Mariano Rajoy y el PP han tenido suerte; mucha suerte.
Me explico. El PP
ha tenido la suerte de que hayan coincidido en este mismo año, con unos seis
meses de diferencia, las elecciones de ayer y las generales.
En las
municipales y autonómicas de ayer, las huestes de don Mariano han perdido casi
todos sus feudos, como no podía ser menos. Pero han tenido la suerte de que
buena parte de ellos no han ido a parar a un partido contrario con mayoría
suficiente, de forma que el PSOE -que se sigue hundiendo en general- tendrá que
coaligarse con sus amigos naturales, los comunistas de pelaje variado -Podemos y
sus sucursales, IU, cada vez más hundida, ultraizquierdistas de barrio o
pueblo-, en cumplimiento de las reverdecidas consignas de la III
Internacional.
Traer a colación la III Internacional y la Komintern, me
dirán, está fuera de lugar, no viene a cuento, ya hace años que desaparecieron.
Y así es, en efecto, y al menos en lo que nos es dado conocer. Pero sus
consignas, su lavado de cerebro, sus maniobras ante los pasmados
liberal-burgueses, siguen siendo válidas. Y ya verán ustedes como, en todos los
sitios donde se presente la oportunidad, van de la manita PSOE, Podemos, IU y
sucedáneos de unos y otros.
Todos contra el PP -como ya hiciera Zapatero-
y como ya hicieron en la II República contra la CEDA. Eso -me dirán los
ciudadanitos bienpensantes y moderados- no es posible, ya pasaron esos tiempos y
los comunistas son demócratas.
¿Ya pasaron esos tiempos? No han pasado
en Cuba, ni en Venezuela, ni en Bolivia, ni en media Hispanoamérica, llena de
regímenes que no cumplen ni por asomo los niveles exigidos por los países que se
tienen por ejemplo de democracia. Y nadie hace nada al respecto, salvo alguna
declaración puntual y comedida, no se nos vayan a molestar los rojos y nos
tilden de fascistas. Es decir: las directrices de la Komintern (III
Internacional) perduran en la actitud de las llamadas democracias, prestas a
bajarse los pantalones ante el miedo a parecer fascistas ante un enemigo
para el que todo el que no sea comunista es fascista.
Veremos,
pues, una reedición del Frente Popular -invento de la Komintern- que pretenderá
reducir al mínimo a los fascistas -o sea, a los que no formen parte de
ese Frente Popular- y que se entregará a la orgía de despropósitos que suele
acompañar a los que -Longanessi dixit- no tienen ideas, sino
antipatías.
Y como no son listos -listillos si, pero no es lo
mismo-, lo harán ya, desde el primer momento, echando gestos a las masas -los
comunistas son muy dados a la consideración del ser humano como masa-
para satisfacer a la fiera.
Esta es la suerte de Rajoy que da título a
mi comentario. Hay seis meses de plazo para que el ciudadanito votante
escarmiente y vuelva a su redil, y si el frentepopulismo rampante no se anda con
cien ojos, la situación puede dar un vuelco considerable en medio año por la
única Ley que se cumple a rajatabla en nuestro sistema político: la del
péndulo.