Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 6 de enero de 2018

SOBRE LA HABITUAL PETICIÓN.

Como los habituales saben -si es que aún aparece alguien por este diario- mi habitual petición a los reyes es que se vayan. Evidentemente, no me refiero a los Reyes, y ya ustedes sabrán darse cuenta.

Lo hago, desde hace años, con la viñeta que publicamos hace ya varias décadas en Cruz de los Caídos, publicación de los Distritos de Ciudad Lineal y San Blas de Fuerza Nueva que me honré en dirigir, y que a continuación pueden ver.

Hace algunos años, a aquella viñeta uní la que me hizo la merced de regalarme mi Coronel Jesús Flores Thies, y este día quiero traerla también aquí, tanto en honor y recuerdo de mi amigo y camarada que se fue a los luceros hace poco, como para señalar que lo que en su obra indica se cumplió, puesto que la parejita bien avenida que aparece en el dibujo vio caducar su reinado en la forma consustancial con los borbones españoles; esto es, sin la menor dignidad y a la fuerza. Allá se verá cómo acaba la parejita sucesora.

Por último -para que no digan que no me modernizo-, les traigo esta otra imagen que, como podrán observar, sitúan en su justo término una institución tan loada por plumíferos, pelotas y tontos.


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