Que es, como ya saben los habituales, la repetición de una viñeta -publicada en su día en Cruz de los Caídos, publicación que fue de los Distritos de Ciudad Lineal y San Blas de Fuerza Nueva en Madrid- en la que se pide a los reyes -no a los Reyes, entiéndase la diferencia- que, como regalo en este día, se vayan.
Este año no la voy a poner, porque como andamos a comienzos del 31 -la Historia se repite porque los tontos siempre son iguales, como decía mi camarada Arturo Robsy que está en los luceros-, la cosa ya no tiene mérito.
Además, hemos llegado a un punto en que el tema de la monarquía casi nos da lo mismo a todos salvo, acaso, al ABC, pelota máximo del reino. Lo que importa -lo que da el signo de los tiempos- es que abundan los idiotas que hunden la pezuña en el recuerdo troglodítico de aquella república segunda, sea para profanar iglesias, para falsificar cabalgatas de Reyes Magos -algún ceporro, como el barandilla valenciano, excavando en fiestorras republicanas-, o para seguir viviendo cojonudamente contra Franco.
Eso -la zafiedad, el anticlericalismo, la bufonada y la hideputez- es lo que marca el tiempo actual. Así puestos ¿a quién coño le importa que los reyes se vayan, se queden o hagan un triple mortal sin red en el trapecio constitucional?