Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 24 de mayo de 2011

SOBRE LA ENTRADILLA CON QUE ME ENLAZA UN AMIGO.

Entradilla que copio, para evitarles molestias, aunque les aconsejo en lo que me quieran creer que lean el blog de Carlos Fernández Ocón, del que procede:

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Si no lo sabéis, os lo digo yo. Tengo un amigo rojillo (especialmente uno) entre vosotros los blogueros y otro (más, pero especialmente uno) que el anterior vería como la horrible ultraderecha (creo yo).

Como no ando muy bien de la sesera, me creo que los tres queremos llegar al mismo sitio, si hablo con cada uno y me paro a pensar. Pero el caso es que nuestras verborreas y, sobretodo, nuestros 'caminos para llegar a ese sitio' se separan a medida de caminamos. La hostia, no sé si me explico.

Bueno, es igual. Que os traigo algo que me ha gustado del, digamos, amigo facha (ya se lo he llamado antes y no me ha reñido).

El juego de los errores sería ver si, independientemente de maneras o palabras usadas o esas cosas, EL FONDO de lo que dice él y su ilustre invitado son errores o mentiras o malinterpretaciones, porque a mí no me lo parecen y se parece mucho a algunas conclusiones que he intentado transmitir yo (sin éxito claro, como acostumbro).

Ahí va, se aceptan golpecitos en el hombro, de lo otro ya lo doy por hecho:

SOBRE LA VICTORIA. (clica, ya lo sabes)

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Y el enlace lleva, evidentemente, a mi entrada de ayer acerca de la inutilidad de la victoria pepera.

Como plantea varias cosas muy interesantes, quiero comentarlo.

En primer lugar, que -como Carlos ya sabe- no me molesta que me llamen facha los amigos. Los enemigos son otra cosa, y a ellos -por si alguno aparece- les exigiría un trato más formal. Vamos, que para cualquier enemigo soy Nacionalsindicalista, a riesgo de que si me llamase otra cosa le respondiera adecuadamente.

Pero, repito, Carlos es amigo.

No soy de ultraderecha, aunque los rojillos lo pudieran denominar así por la perversión del lenguaje y de la propaganda.

La ultraderecha es la que ha dado paso libre a las empresas de trabajo temporal, lonjas de esclavos donde el trabajador se vende por horas y, si me apuran, a cachos.

La ultraderecha es la que niega un trabajo digno y un salario suficiente, a cambio de alquilar votos con sopas bobas.

La ultraderecha es la que permite las comisiones bancarias -usura ni siquiera encubierta-, no ya por pedir dinero a un banco, sino por llevarlo.

La ultraderecha es la que niega los mínimos derechos a los ciudadanos cumplidores de la Ley, en tanto que otorga todas las facilidades a los delincuentes. Ultraderecha es la que compra los votos con subvenciones, con regalos, con promesa de dádivas si votas al cacique, y amenaza de fieros males si no votas al señorito.

Ultraderecha es, en fin, el PSOE, que es el que ha hecho todo esto que llevo enumerado, y el PP, ídem de lienzo aunque a escala algo menor porque ha tenido menos opciones y menos tiempo.

Pero a lo que vamos, que es lo más interesante: creo, amigo Carlos, que aciertas al pensar que "los tres queremos llegar al mismo sitio".

Y creo que aciertas porque -entre bien nacidos- el sitio al que queremos llegar es a una España mejor, más libre, más justa, más grande; una España sin riesgo de secesiones aldeanas, donde todas las diferencias culturales sean de verdad enriquecedoras en vez de motivo de permanente trifulca.

Una España donde nuestros representantes sean elegidos por cada uno de nosotros, y no por el mandamás de un tinglado de partido, y donde rindan cuentas a quienes les han elegido, y no al jefecillo de su chiringuito particular.

Una España donde las inversiones públicas se hagan donde sean necesarias, y no donde una partida tribal exija a cambio de un voto.

Una España donde el trabajo sea timbre de honor, y los vividores no estén subvencionados.

Una España donde una vivienda no hipoteque el futuro entero de una familia.

Una España donde los bancos no tengan billones de beneficios a costa de la sangre de los trabajadores.

Una España donde un sueldo baste a mantener una familia, y no obligue a trabajar hasta la extenuación a dos personas para malvivir.

Una España donde todos puedan acceder a una educación pública con el máximo nivel; donde el fracaso escolar sea anécdota y no categoría, donde no se les robe a los estudiantes su Historia y su Geografía y su Lengua.

Una España donde no se torture y asesine a los más inocentes e indefensos; donde no se premie a corruptos; donde no se vulnere la libertad religiosa de la mayoría; donde no se obligue a las mayorías a claudicar ante las minorías por una tolerancia de sentido único. Donde el extranjero que venga a ganarse la vida y a integrarse sea bienvenido, pero el que venga a delinquir y a imponerse sea tratado con arreglo a la Ley, igual para todos.

Donde la Justicia sea justa, y no un tribunal politico. Donde no haya partidos con la arrogancia de "crear opinión", sino de servir a la opinión pública libremente expresada, sin voto cautivo ni voto enchufado.

¿No crees, amigo Carlos, que cualquier persona de bien estará de acuerdo con todo esto?

Quizá las palabras nos enredan, y los tópicos y los estereotipos nos separan más que la realidad.

Como en tantas ocasiones, repasé, aduje los viejos textos de nuestra doctrina familiar. Una vez más, observé que muchísimas caras, al principio hostiles, se iluminaban, primero con el asombro y luego con la simpatía. En sus rasgos me parecía leer esta frase: “¡Si hubiésemos sabido que era esto, no estaríamos aquí!”

(Testamento de José Antonio Primo de Rivera)

SOBRE LAS DIVERSIONES DE "EL PAIS."

El País, periódico, no esta desgraciada caricatura de España que sólo se divierte con los tres consabidos infinitivos de la segunda conjugación.

El País se dedica con fruición a la truculencia, como si se tratase de aquél ya desaparecido "Caso". Pero, como tarugo unidireccional, siempre en el mismo sentido. Loabilísimo esfuerzo antifranquista el suyo, qué duda cabe. Contra Franco viven mejor, y las subvenciones son más jugosas, y las ayudas institucionales más nutritivas. ¿Qué sería de El País, de los rojos y de los gilipollas -condiciones equivalentes-, sin Franco?

Así, para animar las elecciones, acaso para enervar a sus masas para tomar el Palacio de El Pardo o, cuando menos, para evitar la degollina -lamentablemente sólo virtual- de su pesoe, sacaba el domingo una interesantísima entrevista a un señor que se titula historiador y que ha sido capaz de escribir un libro -para que vean en su casa lo listo que es- titulado "La conspiración del general Franco."

En dicho libro, el autor llamado Angel Viñas argumenta -tan sólidamente como verá quien lea- que Franco ordenó el asesinato del General Balmes, a la sazón -julio de 1936- jefe militar de Gran Canaria.

Y el argumento es incontrovertible: "El historiador no tiene los documentos, pero mantiene que de otro modo sería inexplicable la versión que el franquismo dio desde un principio de que el militar se había disparado su pistola al desatascarla contra su bajo vientre."

Buena forma de hacer Historia: sin documentos. A mí me encanta.

Porque tampoco tengo documentos que demuestren que Rodríguez Zapatero sea un psicópata, pero de otro modo sería inexplicable. Ni tengo documentos que demuestren que Rubalcaba organizase el golpe de Estado del 13 de marzo del 2004, pero de otro modo sería inexplicable. Ni tengo documentos para demostrar que doña Bibiana Aído sea una miembra viva, pero no humana; pero de otro modo sería inexplicable. Ni tengo documentación que atestigüe que al PSOE de la llamada Transición lo amamantó la CIA, pero de otro modo sería inexplicable.

Y si hablamos de lo inexplicable que resulta que un militar se dispare un tiro accidentalmente, también deberíamos concluir que es más inexplicable aún que un mozalbete hecho y derecho juguetee con una pistola y dispare accidentalmente matando a su hermano y, ya ve usted, señor Viñas, esto son cosas que ocurren hasta en las mejores familias. Inexplicablemente.

Pero al final casi todo se explica. En cuanto el historiador sin documentos abre la boca en la entrevista. Porque dice que Franco "tampoco es que sea un gran general; no tiene experiencia en el manejo de la guerra, la suya es una experiencia con la Legión en Marruecos, que es una guerra colonial completamente subdesarrollada."

Pero a continuación dice -citando a Pedro Sainz Rodríguez, liante de sobra conocido- que "lo que quería Franco era ser alto comisario de España en Marruecos y que ese era su objetivo inmediato en julio de 1936. Ponerse a la cabeza de esa poderosa máquina de guerra que le hubiera dado un peso muy importante en el conjunto de los sublevados. "

En fin señor Viñas, decídase: ¿La Legión es una poderosa máquina de guerra, o es una tropa de guerra colonial y subdesarrollada?.

Que -dicho sea entre paréntesis-, no sería tan subdesarrollada cuando corrió a gorrazos a los rojos, rojetes, rojazos y rojillos. Y -dicho sea entre más paréntesis- si Franco no era un gran general, a ver cómo serían todos aquellos a los que revolcó cuando quiso.

En cuanto a que Franco deseaba ponerse al frente del Ejército de Marruecos, se nota que carece de documentación el señor Viñas. Pero esta vez, porque no la quiere. O porque no sabe leer, que todo podría ocurrir. Porque está documentado que a Franco le designó ese puesto el General Mola, el Director.

En cuanto a la razón por la que Franco quería ir a Las Palmas y ordenó que allí fuese el hidroavión que lo transportaría a Marruecos, usted mismo, señor Viñas, se da la razón: porque tenía que levantar aquella guarnición y dejarle a su Jefe las intrucciones necesarias, si se unía; o para hacer lo que hizo Queipo de Llano en Sevilla, si se oponía.

Por cierto, señor historiador sin documentos: me temo que cuando dice que Franco era un General cortesano y un General político, se está equivocando con otros que todos sabemos, y que tienen mando en la actualidad. Seguramente son amigos suyos.

Porque sobran documentos -y hasta documentales de la época- que demuestran que Franco no estuvo en la Corte más que de paso, y que nunca se metió en política. Ni siquiera cuando lo llamaron los políticos republicanos para que arreglase el desaguisado del golpe de estado de Octubre del 34.

Dicho todo lo cual, me alegra mucho la forma de hacer Historia de este historiador indocumentado. Porque no tengo los documentos que demuestren que don Angel Viñas sea un cretino; pero de otro modo sería inexplicable.
































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