Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 29 de enero de 2013

SOBRE LO QUE SABE EL SEÑOR MAS.

Don Artur Mas sabe, como buen pedigüeño y victimista profesional, que un buen lloriqueo viene bien cuando caen de todos los colores. Sabe, por tanto, que si le revienta en las narices un caso de corrupción cada día, lo mejor es -amén del consabido y tú más-, hacerse el ofendido, la víctima inocente de la maldad centralista y opresora.

Así, ha tenido a bien declarar -informa El Mundo- que, con respecto a la corrupción que asola a las instituciones en Cataluña, hay que "separar los casos reales de los que no lo son"; lo "inventado, ficticio o conducido por determinados intereses" de las "corruptelas a erradicar". Y se ha quedado tan ancho añadiendo: "algo sabemos de esto en Cataluña".

Con lo cual, queda claro que para el señor Mas todas las pruebas que los jueces van encontrando sobre la corrupción de los miembros de su partido y el de su amigo Durán, son montajes e invenciones. Que sus compadres son limpios y puros, libres de todo culpa, y la policía, los jueces, los testigos, están manipulados por el enemigo que es -no podía ser de otra forma para su obsesión- el españolismo.

Por si quedaban dudas, el señor Mas afirma taxativamente: "corrupción no existe hasta que no se demuestra".

Que el señor Mas afirme que los jueces prevarican no me parece mal. Yo nunca lo haría, puesto que no tengo sus privilegios y su inmunidad, pero tampoco se lo voy a discutir. Que asegure que los testigos cometen perjurio es algo en lo que no voy a entrar, dado que sólo los conozco de nombre, si bien ellos responderán como crean oportuno. Que aventure que las pruebas están falseadas, es cosa de la que los fiscales opinarán, si a bien lo tienen, por lo que supone de acusación a la policía. Pero de que la "corrupción no existe hasta que no se demuestra" si tengo algo que decir. Y tengo que decir que, en política, no basta con ser honrado, sino que además hay que parecerlo, como dijo Julio César de su mujer, tras repudiarla luego de haberse mostrado segurísimo de su honradez.

Ahí está, señor Mas, la clave: no basta con ser honrado cuando se juega con los cuartos ajenos; hay que parecerlo, y cualquier sombra de corrupción descalifica tanto como la culpa. Judicialmente la carga de la prueba corresponde a la acusación, y todo el mundo es inocente hasta que se demuestre la culpabilidad. Políticamente, no.

Pero además, don Arturo, esa idea de que nada existe hasta que de demuestra sería muy peligrosa para usted y los suyos -los separatistas- si la gente que les sigue se detuviese a pensar en lo que ustedes dicen. Porque, por ejemplo, tendrían que demostrar que existe esa nación catalana de la que hablan. Y como la manera de demostrar la existencia de una nación es la Historia, tendrían que admitir que su "nación" nunca existió. Podrán ustedes argüir que existe un "sentimiento"; pero un sentimiento -en el plano racional- no deja de ser algo "inventado, ficticio o conducido por determinados intereses", por decirlo con sus propias palabras, para que me entienda.

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