Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 15 de agosto de 2010

SOBRE IGNORANCIAS Y ANACRONISMOS (Y HERNÁN CORTÉS POR MEDIO).

Dice El Imparcial, a propósito del embadurnamiento con pintura roja de la estatua de Hernán Cortés en Medellín, que el hecho es ejemplo de ignorancia y anacronismo.
De este tema, que en comentario a una anterior entrada citaba Isabel I la Católica, remitiendo al Blog de Antonio Manuel Barragán-Lancharro (del que procede la imágen del desaguisado), no pensaba hablar porque es algo que retrata a los autores como maleantes vulgares, y les justifica como ininputables por mera gilipollez. No obstante, el hecho de que el periódico del señor Ansón lo califique de ignorancia y anacronismo me da pie a alguna palabra más.
Decir -como afirma el señor alcalde de Medellín- que el grupo autodenominado Ciudadanos Anónimos peca de ignorante es una obviedad. Pero no sólo porque lo que la efigie de Cortés pisa sean ídolos aztecas, y no guerreros mejicanos, sino porque indica que los anónimos desconocen cómo se las gastaban los mejicanos antes de la obra civilizadora del Bachiller por Salamanca. Ignoran mucho los anónimos pintarrajeadores. Ignoran cómo los sacerdotes de Uitchilipochtli despenaban a sus propios mejicanos -no a prisioneros de guerra, sino a los suyos propios- tajándoles el pecho para sacarles el corazón en ofrenda a sus ídolos. Si no saben esto, ni saben cómo luego se pegaban el festín canibal, cómo van a saber que lo que Hernán Cortés pisotea en su estatua no son mejicanos, sino ídolos.
¿Cómo van a saber nada de nada, si los pobres son Ciudadanos Anónimos, esto es, que por no saber ni siquiera conocen nombre de padre y madre -progenitor A,B,C...- de los que tomar noticia y apellido?.
Lo único que saben es que Hernán Cortés fue un personaje fascista. Porque todos estos necios, todos estos ignorantes, todos estos gilipollas, todos estos hideputas, saben muy bien lo que es el fascismo, aunque para El Imparcial resulte un anacronismo grotesco.
Pues miren ustedes, señores imparciales: en eso no estoy de acuerdo. Hernán Cortés fue un fascista de tomo y lomo, un fascista cum laude. Porque hoy el fascismo tiene unas claras connotaciones que hasta a los imbéciles anónimos les son obvias.
Fascismo es -hoy en día y para los esnob pijoprogres- todo lo que suene a razonamiento, todo lo que suene a fe, todo lo que sea elevado, señorial -no confundir señorío con señoritismo-, humano. Todo lo que distinga al ser humano del animal que ellos representan.
¡Bienvenido a la Falange, camarada Hernán!

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