Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 5 de agosto de 2011

SOBRE LA LIBERTAD DE EXPRESION SOCIALISTA.

Libertad de expresión que, para el señor Jáuregui, Ministro de la Presidencia, consiste en criticar lo que sea, menos al Gobierno.

Así se deduce de las advertencias acerca de que -indica La Gaceta- no considera "aconsejable ni oportuno" que Benedicto XVI haga referencias específicas hacia España durante su visita a Madrid para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud.

Añade que las leyes las hace la soberanía del Parlamento, no la Iglesia Católica. Pero, señor Jáuregui, ¿no era la soberanía popular? ¿Es que ya admiten abiertamente que la soberanía es la de los señoritos de la casta parlamentaria, y el pueblo pinta tres leches?

No contento con ello, remacha: "Es incuestionable. Piense lo que piense la Iglesia. Admitimos que la Iglesia puede dar su opinión, pero quien decide es la soberanía popular".

Pues ahí esta la libertad de expresión, señor ministro: que la Iglesia no hace las leyes, pero en un Estado democrático puede decir lo que piensa de las leyes. Puede decir a los fieles lo que la Iglesia católica piensa de las propuestas de los partidos políticos, y puede -y debe- indicar lo que es acorde con la doctrina de la Iglesia y lo que no lo es. Y puede -y debe- decir a quien no puede votar un católico sin incurrir en contradicción con sus creencias religiosas.

¡Ah, claro! Que precisamente eso es lo que jode, ¿verdad?

Pero es que precisamente eso -que los demás, sean el Papa o el monaguillo, o el ateo del quinto, o el idiota del segundo, puedan decir lo que piensan sobre el Gobierno- es la libertad de expresión. Porque, señor Jáuregui, en ningún régimen, por dictatorial que sea, está prohibido hablar mal de la oposición.

Por cierto, señor Jáuregui: que esa "cuestión menor" de la manifestación de intolerantes, de inquisidores laicos, de radicales y utraizquierdistas, de xenófobos que protestan de la venida de Benedicto XVI, es una buena muestra de hasta donde llega su democracia. Porque la democracia se base en el principio de que la mayoría manda y la minoría se jode.

Así es que, ya usted sabe, señor Ministro, qué hacer con los que, en su opinión, no protagonizarán nada notable ni masivo. Sea usted demócrata, y que a esos ultraizquierdistas, anticatólicos, intolerantes, radicales y minoritarios, les vayan dando por donde proceda. Porque si no, vamos a pensar, señor Jáuregui, que a usted se le encoge ante cuatro gatos que vociferan. La democracia, obviamente.

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