.
Dando esto por sabido, y sentado el principio de que al votante no le importa que le saquen los higadillos siempre que lo hagan los suyos, parece que lo importante no es crear empleo y facilitar y proteger la vida y los derechos de los ciudadanos, sino la memez histórica y la exhumación de Franco.
Y también damos por sabido que en esta época nos van a pedir que marquemos la casilla de la Iglesia Católica en nuestra declaración de la renta. No dejan de repetirlo así desde los medios de comunicación vinculados a la Iglesia: desde esa cadena COPE que pertenece a la Conferencia Episcopal Española.
Esa misma cadena que, un día si y otro también, no deja de lanzar diatribas contra Franco; que no deja -por boca de cualquiera de sus estrellitas- de hablar de la feroz dictadura, de los represaliados, de los exiliados del franquismo; no deja de calumniar a Francisco Franco y a los millones de españoles que lo siguieron para hacer una España que -43 años después- aún puede pagar sinvergüenzas con la herencia recibida.
Esa misma Conferencia Episcopal que ha intentado guardar bien sus ropas en el asunto de la venganza exhumatoria. Que ha dicho que no era asunto suyo que se desenterrara a Franco del Valle de los Caídos, ni dónde se le fuera a enterrar de nuevo. Que eso era cosa del Gobierno y de la familia.
Desde que empecé a presentar la declaración de la renta he marcado siempre la casilla de la Iglesia. Porque soy católico, y por tocar las narices, que también es un motivo. Menos este año.
Este año, no. Que a los Obispos cobardes los subvencione el socialismo y el comunismo con los que se quieren congraciar al precio de la traición. Que a los curas rojos los mantengan sus amos. Que a la institución eclesiástica que abandona a sus hijos y se morrea con los asesinos de sus hermanos en el sacerdocio, la ayude el estalinismo de Sánchez. Que a las emisoras de radio que mienten por sistema para no hacerse antipáticos a sus amos políticos, las sufrague su abuela.
Este año, no. Este año, que la Conferencia Episcopal Española no cuente con mi marca en la casilla de la Iglesia. Este año, no voy a seguir siendo cómplice de los mentirosos, de los traidores, de los chalanes y mercachifles que trapichean con la fe, se refocilan en la iniquidad y se deshonran en la condescendencia, que no es misericordiosa, sino culpable.
Y en lo que valga mi consejo, ahí queda para quien quiera usarlo. Este año, NO. Y a los traidores que los mantengan los socialistas a los que tanto quieren agradar.
miércoles, 13 de marzo de 2024
SOBRE LA PASIONARITA.
Dice El Debate, con vídeo demostrativo, que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda mandó callar a los diputados del PP, los señaló y les amenazó con un enigmático «cuidao» (sic), mientras Pedro Sánchez exigía a Alberto Núñez Feijóo que pidiera a Isabel Díaz Ayuso su dimisión.
El señor Sánchez, evidentemente, no va a responder nada sobre los tejemanejes, las mordidas, las corruptelas y mamandurrias varias de su partido, tan proclive al robo descarado, preferentemente a los más pobres y los más desvalidos.
Los socialistas no se lo creerán, porque para ellos lo que robe su amo bien robado está. Tengo un vecino que afirma que el es socialista, y que votará socialista aunque se muera de hambre, lo cual cada día está más cerca, y sólo siento que probablemente él no tenga tiempo de morirse de hambre, porque la herencia de Franco todavía llega al día de hoy, pero acaso el hambre alcance a sus nietos.
Los moderados de centro, izquierda, derecha, emisora de los Obispos y demás imbéciles, tampoco creerán que los socialistas acostumbren a robar a los más pobres y los más desvalidos, porque ellos, a fuerza de cogerse las vergüenzas con papel de fumar, deben tenerlas ya consumiditas.
Pero si; los socialistas roban a los más pobres -los parados de Andalucía-, a los más desvalidos -los enfermos de covid- a los mas indefensos -los sanitarios de la pandemia-, y lo hacen a cuatro manos, e incluso a seis si se les deja ocasión.
Y no son, como dicen los periodistas palmeros que se trabajan las emisoras contrarias -el presunto periodista Carmelo Encinas en la COPE, por ejemplo- unos cuantos sinvergüenzas del partido; es el partido entero, y todos los que lo votan y lo han votado; todos los que aplauden que su amo robe a mansalva, aunque los gilipollas se mueran de hambre viendo cómo los amiguetes del amo disfrutan de viajes en Falcon, de mariscadas y de putas. Es curiosa la afición a las marisquerías y a las casas de lenocinio de los socialistas, pero están documentadas en prensa y sumarios.
De la misma forma que no pierden ocasión de amenazar, de impedir que los demás hablen, de someter por la subvención o por la fuerza a la prensa que aún no inclina del todo la cerviz ni dobla totalmente el espinazo, de negarle el turno de preguntas en las ruedas de prensa a los no paniaguados del sistema corrupto del socialismo.
Así, no me extraña lo más mínimo que doña María Jesús Montero señalara con el dedo mandando callar y amenazando -cuidao- a los adversarios en mitad del Parlamento.
Ni para eso son originales estos rojos de hoy. Dolores Ibárruri lo hizo mejor: este hombre ha hablado aquí por última vez, le dijo a don José Calvo Sotelo en sesión parlamentaria. Y así lo hizo.
Luego vino lo que todos sabemos; sobre todo ellos, que aún intentan ganar aquella guerra.
miércoles, 6 de marzo de 2024
SOBRE LA RIDICULEZ.
sábado, 17 de febrero de 2024
SOBRE CÓMO HACER FRENTE A LOS NARCOS.
jueves, 8 de febrero de 2024
SOBRE LA VERGÜENZA AJENA.
sábado, 13 de enero de 2024
SOBRE LA DESIGUALDAD ANTE LA LEY.
domingo, 7 de enero de 2024
SOBRE LA LEY DE LOS MENTIROSOS.
Dice hoy el panfletillo 20 minutos que La 'repesca' de la Ley de Nietos dispara las solicitudes de nacionalidad española. Y luego explica muy ufano que esto es porque la Ley de memoria democrática de Sánchez facilita la obtención de la nacionalidad española a los descendientes de los españoles que se exiliaron tras la Guerra Civil y por la dictadura. Cosa que -sigue el panfleto- viene precedido por la Ley de memoria histórica de Rodríguez.
Lamento jorobarle el cuento a la señora, señorita o señorito que firma: AMAYA LARRAÑETA. Y lamento -bueno, no, ¡qué leche!, no lo lamento en absoluto- jorobarle la falsedad histórica a los -Zapatero dixit- rojos, a los necios y a los hideputas, condiciones nada excluyentes entre si. Pero el hecho cierto y quien lo haya menester lo podrá comprobar en el BOE, si es que aún no lo han reescrito en el mejor estilo orwelliano, que el derecho de solicitar la nacionalidad española por parte de los descendientes de españoles es cosa mucho más antigua.
Con esto pasa lo mismo que con la Seguridad Social, que los más tontos de cada lugar siguen diciendo que la creó Felipe González, cuando cualquier persona con una cultura mínima sabe que quien la levantó desde casi cero fue el falangista José Antonio Girón de Velasco. Y en época de Franco. Cierto es que la levantó aprovechando los exiguos cimientos que ya había puesto un cuarto de siglo antes el General Primo de Rivera.
Pues con lo de la nacionalidad ocurre lo mismo. Muchos años antes de la llegada de Zapatero a La Moncloa -en tren de cercanías, ya saben- investigué las posibilidades de que un familiar nacido en Argentina, de madre española, pudiera obtener la nacionalidad, y los trámites eran -en principio- bastante sencillos.
No se exactamente desde cuando estaba vigente esta legislación, ni cuantas modificaciones habría experimentado en el transcurso del tiempo. Lo que si puedo afirmar que en época de Franco cualquier descendiente de españoles podía solicitar la nacionalidad española.
Y si no me creen, sólo tienen que preguntar a los aficionados al fútbol que vivieran los primeros años 70 del pasado siglo, qué era aquello de los oriundos, que permitió a todos los clubes españoles fichar a futbolistas iberoamericanos -brasileños también- que pudieran justificar su descendencia de padres, abuelos, bisabuelos... españoles, nacionalizándolos sin demasiado trámite.
domingo, 24 de diciembre de 2023
SOBRE ESTAS FECHAS.
lunes, 20 de noviembre de 2023
SOBRE HOY.
Hoy, que es 20 de noviembre, 20-N, para lo que gusten mandar.
La fecha del 20-N hace años que me resulta triste. No por la muerte -ellos están ahí, en los luceros-, sino por el abandono. Desde la profanación del Valle de los Caídos, con policías y guardias serviles paseando armados por la Basílica sin que la autoridad eclesiástica dijera esta boca es mía, acaso porque la autoridad eclesiástica sólo tiene manos pedigüeñas y subvencionadas, el 20-N es triste. Es la derrota, aunque no el fin de la lucha.
Pero se me hace difícil escribir con esperanza. No tengo esperanza alguna en esta sociedad que se suicida alegremente. Si acaso, la de sobrevivir hasta ver el suicidio colectivo y poder decir, una vez más, que lo avisamos; y que bien está, al fin, que se suicide una sociedad sin valores y sin valor; una sociedad bovina, que bala alegre hacia el matadero.
No tengo más esperanza que llegar a ver -y si Dios lo permite, tomar la parte que pueda- cómo se realiza el proyecto de esta sociedad progresista, que odia al que no se somete al amo, que aplaude muros que expulsan de la vida pública a la mitad de los españoles, y que está poniendo los cimientos de una segunda vuelta que espera ganar. Y que volverá a perder, porque estos cuatezones que, de cumplir sus propias leyes, estarían todos enchiquerados por ese curioso delito de odio -como si los sentimientos sin acción pudieran delinquir-, siguen siendo inferiores. Lo que es peor -para ellos-: siguen sintiéndose inferiores, y por eso odian a los que -en su subconsciente- reconocen como superiores.
Y entre ellos, los dos hombres cuya muerte -y sobre todo, vida- recordamos hoy.
Y escribo sin esperanza y -a decir verdad- sin ganas; pero escribo porque no hacerlo hoy sería cobardía, y ya tengo demasiados años para callarme.
Así es que aquí queda, para amigos y enemigos, mi recuerdo:
José Antonio Primo de Rivera, ¡Presente!
Francisco Franco, ¡Presente!
¡Arriba España!
miércoles, 15 de noviembre de 2023
SOBRE LA AUSENCIA DEL "NO".
Sentencia don Alfonso Ussía en El Debate de hoy, que el 'No' es una colaboración, un reconocimiento del 'Sí', y aboga por la ausencia de todos los Diputados disconformes con la amnistía cuando dicho engendro se debata en el Parlamento.
Sin ser entusiasta del señor Ussía -aunque reconociéndole su humorismo de buena ley- tengo que estar de acuerdo con lo que propone. Ni un solo voto negativo, por ausencia de la mitad de la cámara.
Y no estoy de acuerdo exclusivamente porque lo diga el señor Ussía, sino porque es lo mismo que vengo diciendo -y escribiendo- desde hace más de cuarenta años: votar, aunque sea en contra, es ser cómplice.
Por eso, como ya tengo muy repetido y los habituales saben de sobra, siempre he dicho que no iba a votar en las elecciones salvo encontrar algo menos malo, cosa que casi nunca ha ocurrido para mi modesto entender.
A este convencimiento de no ser cómplice votando a un sistema no me llevó, en su día, ninguna revelación, ningún profundo estudio, ninguna profecía. Me llevó, lisa y llanamente, la aseveración de todos los partidos y de todos los periodistas amarillos de que la alta participación registrada en las elecciones generales del 1982 -aquellas que ganó de calle el PSOE de Felipe González porque UCD se las puso a huevo- había sido un triunfo de la democracia.
Y en ello, evidentemente, se incluían todos los votos; hasta el mío que -el secreto del voto es un derecho, no un deber- había sido para la Solidaridad Española de don Antonio Tejero Molina.
Así lo escribí muchos años después -lo pueden comprobar pulsando aquí-, pero aún así bastante antes que don Alfonso Ussía, y a ello he sido fiel desde entonces. Ningún voto NO a la amnistía del traidor Sánchez, del traidor PSOE, del traidor comunismo de veinte caras y cien siglas. Ningún voto NO, simplemente por ausencia, por evidenciar que media España -la que no vive de los Presupuestos Generales del Estado, con subvenciones, falcons y guardaespaldas- simplemente -dicho sea con bien altas y nobles palabras- desprecia el juguete.
domingo, 29 de octubre de 2023
SOBRE LA ESPERANZA.
Hace 90 años.
Tal día como hoy de hace noventa años, un joven universitario al que tres años después fusilaría la izquierda con los fusiles que había cargado la derecha, mostró a los españoles que había un futuro para todos.
Muchos españoles lo creyeron, lo siguieron y, cuando los asesinos ultraizquierdistas del PSOE se lanzaron a la aniquilación de media España, se alzaron en armas para impedirlo. También cuando los separatistas catalans, baskos y otros gilipollas de la misma recua quisieron dinamitar -tenían querencia por la dinamita, como todos los cobardes que ponen la bomba y esconden la mano- la unidad de la primera Nación habida en este puñetero mundo.
Otros muchos -justo es decirlo- estuvieron en contra. Ninguno con razón y casi todos con antipatía, que es la razón del que no la tiene.
En un mundo normal, la bandera levantada el 29 de Octubre de 1933 habría sido para todos bandera de esperanza, de fe y de ánimo. En este mundo nuestro, aquella bandera sólo la seguimos unos cuantos -pocos para lo que la idea merece, muchos para el miedo del enemigo cobarde- y sirve de poco porque ya hemos vuelto al punto de partida; porque ya no sirve la esperanza, sino el odio, y en ello estamos con bastante éxito.
Por si acaso, ahí les dejo aquellas palabras que fueron luz.
* * *
DISCURSO DE LA FUNDACION DE FALANGE ESPAÑOLA
(Discurso pronunciado en el Teatro de la Comedia de Madrid, el día 29 de octubre de 1933, por José Antonio Primo de Rivera).
Nada de un párrafo de gracias. Escuetamente, gracias, como corresponde al laconismo militar de nuestro estilo.
Cuando, en marzo de 1762, un hombre nefasto, que se llamaba Juan Jacobo Rousseau, publicó El contrato social, dejó de ser la verdad política una entidad permanente. Antes, en otras épocas más profundas, los Estados, que eran ejecutores de misiones históricas, tenían inscritas sobre sus frentes, y aun sobre los astros, la justicia y la verdad. Juan Jacobo Rousseau vino a decirnos que la justicia y la verdad no eran categorías permanentes de razón, sino que eran, en cada instante, decisiones de voluntad.
Juan Jacobo Rousseau suponía que el conjunto de los que vivimos en un pueblo tiene un alma superior, de jerarquía diferente a cada una de nuestras almas, y que ese yo superior está dotado de una voluntad infalible, capaz de definir en cada instante lo justo y lo injusto, el bien y el mal. Y como esa voluntad colectiva, esa voluntad soberana, sólo se expresa por medio del sufragio –conjetura de los más que triunfa sobre la de los menos en la adivinación de la voluntad superior–, venía a resultar que el sufragio, esa farsa de las papeletas entradas en una urna de cristal, tenía la virtud de decirnos en cada instante si Dios existía o no existía, si la verdad era la verdad o no era la verdad, si la Patria debía permanecer o si era mejor que, en un momento, se suicidase.
Como el Estado liberal fue un servidor de esa doctrina, vino a constituirse no ya en el ejecutor resuelto de los destinos patrios, sino en el espectador de las luchas electorales. Para el Estado liberal sólo era lo importante que en las mesas de votación hubiera sentado un determinado número de señores; que las elecciones empezaran a las ocho y acabaran a las cuatro; que no se rompieran las urnas. Cuando el ser rotas es el más noble destino de todas las urnas. Después, a respetar tranquilamente lo que de las urnas saliera, como si a él no le importase nada. Es decir, que los gobernantes liberales no creían ni siquiera en su misión propia; no creían que ellos mismos estuviesen allí cumpliendo un respetable deber, sino que todo el que pensara lo contrario y se propusiera asaltar el Estado, por las buenas o por las malas, tenía igual derecho a decirlo y a intentarlo que los, guardianes del Estado mismo a defenderlo.
De ahí vino el sistema democrático, que es, en primer lugar, el más ruinoso sistema de derroche de energías. Un hombre dotado para la altísima función de gobernar, que es tal vez la más noble de las funciones humanas, tenía que dedicar el ochenta, el noventa o el noventa y cinco por ciento de su energía a sustanciar reclamaciones formularias, a hacer propaganda electoral, a dormitar en los escaños del Congreso, a adular a los electores, a aguantar sus impertinencias, porque de los electores iba a recibir el Poder; a soportar humillaciones y vejámenes de los que, precisamente por la función casi divina de gobernar, estaban llamados a obedecerle; y si, después de todo eso, le quedaba un sobrante de algunas horas en la madrugada, o de algunos minutos robados a un descanso intranquilo, en ese mínimo sobrante es cuando el hombre dotado para gobernar podía pensar seriamente en las funciones sustantivas de Gobierno.
Vino después la pérdida de la unidad espiritual de los pueblos, porque como el sistema funcionaba sobre el logro de las mayorías, todo aquel que aspiraba a ganar el sistema ,tenía que procurarse la mayoría de los sufragios. Y tenía que procurárselos robándolos, si era preciso, a los otros partidos, y para ello no tenía que vacilar en calumniarlos, en verter sobre ellos las peores injurias, en faltar deliberadamente a la verdad, en no desperdiciar un solo resorte de mentira y de envilecimiento. Y así, siendo la fraternidad uno de los postulados que el Estado liberal nos mostraba en su frontispicio, no hubo nunca situación de vida colectiva donde los hombres injuriados, enemigos unos de otros, se sintieran menos hermanos que en la vida turbulenta y desagradable del Estado liberal.
Y, por último, el Estado liberal vino a depararnos la esclavitud económica, porque a los obreros, con trágico sarcasmo, se les decía: “Sois libres de trabajar lo que queráis; nadie puede compeleros a que aceptéis unas u otras condiciones; ahora bien: como nosotros somos los ricos, os ofrecemos las condiciones que nos parecen; vosotros, ciudadanos libres, si no queréis, no estáis obligados a aceptarlas; pero vosotros, ciudadanos pobres, si no aceptáis las condiciones que nosotros os impongamos, moriréis de hambre, rodeados de la máxima dignidad liberal”. Y así veríais cómo en los países donde se ha llegado a tener Parlamentos más brillantes e instituciones democráticas más finas, no teníais más que separamos unos cientos de metros de los barrios lujosos para encontramos con tugurios infectos donde vivían hacinados los obreros y sus familias, en un límite de decoro casi infrahumano. Y os encontraríais trabajadores de los campos que de sol a sol se doblaban sobre la tierra, abrasadas las costillas, y que ganaban en todo el año, gracias al libre juego de la economía liberal, setenta u ochenta jornales de tres pesetas.
Por eso tuvo que nacer, y fue justo su nacimiento (nosotros no recatamos ninguna verdad), el socialismo. Los obreros tuvieron que defenderse contra aquel sistema, que sólo les daba promesas de derechos, pero no se cuidaba de proporcionarles una vida justa.
Ahora, que el socialismo, que fue una reacción legítima contra aquella esclavitud liberal, vino a descarriarse, porque dio, primero, en la interpretación materialista de la vida y de la Historia; segundo, en un sentido de represalia; tercero, en una proclamación del dogma de la lucha de clases.
El socialismo, sobre todo el socialismo que construyeron, impasibles en la frialdad de sus gabinetes, los apóstoles socialistas, en quienes creen los pobres obreros, y que ya nos ha descubierto tal como eran Alfonso García Valdecasas; el socialismo así entendido, no ve en la Historia sino un juego de resortes económicos: lo espiritual se suprime; la Religión es un opio del pueblo; la Patria es un mito para explotar a los desgraciados. Todo eso dice el socialismo. No hay más que producción, organización económica. Así es que los obreros tienen que estrujar bien sus almas para que no quede dentro de ellas la menor gota de espiritualidad.
No aspira el socialismo a restablecer una justicia social rota por el mal funcionamiento de los Estados liberales, sino que aspira a la represalia; aspira a llegar en la injusticia a tantos grados más allá cuantos más acá llegaran en la injusticia los sistemas liberales.
Por último, el socialismo proclama el dogma monstruoso de la lucha de clases; proclama el dogma de que las luchas entre las clases son indispensables, y se producen naturalmente en la vida, porque no puede haber nunca nada que las aplaque. Y el socialismo, que vino a ser una crítica justa del liberalismo económico, nos trajo, por otro camino, lo mismo que el liberalismo económico: la disgregación, el odio, la separación, el olvido de todo vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres.
Así resulta que cuando nosotros, los hombres de nuestra generación, abrimos los ojos, nos encontramos con un mundo en ruina moral, un mundo escindido en toda suerte de diferencias; y por lo que nos toca de cerca, nos encontramos en una España en ruina moral, una España dividida por todos los odios y por todas las pugnas. Y así, nosotros hemos tenido que llorar en el fondo de nuestra alma cuando recorríamos los pueblos de esa España maravillosa, esos pueblos en donde todavía, bajo la capa más humilde, se descubren gentes dotadas de una elegancia rústica que no tienen un gesto excesivo ni una palabra ociosa, gentes que viven sobre una tierra seca en apariencia, con sequedad exterior, pero que nos asombra con la fecundidad que estalla en el triunfo de los pámpanos y los trigos. Cuando recorríamos esas tierras y veíamos esas gentes, y las sabíamos torturadas por pequeños caciques, olvidadas por todos los grupos, divididas, envenenadas por predicaciones tortuosas, teníamos que pensar de todo ese pueblo lo que él mismo cantaba del Cid al verle errar por campos de Castilla, desterrado de Burgos:
¡Dios, qué buen vasallo si oviera buen señor!
Eso vinimos a encontrar nosotros en el movimiento que empieza en ese día: ese legítimo soñar de España; pero un señor como el de San Francisco de Borja, un señor que no se nos muera. Y para que no se nos muera, ha de ser un señor que no sea, al propio tiempo, esclavo de un interés de grupo ni de un interés de clase.
El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas. Porque en el fondo, la derecha es la aspiración a mantener una organización económica, aunque sea injusta, y la izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización económica, aunque al subvertiría se arrastren muchas cosas buenas. Luego, esto se decora en unos y otros con una serie de consideraciones espirituales. Sepan todos los que nos escuchan de buena fe que estas consideraciones espirituales caben todas en nuestro movimiento; pero que nuestro movimiento por nada atará sus destinos al interés de grupo o al interés de clase que anida bajo la división superficial de derechas e izquierdas.
La Patria es una unidad total, en que se integran todos los individuos y todas las clases; la Patria no puede estar en manos de la clase más fuerte ni del partido mejor organizado. La Patria es una síntesis trascendente, una síntesis indivisible, con fines propios que cumplir; y nosotros lo que queremos es que el movimiento de este día, y el Estado que cree, sea el instrumento eficaz, autoritario, al servicio de una unidad indiscutible, de esa unidad permanente, de esa unidad irrevocable que se llama Patria.
Y con eso ya tenemos todo el motor de nuestros actos futuros y de nuestra conducta presente, porque nosotros seríamos un partido más si viniéramos a enunciar un programa de soluciones concretas. Tales programas tienen la ventaja de que nunca se cumplen. En cambio, cuando se tiene un sentido permanente ante la Historia y ante la vida, ese propio sentido nos da las soluciones ante lo concreto, como el amor nos dice en qué caso debemos reñir y en qué caso nos debemos abrazar, sin que un verdadero amor tenga hecho un mínimo programa de abrazos y de riñas.
He aquí lo que exige nuestro sentido total de la Patria y del Estado que ha de servirla.
Que todos los pueblos de España, por diversos que sean, se sientan armonizados en una irrevocable unidad de destino.
Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha nacido nunca miembro de un partido político; en cambio, nacemos todos miembros de una familia; somos todos vecinos de un Municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo. Pues si ésas son nuestras unidades naturales, si la familia y el Municipio y la corporación es en lo que de veras vivimos, ¿para qué necesitamos el instrumento intermediario y pernicioso de los partidos políticos, que, para unimos en grupos artificiales, empiezan por desunimos en nuestras realidades auténticas?
Queremos menos palabrería liberal y más respeto a la libertad profunda del hombre. Porque sólo se respeta la libertad del hombre cuando se le estima, como nosotros le estimamos, portador de valores eternos; cuando se le estima envoltura corporal de un alma que es capaz de condenarse y de salvarse. Sólo cuando al hombre se le considera así, se puede decir que se respeta de veras su libertad, y más todavía si esa libertad se conjuga, como nosotros pretendemos, en un sistema de autoridad, de jerarquía y de orden.
Queremos que todos se sientan miembros de una comunidad seria y completa; es decir, que las funciones a realizar son muchas: unos, con el trabajo manual; otros, con el trabajo del espíritu; algunos, con un magisterio de costumbres y refinamientos. Pero que en una comunidad tal como la que nosotros apetecernos, sépase desde ahora, no debe haber convidados ni debe haber zánganos.
Queremos que no se canten derechos individuales de los que no pueden cumplirse nunca en casa de los famélicos, sino que se dé a todo hombre, a todo miembro de la comunidad política, por el hecho de serio, la manera de ganarse con su trabajo una vida humana, justa y digna.
Queremos que el espíritu religioso, clave de los mejores arcos de nuestra Historia, sea respetado y amparado como merece, sin que por eso el Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias ni comparta –como lo hacía, tal vez por otros intereses que los de la verdadera Religión– funciones que sí le corresponde realizar por sí mismo.
Queremos que España recobre resueltamente el sentido universal de su cultura y de su Historia.
Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha dicho –al hablar de “todo menos la violencia”– que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria.
Esto es lo que pensamos nosotros del Estado futuro que hemos de afanamos en edificar.
Pero nuestro movimiento no estaría del todo entendido si se creyera que es una manera de pensar tan sólo; no es una manera de pensar: es una manera de ser. No debemos proponemos sólo la construcción, la arquitectura política. Tenemos que adoptar, ante la vida entera, en cada uno de nuestros actos, una actitud humana, profunda y completa. Esta actitud es el espíritu de servicio y de sacrificio, el sentido ascético y militar de la vida. Así, pues, no imagine nadie que aquí se recluta para ofrecer prebendas; no imagine nadie que aquí nos reunimos para defender privilegios. Yo quisiera que este micrófono que tengo delante llevara mi voz hasta los últimos rincones de los hogares obreros, para decirles: sí, nosotros llevamos corbata; sí, de nosotros podéis decir que somos señoritos. Pero traemos el espíritu de lucha precisamente por aquello que no nos interesa como señoritos; venimos a luchar porque a muchos de nuestras clases se les impongan sacrificios duros y justos, y venimos a luchar por que un Estado totalitario alcance con sus bienes lo mismo a los poderosos que a los humildes. Y así somos, porque así lo fueron siempre en la Historia los señoritos de España. Así lograron alcanzar la jerarquía verdadera de señores, porque en tierras lejanas, y en nuestra Patria misma, supieron arrostrar la muerte y cargar con las misiones más duras, por aquello que precisamente, como a tales señoritos, no les importaba nada.
Yo creo que está alzada la bandera. Ahora vamos a defenderla alegremente, poéticamente. Porque hay algunos que frente a la marcha de la revolución creen que para aunar voluntades conviene ofrecer las soluciones más tibias; creen que se debe ocultar en la propaganda todo lo que pueda despertar una emoción o señalar una actitud enérgica y extrema. ¡Qué equivocación! A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!
En un movimiento poético, nosotros levantaremos este fervoroso afán de España; nosotros nos sacrificaremos; nosotros renunciaremos, y de nosotros será el triunfo, triunfo que –¿para qué os lo voy a decir?– no vamos a lograr en las elecciones próximas. En estas elecciones votad lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahí vuestra España, ni está ahí nuestro marco. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuando ello puede hacer que se me retraigan todos los votos. No me importa nada. Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas. Que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas.