Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 23 de septiembre de 2016

SOBRE LAS COSAS CLARAS.

Que es como empiezan a estar para el público en general. Para unos cuantos -esos a los que siempre nos llaman catastrofistas, paranóicos, exagerados y lindezas varias por el estilo- las cosas estaban claras desde las penúltimas elecciones.

Pero ahora, por fin, el señorito Sánchez muestra la patita por debajo de la puerta, y le deja claro a los que no tienen capacidad de análisis, ni conocimiento de la Historia, ni -en el caso de periodistas y tetulianos profesionales- vergüenza profesional, qué es lo que nos espera si le dejan hacer su voluntad.

Y su voluntad no es otra -no ha sido otra desde que perdió las elecciones del pasado año- que formar un Frente Popular con sus amiguetes de Podemos y -de la manita- ofrecer lo que haga falta a los separatistas. Nada nuevo bajo el sol, y lo de aprobar en Madrid lo que tu apruebes en Barcelona -o en Guernica, o en Santiago de Compostela- ya lo inventó Zapatero.

O sea: que vamos de cabeza a 1936, mes de Febrero. Luego, como suele acontecer con el calendario, llegaremos a Julio.

martes, 13 de septiembre de 2016

SOBRE LOS ABSURDOS DE LO POLÍTICAMENTE... ABSURDO.


Lo dice 20 Minutos, en su página 8 de la edición en papel de Madrid:

Condenada por echar de su peluquería a una joven con velo islámico.
Un tribunal noruego condenó ayer a pagar una multa de algo más de 1.000 euros a una peluquera que negó la entrada en su establecimiento en Bryne (sur del pais) a una mujer que llevaba el hiyab (velo islámico).

Bueno, y digo yo: ¿qué se supone que podía hacerle la peluquera a la islámica con el velo puesto?


sábado, 3 de septiembre de 2016

SOBRE EL ENGENDRO TOTALITARIO DE FACEBOOK.

Que así lo llama Pío Moa, en su blog de La Gaceta -reproducido por Infocatólica-, por las razones que él mismo explica claramente.

Como el escrito empieza con el ruego de difusión, aquí lo transcribo; no sólo para colaborar en la solicitada difusión, sino para que los argumentos de don Pío Moa sirvan para enseñanza de quien lo haya menester:

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Facebook, engendro totalitario

Con ruego de máxima difusión:

Me conecto a Facebook y me encuentro con que me han eliminado por no“cumplir las normas”. ¿Cuáles son esas “normas”? Básicamente evitar amenazas o “lenguaje que incite al odio”. En mi caso no había la menor amenaza, de modo que hay que pensar que mis intervenciones incitaban al odio. En un primer momento estos hipócritas señalaron alguna de esas intervenciones, que luego no aparecieron en la notificación. 

Eran una serie que según recuerdo, señalaba lo siguiente:

 ** Una pareja homosexual no puede tener hijos. Es el “amor estéril” por naturaleza.

 **El primer derecho de un niño es a tener un padre y una madre reales, no la parodia de  dos papás o dos mamás.

Lo anterior, desde luego, es una constatación de la más elemental realidad, aunque a los homosexualistas, no necesariamente a los homosexuales, les pueda parecer “ofensivo”. Seguía:

 ** Por accidente, un niño puede verse privado de padre o de madre, o de ambos, y ser criado por otras parejas normales. Pero en el caso de la homosexualidad  no es un accidente, sino un “principio” que pretende equiparar la familia normal a una parodia de ella.

 ** El argumento o argucia usado a menudo,  de que lo importante es el cariño cae aquí por su peso: el cariño real empieza por reconocer el derecho más básico del niño.

 ** Si no se reconoce el derecho más elemental del niño a una figura paterna y materna, el “cariño” se parece al que pueda tenerse a una mascota. La adopción homosexual reduce al niño, efectivamente, a una mascota.

 ** Otra argucia homosexualista se refiere a padres que maltratan a los niños. Este es un problema serio, y que va en aumento conforme la familia se degrada sistemáticamente, como hoy ocurre. Pero privar a los niños de la figura paterna y materna es ya un maltrato de principio, por mucho “cariño” que se le eche.

 ** El hecho de que en las parejas homosexuales uno de los miembros remede el papel masculino y otro el femenino, no mejora la situación, desde luego.

 ** No debe olvidarse, además, que los curas y no curas pederastas son en su mayoría también homosexuales. Hace poco Ramón Pi señalaba cómo en las webs homosexualistas se encuentran a menudo apologías de la pederastia.

Cualquier persona  que conserve algo de racionalidad y sentido común encuentra que las afirmaciones anteriores responden a hechos evidente, sin necesidad de mayor explicación. Pero los homosexualistas –la mayor parte de los cuales no son homosexuales, sino simplemente enemigos de la familia y de la Iglesia- son muy aficionados a crear embrolladas teorías que, como los comunistas, pretenden “científicas”. En relación con ello, escribí:

 ** No me opongo a que los homosexualistas expongan sus enrevesadas  sandeces. Me opongo absolutamente a que  las impongan y a que promuevan leyes totalitarias que les permitan perseguir a quienes discrepamos de ellos.

Estas opiniones, naturalmente han sacado de quicio a los homosexualistas, que me acusan de “incitación al odio”. Es como si los nazis me acusaran de incitación a odiarles por poner de relieve su racismo. Pero mis opiniones sí han sido respondidas con verdaderas oleadas de insultos, obscenidades y deseos de muerte. Eso sí es incitación al odio, aparte de una expresión de odio enfermizo muy significativa. En Facebook, en twitter, en los medios en general, la calumnia e incitación al odio a la Iglesia, por ejemplo, son constantes, pero por lo visto eso es “normal”.

Esto de “incitación al odio” es la argucia más repugnantemente hipócrita  que ha inventado el totalitarismo hasta ahora para silenciar y perseguir a los inconformes. A su lado, las acusaciones de “antisovietismo”, por ejemplo, eran al menos más precisas y permitían saber a qué atenerse. Pero estos miserables pretenden montar una policía de los sentimientos, algo inédito, porque eso del “odio” resulta de lo más etéreo e interpretable, como se ven en la felonía de Facebook contra mí.

Para colmo, los hipócritas de facebook me invitan a que me autocensure: "Puedes -el maleducado tuteo. Creen estar tratando con coleguis- revisar el contenido de la página" para que me autoricen a volver a publicar. Dicen algunos que las redes sociales son una garantía de libertad. Ya ven con cuánta facilidad pueden convertirse en lo contrario

Esto no debe consentirse, y hago una llamada a todas las personas que conserven un mínimo sentido de la libertad y la dignidad, a movilizarse contra los nuevos totalitarios que, poco a poco, van imponiendo en la sociedad una tiranía nueva, la más vil que se recuerde.

*****

Estas son las palabras de Pío Moa, a las que ya me dirán si cabe oponer razonamiento alguno. Razonamientos, digo; no tópicos.

Por mi parte, estoy de acuerdo en el fondo, aunque temo que don Pío sigue confundiendo totalitarismo con marxismo. Es el marxismo el que modifica la realidad según los deseos del que manda; es el marxismo el que usa la ingeniería social para corromper la sociedad; es el marxismo el que margina y sojuzga al que no se pliega al pensamiento único. Es el marxismo, finalmente, el que anatematiza -como enemigo del pueblo, o como enemigo del homosexual, o como enemigo del morito, o como enemigo de lo que sea- al que se atreve a decir, como en aquél viejo cuento, que el rey -o el sistema político- no viste un rico ropaje, sino que va en pelotas.


jueves, 1 de septiembre de 2016

SOBRE RAZONES Y SINRAZONES.


Las razones y sinrazones para investir o -lo siento, son las cosas del idioma- desvestir a don Mariano Rajoy.

Las razones que el aspirante aduce para ser nombrado Presidente del Gobierno son obvias: la mayoría de los ciudadanos que han votado lo han elegido a él. Las de los que no quieren que se le nombre, también lo son: los ciudadanos que han votado no le han elegido con la suficiente diferencia de escaños.

Don Pedro Sánchez tiene toda la razón al decir que él no puede traicionar a sus electores permitiendo que gobierne Rajoy. Los votantes socialistas nunca le perdonarían que lo hiciera, y eso lo sabe cualquiera que viva en el mundo real, lejos de las camarillas televisivas y radiofónicas que le piden la abstención para que se forme un Gobierno del PP.

Don Mariano Rajoy tiene, también, toda la razón del mundo para decir que él tiene el trozo más grande del pastel electoral, y que no tendría sentido que el ganador dejase paso libre a los perdedores. Tampoco lo entenderían sus votantes, que quizá -mucho pedir, pero quién sabe- empezasen a pensar de qué les vale votar a un partido que siempre -tal vez esta sea la única verdad que dijo Rodríguez Zapatero- acaba haciendo lo que propone el PSOE, aunque con una o dos décadas de retraso.

Tienen razón todos al decir que el PP es un partido corrupto. Pero todos la pierden por el mero hecho de que los demás también lo son. ¿Cómo puede tener el señor Sánchez la cara dura de llamar corrupto al PP, cuando tiene encausados a dos expresidentes de autonomía, cuando cada día se descubren nuevos latrocinios en los eres, los cursos de formación y cualquier cosa en la que hayan puesto las manos? ¿Cómo puede tener el señor Iglesias la desvergüenza de lanzar piedras contra Rajoy, cuando él tiene a sus espaldas los millones estafados al pueblo venezolano que acabaron el la fundación de la que se nutrió Podemos; cuando tiene entre sus más directos colaboradores a gentes que han percibido emolumentos, ayudas y subvenciones ilegalmente, cobrando por un trabajo que no han hecho y al que ni siquiera han asistido? ¿Cómo puede hablar de pobres oprimidos cuando entre los suyos tienen la desfachatez de no dar de alta en la Seguridad Social a sus trabajadores?

Y don Alberto Rivera, ¿cómo puede hablar de la corrupción del PP, si hace unos meses firmó un acuerdo con el partido de los Eres falsos, de los fondos robados de los cursos y -si nos vamos unas décadas atrás-, de las filesas y malesas, del papel del BOE, de Renfe, de la Cruz Roja, de los fondos reservados y del GAL?

¿Que todo eso es Historia? ¡Pues claro! Pero no soy el que trae a colación la Historia, sino que fue ayer don Pablo Iglesias el que se refirió al PP ganador de las elecciones como un partido fundado por gente que había hecho el saludo romano. ¿Y...? ¿No ha sido el suyo fundado por gente que cierra el puño, bien para agredir, bien para trincar lo que pille? ¿Qué le pasa con el saludo romano y con lo que han hecho las gentes que lo usaron y usamos? ¿Le parece mal la Seguridad Social, que -por mucho que les pese a los ignorantes-, no fue cosa de Felipe capullo, queremos un hijo tuyo? ¿Le parecen mal las pagas extraordinarias? ¿Le parecen mal los pantanos que nos dan de beber? ¿Le parece mal ser una potencia turística, lo único que en cuestión económica queda de los del saludo romano, porque el resto de la herencia ya se la han fundido ustedes, los hijos de papá? ¿Le parecen mal los cientos de miles -acaso millones- de viviendas de protección oficial? Si, esas que ustedes -los rojos de cualquier tono- llaman chabolismo vertical, mientras aplauden con las orejas las soluciones habitacionales de 30 metros cuadrados zapateriles?

Tiene razón, por fin, el señor Rajoy al decir que sólo hay dos salidas: él o terceras elecciones. Al menos mientras Podemos y Ciudadanos sigan decididos a no juntarse, cosa que ya se verá si cambia cuando las encuestas aprieten. 

Porque está claro que, si los partidos políticos obedecen el mandato de los votantes, no puede haber pactos que permitan formar Gobierno. Pero es también evidente que, si los partidos se ponen de acuerdo para formar un Gobierno, están rechazando el mandato de sus electores, y entonces las elecciones no valen para nada.

Por último, queda la pregunta de por qué todos -políticos, periodistas, tertulianos, aficionados- piensan que unas nuevas elecciones es una mala solución? ¿No es ese el tótem de la democracia? ¿No consiste el sistema en el juego de las urnas y las papeletas? 

¿O es que las urnas, las papeletas, los votos, no valen para nada, y lo que verdaderamente cuentan es que los partidos políticos pacten y acuerden cosas? 

Y, entonces ¿para qué los partidos? 

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